Ahora que ha empezado el mundial de Qatar es un buen momento para hablar sobre la luz en los estadios de fútbol. No hay más que echar un vistazo para ver que se encuentran entre los edificios más iluminados de las ciudades. Incluso en aquellas que intentan cambiar sus estrategias de alumbrado para combatir la contaminación lumínica, parecen casi intocables. Y es verdad que podría tener cierto sentido durante los partidos, ¿pero por qué siguen iluminados de tal manera también durante el resto del tiempo? Hay muchas respuestas al respecto, pero una de las más curiosas, y la única que podría considerarse comprensible, es el uso de iluminación para favorecer el crecimiento del césped.

No debemos olvidar que esa alfombra verde sobre la que juegan los futbolistas es una planta y, como tal, necesita luz para llevar a cabo la fotosíntesis. Sin embargo, las inmensas gradas de los estadios de fútbol generan tanta sombra que la luz solar que realmente llega hasta la vegetación es muy débil.

Por eso, en muchos estadios se usa la estrategia de colocar iluminación artificial, también por la noche. Esto tiene ventajas; pero, como es lógico, también muchas desventajas. Y es que puede que se favorezca la vegetación que se encuentra dentro del estadio de fútbol. Pero los seres vivos que se ven perjudicados por esa consideración son muchísimos más que los beneficiados. Incluso si entre esos seres vivos contamos a todos los aficionados a este deporte.

¿Por qué el césped necesita luz?

Sí, el césped necesita luz para poder realizar la fotosíntesis. Este es un proceso por el cual convierten la materia inorgánica en materia orgánica de la que obtener nutrientes. Para ello, deben tener un buen aporte de luz, que aporta la energía necesaria para llevar a cabo el proceso. 

La fotosíntesis consta, a grandes rasgos, de dos fases, una luminosa y otra oscura. En la luminosa, los fotones de la luz solar actúan sobre las moléculas de un pigmento, llamado clorofila, provocando que pierdan algunos electrones de su última capa. Así, comienza una reacción en cadena, en la que esos electrones se van desplazando, provocando que otras moléculas pierdan aún más electrones. Estas partículas suelen estar apareadas, por lo que unos electrones van ocupando el hueco que dejan otros. El proceso es algo similar a una corriente eléctrica y el resultado es la obtención de ATP, una molécula que se utiliza como moneda de cambio energético. Además, se obtiene NADPH, que es una molécula esencial para las reacciones en las que se obtienen esas sustancias orgánicas con las que la planta se nutre. 

En cuanto a la fase oscura, la planta aprovecha tanto el CO₂ presente en el medio como el ATP y el NADPH que se obtuvieron en la fase anterior, para fabricar moléculas orgánicas. Por fin puede fabricarse su alimento. Esto indica que se necesita un buen aporte de luz, y también fases oscuras. 

La luz solar que llega durante el día a los estadios de fútbol no es suficiente para que el césped pueda llevar a cabo la fase luminosa. Hay demasiado sombra y no podría ponerse en marcha la cadena de transporte de electrones adecuadamente. Por eso, durante años se ha investigado la posibilidad de aportar luz artificial y se han obtenido resultados interesantes.

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Estadios de fútbol en los que se ‘imita’ el Sol

Para comprobar la eficacia de la luz artificial para el buen crecimiento del césped, se han llevado a cabo estudios en estadios de fútbol como el del Sevilla FC. Y el del Villareal FC. En estos dos, según explican desde la Asociación Española de Greenkeepers, se hizo una comparativa de las lámparas de sodio, utilizadas tradicionalmente, y las luces LED.

