Babylon, dirigida por Damien Chazelle y protagonizada por Margot Robbie, es uno de los grandes fracasos de taquilla del año. Eso, a pesar de su asombrosa puesta en escena y un gran elenco de estrellas, que incluye también a Brad Pitt y Tobey Maguire. Considerada hasta hace poco como una infaltable en la lista de los Oscar de la Academia del año próximo, terminó por ser una decepción. También, el segundo proyecto que Robbie encabeza y que termina por hundirse en un mar de críticas y en la indiferencia del público.

Lo anterior a pesar de que en varias escenas de la película, la Nellie LaRoy encarnada por la intérprete es la estrella absoluta de la secuencia. La actriz brilla, con un encanto y un talento que recuerda a las grandes figuras de la época dorada de Hollywood. Que, sin duda, es la intención del director. La criatura fílmica de Chazelle es talento en estado puro. Nellie canta, baila, llora, ríe y, por último, protagoniza su rápida caída a los infiernos de la avaricia, mientras la cámara contempla embelesada su rostro.

Sin disimular su intención de ponderar acerca del gozo oscuro de las tentaciones, el guion sigue la evolución de esta mujer que encarna a todas las starlettes de la meca del cine de la década de los años veinte, hasta sus últimas consecuencias. La película de Chazelle es oropel y brillo artificial, un melodrama doloroso —otro— sobre la industria cinematográfica, sus miserias y tinieblas.

Pero la película del autoproclamado rey del nuevo musical, falla. El argumento quiere mostrar el sufrimiento a través de Hollywood como un monstruo voraz capaz de canibalizar a sus rostros más reconocibles. Pero le falta elegancia, un grado de sofisticación a la altura de sus ambiciones. También, algo más: un guion que comprenda mejor a su estrella central.

Babylon

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Babylon, dirigida por Damien Chazelle y protagonizada por la actriz Margot Robbie, es uno de los grandes fracasos de taquilla del año. Es el segundo proyecto que Robbie encabeza y que termina por hundirse en un mar de críticas y en la indiferencia del público.
Eso, a pesar de que varias escenas de la película, la Nellie LaRoy encarnada por la intérprete es la estrella absoluta de la secuencia. La actriz brilla, con un encanto y un talento que recuerda a las grandes figuras de la época dorada de Hollywood. Que, sin duda, es la intención del director. La criatura fílmica de Chazelle es talento en estado puro. Nellie canta, baila, llora, ríe y por último, protagoniza su rápida caída a los infiernos de la avaricia, mientras la cámara contempla embelesada su rostro. ¿Por qué falló la película de formas tan estrepitosas?

Puntuación: 3 de 5.

Brillo, asombro y una premisa insatisfactoria: el fracaso de Babylon

Otra vez, Margot Robbie es un personaje confuso en una historia escrita a su mayor gloria. Babylon desea explorar en aspectos distintos de Hollywood. Desde el mundo de los actores y actrices, hasta los malévolos productores. La película profundiza en la precariedad del estrellato. 

De modo que Chazelle exige a su actriz ser un punto de poder. Sea lo que sea que eso signifique. Pero Robbie no logra sostener el proyecto sobre sus hombros. No porque su actuación no sea sólida o su carisma cegador, sino por algo más incómodo. Babylon depende casi en exceso de la intérprete como figura para triunfar. Sin otro aliciente como una historia apasionante o la capacidad para profundizar de forma apropiada en sus temas fundamentales. En lugar de eso, escogió una actriz que encarnara las virtudes y desventuras de su historia. 

Como en la fallida Ámsterdam de David O. Russell, Robbie es en Babylon una figura misteriosa, el centro de gravedad alrededor del cual orbitan el resto del elenco. Solo que, esta vez, es más evidente que Chazelle intentó que buena parte de la premisa tuviera una relación directa con Robbie. Al final su figura parece aplastada por el peso excesivo de las exigencias de un argumento vacío.

¿Qué es lo que provoca un efecto semejante? Culpar a la actriz, es desde luego excesivo e injusto. Pero, en realidad, parece tratarse de la necesidad de Hollywood de llevar el análisis sobre sus miserias a otro nivel y dimensión. Usar, además, a una mujer símbolo para narrar su historia actual. 

La Industria, herida de gravedad después de dos años de parón obligatorio, mostró en 2022 sus mejores armas, todas sus herramientas. Una de ellas fue volver a las grandes producciones con presupuestos abultados, elencos de la lista AAA y argumentos creados para la lágrima fácil o el asombro inmediato.

