Gran parte de Europa se encuentra actualmente sumida en una inmensa ola de frío. Países como Reino Unido pasarán buena parte de la semana bajo alerta amarilla por nieve, niebla y heladas. Muchos trenes y aviones han debido cambiar sus horarios o cancelar sus rutas, por miedo a las inclemencias del tiempo. Esto es algo que ha ocurrido también en Polonia, donde se ha registrado además un gran aumento de los casos de accidentes de tráfico. No es para menos, pues las heladas están servidas con temperaturas que están alcanzando los -20 °C por las noches. La lista de países es mucho más larga, pero en todos ocurre lo mismo: las temperaturas han caído abruptamente, dando lugar prácticamente a un inicio súbito del invierno. ¿Pero a qué se debe todo esto?
Según explican desde The Guardian, la clave está en un vórtice polar débil y dividido en la estratosfera, que causó la semana pasada un gran aumento de la presión en Groenlandia. Todo esto, a su vez, provocó que el viento arrastrase el aire frío del Ártico hacia Reino Unido y, de ahí, a otros puntos del centro y el oeste de Europa.
Se espera que la situación siga igual durante toda la semana. No será hasta el fin de semana cuando por fin los sistemas de baja presión lleguen a Europa occidental, provocando un aumento de las temperaturas. En la zona norte, en cambio, la situación tardará un poco más en variar.
¿Tiene que ver la ola de frío con el cambio climático?
Este frío inmenso puede llevarnos a pensar que es culpa del cambio climático. Sin embargo, establecer correlaciones con un fenómeno concreto no es sencillo. No podemos asegurar que esta ola de frío en concreto se deba al cambio climático. Lo que sí sabemos es que este irá trayendo cada vez más temperaturas extremas. Y eso supone más olas de calor, pero también más olas de frío.
En las zonas más afectadas por esta ola de frío, las temperaturas están muy por debajo de la media en esta época del año. No obstante, en algunos países, como España, la ola de frío no ha hecho más que traernos las que deberían ser las temperaturas normales de las primeras semanas de diciembre. Hemos tenido un calor y una sequía muy poco habituales para la estación otoñal y por fin el clima comienza a ir acorde con la época del año en la que nos encontramos. Y ha hecho falta una ola de frío para que ocurra. Eso sí que debería hacernos pensar en el cambio climático.
Una situación peligrosa
Independientemente de que esta ola de frío tenga relación con el cambio climático o no, un nuevo estudio publicado recientemente en la revista Circulation, hace una advertencia sobre las temperaturas extremas asociadas al cambio climático. Concretamente, señala el hallazgo de un aumento de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares asociado al desarrollo de una mayor cantidad de olas de frío y calor.
De hecho, en dicha investigación se observa que el frío extremo supone un aumento del 37% en el riesgo de morir de las personas con insuficiencia cardíaca. En cuanto a las olas de calor, el riesgo era un 12% mayor que con las temperaturas consideradas normales.
Este es un riesgo a tener en cuenta, pero sin olvidar otros mucho más evidentes, como las inundaciones o los accidentes causados por las heladas. De hecho, durante la actual ola de frío de Europa, se han reportado ya algunas muertes por estos motivos. Por ejemplo, en Bosnia se ha reportado recientemente el fallecimiento de una persona por un corrimiento de tierras.
En definitiva, la ola de frío que azota Europa puede deberse o no al cambio climático. Pero lo que está claro es que el cambio climático nos traerá más como ella y que eso puede suponer riesgos a los que debemos prestar atención.