Una pareja se sienta a la mesa de un restaurante para celebrar su aniversario. Desde que empezó la pandemia de COVID-19, necesitan el teléfono móvil para leer el código QR que enlaza con el menú. Piden un par de bebidas y los platos correspondientes y uno de ellos guarda el móvil. En cambio, el otro sigue con él en la mano. Echa un vistazo al correo, contesta unos cuantos tuits y revisa el feed de Instagram. Para cuando por fin deja el móvil sobre la mesa, las patatas que habían pedido como entrante están frías, pero no tanto como la mirada de su pareja. Estamos ante un caso de phubbing.

Este es un fenómeno derivado de las palabras phone (teléfono) y snubbing (hacer un desprecio), ya que hace referencia precisamente a eso: despreciar a otra persona utilizando el teléfono móvil en mitad de una relación social. Es algo cada vez más extendido, que ha impulsado la realización de muchos estudios en los que se analiza desde la sociología y la psicología cómo afecta a las relaciones de pareja, de amistad o familiares.

Es cierto que nuestra vida está cada vez más conectada. El QR del restaurante es solo uno de muchos ejemplos en los que el teléfono móvil es indispensable. Además, nos ayuda a estar más cerca de las personas a las que tenemos lejos. El problema es que, paradójicamente, si no se tiene cuidado, también puede alejarnos de quienes tenemos justo delante de nosotros. Ese es el gran problema del phubbing y por eso debemos tener mucho cuidado de no caer en él.

¿De dónde viene el phubbing?

El término phubbing surgió en 2012. Por aquel entonces los casos como el del restaurante eran cada vez más habituales, por lo que los editores del diccionario australiano Macquarie vieron conveniente inventar una palabra que definiera ese fenómeno. 

Contrataron a un grupo de expertos y les pidieron que idearan un nuevo término para hacer referencia al “acto de desairar a alguien en un entorno social mirando su teléfono en lugar de prestar atención”. Estos optaron por el juego de palabras mencionado anteriormente y decidieron bautizar ese desagradable acto como phubbing.

Desde entonces han surgido numerosas campañas para desprestigiar este fenómeno, así como estudios dirigidos a analizar sus implicaciones sociales. Los resultados son algo variables, pero en general la mayoría lo señalan como negativo. 

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Deja a un lado el teléfono móvil durante las relaciones sociales

Uno de los primeros estudios sobre el tema se llevó a cabo en 2012, poco después de que surgiera el término. En él, se pidió a un grupo de voluntarios que valoraran cómo se habían sentido al mantener una conversación con otra persona, con o sin el teléfono móvil presente.

Se vio que la sola presencia del teléfono hacía mucho más incómodas las conversaciones, especialmente cuando se estaban tratando temas emocionalmente importantes. Por eso, suele ser especialmente dañino en las relaciones de pareja.

Más tarde se publicó otro estudio en el que se reproducían los mismos experimentos que en este y, curiosamente, no se consiguió replicar los resultados. Es decir, los participantes nos mostraron esa insatisfacción en presencia de teléfonos móviles. Pero lo cierto es que hay otros muchos estudios, la mayoría bastante recientes, que sí que coinciden con aquella primera investigación.

De hecho, muchos de estos estudios se centran en cómo afecta el phubbing emocionalmente a quién lo recibe. En general, las personas que lo experimentan en sus relaciones sociales, sean del tipo que sean, se sienten peor emocionalmente e incluso experimentan sensaciones de aislamiento. 

Esto puede ocurrir en las relaciones de pareja, en las de amistad o incluso entre padres e hijos, pues hay estudios en los que se señala un efecto negativo en las emociones de los adolescentes cuyos padres practican el phubbing.

No todos los desprecios son iguales

Algo llamativo es que estos sentimientos negativos hacia el phubbing tienen una fuerte relación con el uso del teléfono móvil. De hecho, en 2021 se realizó un estudio en el que un grupo de voluntarios tenían que evaluar cómo se sentían al ser despreciados por alguien que miraba una revista o una persona que prestaba atención a su teléfono móvil. Curiosamente, hubo una percepción mucho más negativa en el segundo caso

Por todo esto, los expertos insisten en la importancia de desconectar las relaciones sociales. No se trata de sacar los teléfonos móviles de nuestras vidas. A estas alturas, difícilmente podríamos. Pero sí de disfrutar de los momentos en los que no son necesarios. Esos momentos nunca volverán. El correo electrónico, el feed de Instagram o los tuits seguirán ahí cuando lleguemos a casa.