A veces, los mejores descubrimientos llegan por casualidad. Incluso por accidente. En algunas ocasiones, los responsables del hallazgo ni siquiera se dan cuenta, como Enrico Fermi, cuando no fue consciente de que había dividido el núcleo de un átomo pesado por primera vez, sentando las bases de la fisión nuclear. Otras veces, los descubridores sí se dan cuenta. De hecho, exprimen al máximo esa serendipia, como los científicos que dieron con los efectos de la viagra como efecto secundario de otro fármaco. Estos son algunos ejemplos conocidos, pero hay muchos más inventos de este tipo.

Desde el microondas a la sacarina, pasando por una importante mejora de las vacunas. En todo caso, había científicos o ingenieros trabajando en algo que finalmente no tuvo nada que ver con lo que terminaron descubriendo.

Vamos a ver algunos de esos inventos, aunque esta no es más que una pequeña muestra. Hay muchos más y todos nacieron con historias igual de curiosas.

Un invento dulce: la sacarina

Unsplash

La sacarina fue descubierta en 1879 por el químico ruso Constantin Fahlberg. Él mismo reconoció que el hallazgo tuvo lugar por casualidad, cuando se encontraba analizando compuestos químicos derivados del alquitrán de hulla. No obstante, no está claro exactamente cómo se dio cuenta de que había algo dulce ahí.

Hay quien dice que notó un sabor dulce en su mano mientras trabajaba con uno de estos compuestos: la sulfimida benzoica. Otra hipótesis es que dejó un cigarrillo en el lugar de trabajo, que este se pudo contaminar con el compuesto químico y que al llevárselo a la boca notó el sabor dulce. Sea cual sea la opción buena, parece ser que no trabajaba con muchas medidas de seguridad. Pero, al menos en este caso, esa falta de cuidado fue para bien. Muchos inventos también han llegado de esa forma.

Los pasos para llegar al microondas

Unsplash

El microondas pasó por varios pasos hasta llegar al invento que conocemos hoy en día. Todo empezó en 1945, cuando un ingeniero llamado Percy Spencer estaba trabajando con un nuevo tubo de vacío. Es decir, un componente electrónico que modifica las señales eléctricas mediante el movimiento de los electrones a un espacio vacío a muy baja presión.  Los hay de varios tipos y el que él estaba usando era un magnetrón, que se encarga de transformar esa energía eléctrica en energía electromagnética. 

Mientras trabajaba con él, Spencer se dio cuenta de que, al acercarse al magnetrón, una barra de caramelo de cacahuete que llevaba en el bolsillo se había derretido por completo. Pensó que, de algún modo, este podría calentar la comida, así que hizo varios experimentos con huevos y palomitas de maíz, que se cocinaron inmediatamente. Así, nació el invento del microondas, aunque inicialmente era un aparato de 340 kilogramos y casi 2 metros de alto, que además resultaba carísimo, así que no tuvo mucho éxito. Con el tiempo, se le fueron haciendo modificaciones que permitieron abaratar los costes de producción y fabricarlo más pequeños, por lo que se convirtió en un preciado electrodoméstico en todas las cocinas.

Pasteur y las vacunas atenuadas

vacuna de la viruela, cicatriz
Sam Moghadam (Unsplash)

Durante el siglo XIX, Louis Pasteur hizo grandes hallazgos en el área de la microbiología. Esto le permitió conocer mejor las enfermedades infecciosas, tanto humanas como animales, de modo que se le contrató para investigar el origen de varias epidemias.

Y concretamente estaba estudiando el cólera aviar que estaba arrasando en las granjas francesas cuando llegó a un gran hallazgo por simple casualidad. El procedimiento para estudiar la bacteria que causa el cólera era infectar a una serie de pollos con ella y, una vez que estos murieran, diseccionarlos y ver cómo había afectado a su organismo. 

Pero de manipular los pollos no se encargaba él, sino su ayudante. Un día, le pidió a este que se encargase de la infección antes de marchar de vacaciones, pero por algún motivo el hombre se olvidó. Se fue de vacaciones y no infectó a los pollos.

A la vuelta, Pasteur, que también se había marchado unos días, le dijo que no pasaba nada. Podía igualmente tomar ese cultivo, infectar a los pollos y seguir el procedimiento habitual. Pero no pudo ser, porque los animales enfermaron solo de una forma leve. Ante esta situación, Pasteur entendió que aquellos cultivos bacterianos se habrían debilitado después de tanto tiempo sin el aporte necesario de nutrientes y oxígeno. Por eso, preparó un nuevo cultivo para infectar a esos mismos pollos. Esperaba que ya todo fuese como siempre; pero, para su sorpresa, esta vez los pollos no enfermaron. Ni siquiera de forma leve. Habían quedado vacunados. Así, Pasteur descubrió que los microbios podrían atenuarse para fabricar vacunas que preparasen al sistema inmunitario para combatir a un microorganismo, pero sin que este causase síntomas graves. Había descubierto las vacunas atenuadas.

Páncreas y diabetes: no es un invento, pero sí un gran hallazgo

En 1889, los médicos Oscar Minkowski y Josef von Mering tenían ciertas discrepancias sobre el papel del páncreas en la digestión. Mering opinaba que una serie de enzimas producidas en este órgano eran necesarias para descomponer los ácidos grasos en el intestino, pero Minkowski no estaba de acuerdo. 

Su forma de comprobarlo fue extirpar el páncreas a un perro y ver cómo afectaba esto a su digestión. Pero lo que vieron fue otra cosa. Y es que, del mismo modo que los diabéticos, el perro comenzó a orinar mucho más de lo normal. Además, se dice que también observaron que las moscas se acercaban a la orina del perro como si fuese miel.

Sorprendidos, analizaron la orina y vieron que tenía unos niveles muy elevados de glucosa. Sin quererlo, le habían provocado una diabetes al animal. Su hallazgo quedó aquí, pero sentó las bases para que se descubriera el importante papel de la insulina, que a día de hoy ha mejorado muchísimo la calidad de vida de los diabéticos.