En este punto, es muy importante un parámetro conocido como radiación fotosintéticamente activa (PAR por sus siglas en inglés). Este hace referencia a la porción del espectro electromagnético que es capaz de producir actividad fotosintética. Además, teniendo en cuenta este valor, se pueden medir el punto de compensación y el punto de saturación para la luz. El primero es el nivel de radiación PAR en el cual la fotosíntesis bruta y la respiración de la planta se igualan. En cuanto al segundo, se define como el nivel de radiación PAR en el cual la fotosíntesis neta alcanza el máximo. Finalmente, se debe analizar la eficiencia cuántica. Es decir, la cantidad máxima de CO₂ que una planta puede asimilar por cada fotón de luz que recibe.

Al analizar estos valores con luz natural, con luz de lámparas de sodio y con LEDs, se vio que, para cuatro variedades de césped analizadas, las bombillas LED supondrían el sistema más eficiente. Por eso, es precisamente el que se usa normalmente en los estadios de fútbol. Esas luces blancas tan intensas que vemos en este tipo de edificios buscan, en parte, el crecimiento del césped. Pero también plantean ciertos problemas.

La falta de oscuridad en los estadios de fútbol también perjudica al césped

Para empezar, por muy útil que sea la luz para llevar a cabo la fotosíntesis, debemos recordar que la segunda fase se lleva a cabo en oscuridad. Por eso, si se expone el estadio a la luz solar durante todo el día, y la artificial durante la noche, el remedio podría ser peor que la enfermedad. 

De hecho, según ha explicado a Hipertextual un biólogo especializado en fisiología vegetal, que trabaja con diferentes tipos de cámaras de cultivo de plantas e invernadero, se necesitarían al menos cuatro horas de reposo. “El fotoperíodo largo que se suele usar en los invernaderos y en las cámaras de cultivo es de 16 horas de luz y 8 de oscuridad, aunque se puede ampliar a 20/4”, señala. “Vamos, que podríamos pensar que al tiempo tendrían que reemplazar todo el césped si no lo tienen todo muy controlado y les dejan al menos unas 4 horas de reposo”.

Esto es porque no disponen de esa fase oscura para fabricar materia orgánica. Y también porque un mantenimiento continuado del transporte de electrones puede dar lugar a la formación de especies reactivas de oxígeno (ROS). Estas son moléculas muy reactivas, por la presencia de electrones sin aparear en sus capas más externas, y su acumulación puede estresar a la planta.

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El problema de la contaminación lumínica

El mundial de Qatar ya está bastante acompañado de problemas éticos. Pero, además, los estadios de fútbol de esta y otras ciudades suelen arrojar el problema nada desdeñable de la contaminación lumínica. La luz azul/blanca de los estadios supone un problema más que demostrado para la observación del cielo nocturno. Pero eso no es todo.

También puede afectar a la salud de los seres vivos. Desde los propios humanos hasta la flora y la fauna que habitan cerca de los estadios de fútbol. Por ejemplo, se ha observado que muchas aves pueden sufrir accidentes al sentirse deslumbradas por las luminarias nocturnas. Además, dado que la luz blanca de los LEDs recuerda a la de la Luna, aquellas que usan nuestro satélite para guiarse en sus migraciones pueden perder el rumbo. Algo similar ocurre con los insectos, que vuelan en dirección a la Luna y acaban confundiéndose. Como consecuencia, acaban muriendo achicharrados en las bombillas o volando en círculos totalmente aturdidos.

También se puede alterar la floración de plantas que siguen los ciclos de luz y, con ello, poner en peligro a los animales que se alimentan de ellas. Es todo un círculo vicioso que se solucionaría con algo tan simple como cubrir los estadios de fútbol.

La paradoja de la clorofila

La clorofila es verde. Por lo tanto, al incidir la luz sobre ella, absorbe todas las longitudes de onda excepto las que se corresponden, precisamente, con el verde. En consecuencia, para que el césped crezca, se puede iluminar el césped con luz roja (amarilla, anaranjada, roja) y/o con luz azul (azul, violeta).

