El Mauna Loa, el volcán más grande del mundo en términos de volumen y superficie, ha entrado en erupción después de casi 40 años dormido. Los geólogos están muy atentos a la fuente de lava que fluye lentamente por su exterior, pero también a una especie de pelos dorados que se extienden alrededor, posándose sobre el suelo, los árboles y cualquier superficie cercana. Se trata de unas estructuras conocidas como cabellos de Pelé y tienen mucho que contar sobre un volcán.

Se denominan así en honor a Pelé, la diosa hawaiana de los volcanes. Sin embargo, estas estructuras, consistentes en hebras delgadas de fibra de vidrio, se han detectado también tras la erupción de volcanes en otros lugares del mundo. Por ejemplo, se han visto en el Masaya de Nicaragua, el Etna de Italia, el Erta’ Ale de Etiopía y en volcanes islandeses. En estos últimos, de hecho, tienen su propio nombre; pues, en vez de cabellos de Pelé, se conocen como pelos de bruja (nornahár).

Más allá de su curioso aspecto, sorprendentemente parecido al de verdaderos cabellos dorados, estas estructuras tienen una gran utilidad, ya que son de las primeras en aparecer tras una erupción. Por eso, pueden dar información valiosa sobre la actividad y el interior del volcán. Es el motivo por el que, en estos momentos, los geólogos desplazados a Hawái tienen su mirada puesta también en ellos. Así, podrán colocar algunas de las piezas que expliquen esta curiosa erupción. 

¿Qué tiene de especial esta erupción del volcán Mauna Loa?

La primera erupción registrada del Mauna Loa tuvo lugar en 1843. Desde entonces, el volcán ha estallado un total de 33 veces, con un distanciamiento medio de 5 años entre unas y otras. Sin embargo, en 1984 se sumergió en un largo letargo, que lo mantuvo dormido hasta ahora. Esta vez han sido 38 años los que han pasado hasta esta nueva erupción, que tuvo lugar el pasado domingo, 27 de noviembre.

Afortunadamente, al contrario que otros volcanes, el Mauna Loa no suele tener erupciones explosivas. La lava fluye lentamente por su pendiente, por lo que no suele causar grandes daños. Y esta vez tampoco lo ha hecho. Como mucho, según ha explicado a BBC Andrew Hooper, profesor de Geofísica en la Universidad de Leeds, podría generarse lo que se conoce como niebla volcánica. Esta se forma cuando los gases emitidos por el volcán reaccionan con la humedad del aire. En ese caso, la calidad del mismo disminuye y las personas que se encuentran cerca pueden tener irritaciones oculares o de las vías respiratorias. No obstante, por el momento, la calidad del aire no es mala. 

cabellos de pelé
Cabellos de Pelé (Wikimedia Commons)

¿Qué son los cabellos de Pelé?

Cuentan las leyendas hawaianas que Pelé era una diosa rubia, con muy mal genio, que vivía en el interior del Mauna Loa. Cuando entraba en cólera, el volcán estallaba, liberando sus cabellos y sus lágrimas.

Los cabellos de Pelé son hebras de fibra de vidrio que se forman cuando la lava se enfría al salir despedida de un volcán. Su longitud va de 5 a 15 centímetros y el grosor de 1 a 300 micras. En cambio, cuando se vitrifican en forma de gotas, hablamos de las lágrimas de la diosa.

Sea como sea, tanto unas estructuras como otras pueden dar información muy valiosa sobre un volcán. Por ejemplo, pueden arrojar datos sobre la composición de la cámara de magma del volcán, ya que las sustancias en cuestión quedan cristalizadas dentro de estas estructuras. Además, en el caso de las lágrimas, dan información sobre la velocidad de la erupción. 

En el caso del Mauna Loa, los geólogos ya han detectado grandes cantidades de cabellos de Pelé a su alrededor, por lo que han procedido a la toma de muestras para su estudio. Esperan obtener datos interesantes sobre el volcán. Eso sí, estudios anteriores han mostrado que, al ser estructuras tan pequeñas, los cabellos de Pelé se pueden contaminar rápidamente con otras sustancias presentes en el aire. Por eso, si bien son útiles al principio de la erupción, más tarde es mejor recurrir a estructuras más voluminosas, como los lapilli de los que tanto se habló tras la erupción del volcán de La Palma.

De momento, los restos del enfado de la diosa son la mejor forma de estudiar esta tardía erupción. Más tarde, el propio volcán arrojará otras piezas importantes del rompecabezas. 

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