A 670 millones de años luz de la Tierra se encuentra la fusión de galaxias Arp-Madore 417-391. Mientras el James Webb se concentra en el estudio de exoplanetas, el Hubble sigue orientado a captar imágenes extraordinarias del universo en el que vivimos. Así, esta semana ha sido capaz de traernos esta alucinante fusión de galaxias que se han convertido en una especie de anillo gracias a la gravedad.
Ambas galaxias, que van camino a convertirse en una sola, se encuentran en la constelación de Eridanus. Esta colisión de magnitudes cósmicas ha conseguido distorsionar la gravedad en la que se mueven ambas galaxias. De esta forma, les ha dado forma de anillos, dejando los núcleos de ambas galaxias lado a lado.
Esta forma recuerda ligeramente a dos yemas de huevo flotando en un cuenco, y se une a la colección de galaxias en vías de fusión que han captado el Hubble y el James Webb en los últimos meses. Cada imagen es más increíble que la anterior, y ofrece un vistazo de qué ocurrirá con la Vía Láctea, nuestra galaxia, cuando se encuentre con Andrómeda dentro de miles de millones de años.
Así ha capturado el Hubble esta imagen a millones de años luz
En la web de la ESA (Agencia Espacial Europea), nos comentan que el telescopio espacial Hubble ha usado su Cámara Avanzada para Sondeos (ACS) en la captura de este par de galaxias. Aunque el instrumento está optimizado para la búsqueda de cúmulos de galaxias en el universo primitivo, también permite ver postales tan lejanas y alucinantes como esta.
El Hubble ya lleva casi tres décadas al servicio de la humanidad. Desde su puesta en marcha, ha contribuido con descubrimientos científicos de todo tipo, incluyendo la cartografía y distribución de la materia oscura, y hasta la evolución de cúmulos de galaxias enteros.
Aunque la imagen es llamativa e increíble, su verdadera utilidad recae más allá. Forma parte de un proceso de selección del Hubble para capturar objetos celestes llamativos. De esta forma, los científicos e investigadores podrán hacer seguimiento de estos cuerpos con otros telescopios, como el James Webb, u otros posicionados sobre tierra.
Gracias a lo anterior, los astrónomos pueden crear un registro de galaxias y estudiar su evolución con distintas herramientas. Todo esto no solo nos permite comprender el funcionamiento de otras coordenadas en el espacio, sino también la nuestra.