La primera temporada de Slow Horses, con Gary Oldman, lució por ser un relato acorde a lo que se le presupone: una serie eficiente sobre espionaje. Su valor agregado estuvo en ofrecer una serie de personajes interesantes que dan color al relato. Son ellos quienes, más allá de la tensión de cada caso, dan volumen y ritmo a la historia. Su segunda temporada es fiel a esto y no tiene por qué ser una mala noticia.
Slow Horses puede entenderse como una enorme partida de ajedrez. Cada fuerza mueve sus piezas en un entorno en el que, a ratos, no está claro si defienden los intereses de la organización para la que trabajan o están actuando por cuidado de lo personal. Cuando en esto se involucra a la vida de otros, no es una cosa menor.
Recordemos: Slow Horses cuenta la historia de un grupo de agentes que forma parte de un departamento del servicio de inteligencia británico, el MI5. ¿Cuál es la particularidad de este grupo? Cometieron errores que los llevaron a ser apartados, aislados, dentro de la organización. Algunos de ellos buscan la redención, mientras otros están en paz con el destino que les ha tocado o han construido.
Slow Horses
La segunda temporada de Slow Horses va al mismo ritmo que la primera, alimentando una trama interesante y dando mayor recorrido a una serie de personajes con mucho atractivo. Gary Oldman lidera a este grupo de espías en una producción que, por diversas circunstancias, tiene momentos tan extraños como integradores y graciosos, sin dejar de ser una serie formal. Dentro de sus valores destacan sus actuaciones y encuadres atractivos durante los seis capítulos que la conforman, dentro de la plataforma de Apple TV+.
Slow Horses, segunda temporada:
como Sherlock Holmes
A vuelo de pájaro, podría pensarse que Slow Horses está influenciada por la mitología de Sherlock Holmes, el clásico de Arthur Conan Doyle. ¿Cómo no? Es parte de esos referentes que atraviesan la cultura británica. Puede estar tan arraigado a ella que quizá se evoque sin que esto implique un acto sorprendente. ¿Qué ocurre en relación con esta serie de Apple TV+? Es algo más que una influencia.
Slow Horses, por su humor e intriga, es un homenaje a Sherlock Holmes. Uno actualizado en muchos sentidos, por supuesto; pero ese refresh no le resta peso mérito alguno. En esa búsqueda, Jackson Lamb, interpretado por Gary Oldman, es la pieza que hace que todo funcione. Sus decisiones y forma de ser, marcada por un humor oscuro, son las pistas sobre las que avanza la historia. Otra vez.
El actor, consagrado más allá del bien y del mal de la industria, se siente cómodo dentro de este rol. Es tal esa sensación que el espectador, en algún punto, podría imaginar que lo está disfrutando, que Gary Oldman realmente gozó durante la grabación de la segunda temporada de Slow Horses.
Su pragmatismo, prepotencia e indiferencia, en no pocos casos, invitan a la risa y a encariñarse con un personaje en quien quizá no deberíamos confiar y, sin embargo, confiamos. Esa sensación de certeza acompaña toda la historia: aunque haya tramos en los que parece decaer, se impone la idea de que todo acabará bien.
Mucho más que humor
La muerte de un personaje cercano al grupo activa una cadena de hechos que derivarán en la caza de otros. El espionaje, en este caso, se vuelve un asunto personal. Hay una serie de fuerzas moviéndose, piezas sobre el tablero de ajedrez, que encubren sus fines para el espectador durante una buena parte de la segunda temporada de Slow Horses.
Como este grupo de espías es disfuncional, con personalidades opuestas y un pasado roto en muchos sentidos, se vuelve relevante casi todo lo que pase con ellos. Jackson Lamb existe no solo como esa figura capaz de hundir todo en humor, con una serie de medidas que podrían ser cuestionables en cuanto a gestión de grupo. Sin embargo, él es, también, quien mejor entiende el juego.
Cuando se tiene a Gary Oldman dentro de un elenco, lo normal es que sea él quien tenga el mayor peso de la historia. Sin embargo, en la primera y segunda temporada de Slow Horses se cuida que esto no sobrecargue la pantalla. Por eso, River Cartwright, interpretado por Jack Lowden, sigue creciendo en relación con la primera temporada; mientras que Jonathan Pryce, otra superestrella dentro del elenco y que interpreta al padre de River, también tiene intervenciones notables sin necesidad de que esto funcione como una distracción.
Slow Horses no deja de ser, en ningún momento, una serie sobre espías que bebe de parte de la mitología de Sherlock Holmes, de abrazar el humor y el tono británico, con algunas líneas que evocan historias como True Detective (sin acercarse demasiado). Quizá no sea el aspecto más comentado en relación con esta producción, pero no deja de ser relevante que la serie ofrezca encuadres dinámicos, incluso arriesgados, para aportar otro valor a una producción sólida.
Slow Horses tiene seis capítulos y se encuentra disponible en Apple TV+ a partir de este 2 de diciembre.