Avatar 2: el sentido del agua es un recorrido no solo a través de nuevos territorios del ya icónico planeta. Asimismo, es una reinterpretación a un nivel profundo sobre la vida y la muerte. Lo que se demuestra de manera más clara con el personaje de Kiri, interpretado por Sigourney Weaver. Como se recordará, la actriz encarnó en la película original del 2009 a la doctora Grace Augustine, que murió tras resultar herida de gravedad. Por último, su espíritu se integró con Eywa, la deidad central de Pandora.

Para Avatar 2: el sentido del agua, James Cameron encontró una forma de mezclar la emotiva muerte de Grace con un nuevo concepto acerca de la vida. La actriz ahora encarna a la hija del personaje, concebida en su cuerpo fallecido y, en apariencia, sin padre conocido. Kiri, un prodigio físico inexplicable, termina por ser adoptada por Jake Sully y su familia. Pero, más allá de eso, demuestra que Eywa se manifiesta en formas por completo nuevas en la secuela del éxito del 2009. 

Por un lado, Grace parece haber regresado. De hecho, todo parece indicar que la entidad que sostiene al planeta escuchó las súplicas de los Na’vi y devolvió la vida al personaje. Pero no como todos esperaban — a la manera en que Jake Sully se integró al planeta — sino a través de una experiencia por completo nueva. Kiri es una criatura que desafía todas las reglas humanas con respecto a la forma de concebir la existencia. A la vez, demuestra que Pandora actúa un poder enigmático.

Kiri, uno de los grandes misterios de Avatar 2: el sentido del agua

El concepto de todo lo singular que rodea a Kiri se hace más complicado a medida que avanza la trama de Avatar 2: el sentido del agua. En especial, cuando la familia de Jake Sully se instala en el territorio de los Metkayina. Una vez allí, Kiri, que heredó la curiosidad, inteligencia y fuerza de voluntad de su madre, comienza una exploración de la región. Pero, más allá de eso, de su naturaleza inexplicable.

Pronto descubre que puede nadar a mayor profundidad, con mayor rapidez y habilidad que sus hermanos adoptivos en el reino submarino. Pero que, además, su esencia misma parece conectarse con su entorno de una manera total que ningún otro miembro de su familia experimenta. A través de todo el argumento, Kiri ha dejado claro que sabe, sin lugar a dudas, que hay un elemento distinto en su cuerpo y mente. “Escucho los latidos de Eywa”, explica en más de una ocasión. Algo que comprueba de manera real en los arrecifes. 

Kiri en Avatar 2: el sentido del agua
20th Century Studios

Es allí cuando demuestra poder controlar a otros seres vivos de Pandora. Además de tener un poder real que la vincula con la entidad mística del planeta en varios niveles distintos. En una de las escenas centrales de Avatar 2: el sentido del agua, Kiri se conecta a La ensenada de los ancestros, el equivalente del Árbol de la vida Metkayina.

Ese es el momento en que establece una clara conexión con Eywa e, incluso, llega a contactar a Grace dentro de la esencia misma de la deidad. Lo que termina por dejar claro que Kiri es mucho más que un prodigio biológico, pues parece algo más cercano a una manifestación viva de Eywa.

La vida y su poder en Pandora

¿Es Kiri una encarnación directa de la poderosa deidad de los Na’vi? La pregunta queda abierta y, de hecho, es evidente que el argumento intenta que el misterio sea parte de las muchas incógnitas que Avatar 2: el sentido del agua deberá resolver en el futuro. En especial, por el hecho de que es notorio que Kiri se hace cada vez más fuerte y es probable que su conexión con el entorno se haga más poderosa. 

Kiri en Avatar 2: el sentido del agua
20th Century Studios

Si en un punto evolucionó la historia original de Avatar fue en su forma de profundizar en el poder espiritual de Pandora. En especial, en el interrogante de si el planeta tiene pleno control de lo que le rodea. ¿Es posible que Eywa sea algo más que una idea abstracta?

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¿Podría ser un nivel de conciencia sofisticado que vincula de manera total a cada habitante con el ecosistema que lo rodea? La idea se hace cada vez más singular. En concreto, cuando Kiri, con su mera existencia, demuestra las ilimitadas posibilidades de la vida en el entorno de Eywa. ¿Veremos al personaje desplegar todos sus poderes? Solo resta esperar.