Lo normal es que las producciones exitosas derivan en una amplia variedad de satisfacciones para sus realizadores. Cineastas, actores y productores suelen guardar buenos recuerdos profesionales en relación con su obra. ¿Pero qué pasa cuando aquella genera lo adverso? ¿Qué ocurre con esos pensamientos incómodos que cada tanto atraviesan la mente de los realizadores? En ese sentido, Steven Spielberg tiene algo que decir sobre Tiburón.

Tiburón es una de las películas clave del cine contemporáneo. En un género en particular, el terror, la producción es canónica, una de esas cintas que se refiere como obligatorias para todo aquel que tenga interés en este tipo de relatos. Su reputación es tal que ha ido pasando de generación en generación como un film compartido que describe algo más: una forma de hacer cine que, a ojos actuales, puede resultar extraña.

Steven Spielberg, con Tiburón, redefinió varias cuestiones al momento de tratar este tipo de producciones. Se trata de un film estudiado desde distintos ámbitos para su comprensión y manejo de conceptos cinematográficos. Su auge no solo quedó ahí, porque la película trascendió las salas de cine. Este es uno de los aspectos que lamentó su director, apenándose porque su trabajo influyó en la imagen que se tiene sobre este animal.

El lamento de Steven Spielberg,
luego de Tiburón

La película se estrenó en 1975 y desde entonces se conserva como una producción clásica, un film que se ve y se revé para poder decodificarlo, tomar alguna influencia. Sin embargo, hay algo paradójico: desde el punto de vista de Steven Spielberg, la producción influyó en la construcción de una imagen negativa en relación con estos animales. 

Esto lo manifestó en el programa Desert Island Discs, emitido por la BBC. Sus palabras, en relación con cómo cambió la imagen sobre los tiburones y su caza, fueron las siguientes: 

“Esa es una de las cosas que todavía temo: no ser devorado por un tiburón, sino que los tiburones estén de alguna manera enojados conmigo por el frenesí de alimentación de los pescadores deportivos locos que sucedió después de 1975. Realmente, y hasta el día de hoy, lamento la aniquilación de la población de tiburones a causa del libro y la película. Realmente lo lamento”.

El portal Screen Rant recuerda que el autor de la obra editada en 1974, Peter Benchley, también manifestó un sentimiento similar. El postal menciona recuerda sus palabras: "Sabiendo lo que sé ahora, nunca podría escribir ese libro hoy". Esta declaración fue dada en el 2006 al London Daily Express.

A este comentario, el autor agregó en aquel momento:

"Los tiburones no atacan a los seres humanos, y ciertamente no guardan rencor. No existe tal cosa como un tiburón rebelde y devorador de hombres con gusto por la carne humana. De hecho, los tiburones rara vez le dan más de un mordisco a la gente, porque somos muy delgados y poco apetecibles para ellos".

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De acuerdo con una investigación de The National Geographic, se estima que 100 millones de tiburones mueren anualmente debido a la caza. Puesta la cifra, el lamento del autor y Steven Spielberg tiene todo el sentido. Aunque sus obras sean parte de un relato ficcional que no debería ser entendida por los espectadores como un argumento para matar especies.

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