En los últimos días, hemos conocido noticias muy interesantes sobre la fusión nuclear. Esta es una forma de obtención de energía que dista aún de ser eficiente, aunque con las últimas investigaciones parece viable que lo sea en un futuro. Mientras tanto, en el campo de la física nuclear, la fisión sigue siendo la única técnica posible para obtener energía. Hace mucho más años que se conoce y se ha perfeccionado mucho más, desde que fue descubierta por varios científicos en los años 30 del siglo pasado. Uno de ellos fue Enrico Fermi, un físico italiano que a día de hoy se considera como la primera persona que logró dividir un núcleo en dos. Todo ello, como pasa tan a menudo en ciencia, por simple casualidad.

De hecho, él mismo no fue consciente de lo que había hecho y se tardaron varios años en que otros científicos lo confirmaran. Se considera que él desarrolló el primer reactor nuclear y muchos le conocen como el arquitecto de la bomba atómica. Sin embargo, el tema de la fisión nuclear es más complejo, pues hubo varios físicos implicados. Entre ellos varias mujeres.

¿Pero qué fue lo que ocurrió exactamente? ¿Cómo se puede dividir un núcleo y no ser consciente de ello? 

Fisión nuclear: cuando los átomos se ‘resquebrajan’

Los actuales reactores nucleares funcionan mediante fisión nuclear. Es decir, por la división del núcleo de átomos pesados en otros más ligeros. Es un proceso muy energético que, además, libera neutrones del núcleo fisionado, que colisionan con otros átomos, dando lugar a otra fisión y así sucesivamente.

El papel de Fermi

Hasta llegar a la fisión nuclear, hubo que recorrer un largo camino en el que intervinieron muchos científicos.

En primer lugar, Irene Curie y su marido Frédéric Joliot descubrieron la radiactividad artificial. Es decir, consiguieron que átomos de elementos estables se desintegraran radiactivamente mediante el bombardeo de partículas concretas, en condiciones determinadas.

El hallazgo fue todo un hito, pues podría tener grandes aplicaciones. Por eso, otros muchos científicos siguieron trabajando sobre él. Uno de ellos fue el propio Fermi, quien quiso intentar hacer lo mismo, pero usando neutrones. El matrimonio francés había usado partículas alfa, que presentan el problema de poder desviarse por la carga positiva de los protones del núcleo. Esto se soluciona con un mayor aporte de energía, mediante aceleradores de partículas. Por eso, Fermi, en cuyo laboratorio no disponían de acelerador de partículas, pensó que la solución podría estar en los neutrones. Estas son partículas sin carga, por lo que no se desviarían y no necesitarían tanta energía. 

Decidió hacerlo con una fuente de neutrones de radón-berilio. Primero bombardeó platino, sin éxito. Sin embargo, después pasó a aluminio y otros elementos que sí terminaron desintegrándose como si fuesen radiactivos. En total, indujo radiactividad en 22 elementos diferentes, marcando un hito en la reciente historia de la física nuclear. En el caso del uranio, detectó la liberación de átomos más ligeros que el inicial que, según él, debían tratarse de nuevos elementos, a los que bautizó como hesperium y ausonium. Esta hipótesis fue discutida por la química Ida Noddack, quien señaló que en algunos de los experimentos podrían haberse obtenido átomos más ligeros por el bombardeo de los nuevos neutrones liberados en el proceso. Sin embargo, su hipótesis no se tomó en serio, pues en esos momentos no se consideraba que la fisión nuclear pudiese ser posible.

Así, en 1938, Fermi ganó el premio Nobel por "sus demostraciones de la existencia de nuevos elementos radiactivos producidos por irradiación de neutrones, y por su descubrimiento relacionado de las reacciones nucleares provocadas por neutrones lentos". Nada más.

Wikimedia Commons

La fisión nuclear que pasó desapercibida

En 1939, la física Lise Meitner y su sobrino, Otto Frisch, reprodujeron los experimentos de Fermi y comprobaron que al bombardear con neutrones el uranio se obtenían nuevos átomos más ligeros, con un peso atómico similar. No eran nuevos elementos, sino la división del átomo de uranio. Así, quedó demostrado que la fisión nuclear sí era posible y que, de hecho, Fermi ya la había logrado años atrás, sin ni siquiera darse cuenta.

Fue uno de esos descubrimientos que llegaron por casualidad y que a veces pueden pasar desapercibidos. A día de hoy, muchos científicos considera que aquel despiste fue una suerte. Y es que, al menos, el hallazgo que llevó a la bomba atómica transcurrió con 5 años de retraso. Si hubiese estado más avanzado, quizás la Segunda Guerra Mundial habría sido todavía más cruenta de lo que fue. Y eso son palabras mayores. 

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