Otro fallo más en la línea de fracasos de Margot Robbie

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En una casualidad lamentable, Margot Robbie ha sido parte de dos producciones fallidas que demuestran lo desgastado de una fórmula tradicional en el cine. Mezclar un elenco de rostros populares con una historia dramática destinada a ser un vehículo para su lucimiento, parecía una manera infalible de asombrar a la audiencia. Pero luego de la pandemia, las cosas no son tan sencillas. 

Los dos años de parón obligatorio hicieron al público más exigente, pero, también, más consciente de la experiencia en cine. Maravillas tecnológicas como Avatar 2: el sentido del agua deslumbran y decepcionan al mismo tiempo. Los cielos despejados de Top Gun: Maverick recordaron a la audiencia épocas más simples y amables. Al contrario, la pomposa Ámsterdam, defraudó. 

Ahora, lo hizo Babylon, con su reflejo de un Hollywood idealizado, inimaginable para esta época hipercomunicada. Entre ambas historias, hay un hilo conductor. La necesidad de una figura fulgurante central que se robe todas las miradas. Robbie podría serlo. Pero, hasta ahora, el experimento no ha dado resultado.

Una actriz extraordinaria en medio de los límites de su asombrosa belleza

Margot Robbie es una de las grandes actrices de su generación. Puede parecer una frase cliché que, sin embargo, en esta oportunidad la defien en todo su poder. Robbie no solo es talentosa, polifacética, brillante como productora e intuitiva como artista integral. Es, también, una doble nominada al Oscar y una figura sólida en un Hollywood que necesita urgentemente de ellas.

Su carrera ha sido, al menos al principio, muy semejante a otras grandes figuras convertidas en sólidos tótems de prestigio en Hollywood. A la manera de Charlize Theron y Cate Blanchett, Margot comenzó con pequeños papeles. Hasta que I, Tonya de Craig Gillespie demostró toda su osadía y temple. 

Interpretar a una de las figuras deportivas infames de la historia contemporánea de Estados Unidos, la llevó a nuevos estratos. Además, demostró su innegable capacidad camaleónica. Mientras tanto, la actriz se atrevía a pasar del cine de animación, al de superhéroes y al drama. Todo con igual encanto e idéntica habilidad.

Pero Margot Robbie, al menos en los estándares de Hollywood, todavía no forma parte de su realeza. No a un nivel como el de Blanchett, que protagonizó Tar (2022) para demostrar que su carrera comienza a hacerse tan sólida como su espléndida madurez. 

Tampoco tiene la elegancia de Julia Roberts o Amy Adams. Margot Robbie es muy joven aún para llegar a los umbrales de Nicole Kidman. A la vez, está lejos de los papeles de frágil ninfa con un trasfondo singular de Anya Taylor-Joy. De modo que la actriz sigue en busca de su lugar. Además, toma decisiones con inteligencia.

En 2014 comenzó a producir sus propias películas con LuckyChap Entertainment, que se considera una de las mejores productoras de Hollywood. Así que la actriz, elabora su carrera con cuidado. La hilvana con buen pulso y tiene la suficiente sensatez para conocer lo que necesita para triunfo mayor. Por eso, sus decisiones en papeles pequeños, cameos, talento vocal, producciones de autor.

Margot Robbie y los pequeños desastres

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No obstante, es la maquinaria de Hollywood la que empuja a Robbie en producciones cuyo mayor sustento es su presencia. Ámsterdam contaba con varios de los mejores actores de la industria, un presupuesto inaudito en una película con un guion dramático. Pero, nuevamente, la actriz era el punto esencial. Para la ocasión, interpretaría a la musa, el rostro inolvidable, al centro de un romance delicioso y delicado, que celebraba el bien de la esperanza. Pero el largometraje estuvo lejos de cumplir las expectativas, tanto de calidad, como taquilla y crítica. 

Margot Robbie se encuentra en el centro de dos fracasos importantes. La actriz parece ser un elemento que la industria intenta utilizar para recordar el brillo que ya no posee. Por eso, el descalabro de dos producciones destinadas a mostrar el músculo de Hollywood nos resulta tan incómodo. A la vez, demuestran que Robbie en una pieza frágil de un juego mucho más grande. ¿Qué necesita para encontrar su lugar? Quizás, seguir su instinto, antes de la ambición de una industria que juega a explotar su valioso potencial.