Según ha explicado a Hipertextual David Galadí, doctor en astrofísica y experto en contaminación lumínica, resulta paradójica la sensibilidad de la clorofila al azul, el violeta e incluso el ultravioleta cercano, ya que el Sol emite poca radiación en ese intervalo. Podría deberse a limitaciones físico-químicas. No obstante, "tiene sentido aprovechar esa parte de la luz solar porque, aunque caigan pocos fotones de esos intervalos, son los más energéticos".

Por eso, y porque producen más luz por cada vatio de electricidad, el uso de las LEDs frente a las antiguas lámparas de sodio, con una luz mucho más cálida, no deja lugar a discusión.

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No todo es hacer crecer el césped en los estadios de fútbol

Es importante tener en cuenta que esta no es la única iluminación que vemos en los estadios de fútbol. "Las luces de los estadios, las de las torres de iluminación o las del perímetro de las gradas, son para alumbrar el terreno de juego para el público, los equipos y para las cámaras de televisión", recuerda el astrónomo. "No son esas las luces que se usan para hacer crecer la hierba". En realidad, las que se emplean para el césped consisten en unos paneles LED ubicados sobre carritos a un metro del suelo. Sin embargo, que esté más abajo no significa que no genere contaminación lumínica.

"La intensidad en términos de energía lanzada sobre cada metro cuadrado es mucho mayor que la que proyectan los focos blancos de alumbrado para visión y emisión de TV. Es una intensidad brutal, no olvidemos que tiene que emular la fuerza del Sol. Las luces de alumbrado, que nos parecen tan intensas, en realidad no inducen ninguna cantidad significativa de fotosíntesis, no ya por una cuestión de espectro, sino de intensidad. La luz que se escapa de estas luces para crecimiento de la hierba, sobre todo la reflejada hacia el cielo, es una gran fuente de contaminación lumínica."

David Galadí, astrofísico

Todo esto, en realidad, podría tener una solución sencilla. "Los aparatos iluminadores para crecimiento de la hierba podrían estar apantallados de manera que bloqueen la luz reflejada hacia arriba", explica Galadí. "Esto es trivial de hacer y si no se ha instalado es porque nadie tiene la más mínima percepción de que haya un problema con la contaminación lumínica, o sea, ni han caído en que están provocando una forma de contaminación que afecta al cielo, a los ecosistemas y a la salud humana". Además, podría solucionarse con algo tan simple como el uso de césped artificial. No obstante, no parece que sea una opción a la que los futbolistas estén dispuestos.

¿Por qué no se usa césped artificial en los estadios de fútbol?

Algunos estadios de fútbol usan césped artificial. Otros comienzan ya a emplear una mezcla de ambos tipos. Pero, en general, lo más habitual es usar el natural, pues así lo prefieren los futbolistas. De hecho, en el mundial de Qatar se está usando también este tipo de césped.

Las razones de los futbolistas pueden leerse en un informe publicado por la Féderation Internationale des Associations de Footballeurs Professionnels (FIFPro), en el que se recoge una encuesta sobre el uso de diferentes superficies de juego en las ligas profesionales de Suecia, Noruega y Dinamarca. En ella, se mostró que el 85% de los jugadores profesionales de esos países prefieren jugar sobre césped natural. Sin embargo, es extrapolable también a otros países.

Esto, por un lado, puede deberse a una menor probabilidad de desarrollo de lesiones, ya que se calcula que el estrés en el ligamiento cruzado anterior, así como en otras articulaciones, aumenta en un 45% cuando se juega sobre césped artificial. Además, muchos jugadores se quejan de que afecta al rebote del balón, por lo que es más impredecible.

Todo esto ha llevado a que la mayoría de grandes estadios de fútbol recurran al césped natural y, con él, a la luz artificial. Puede que no haya más remedio. Pero sigue existiendo la opción de cubrir el campo para que esa luz no contamine todo lo que hay a su alrededor. El fútbol mueve una gran cantidad de público y muchísimo dinero. Pero ni siquiera eso es capaz de compensar los terribles efectos de la contaminación lumínica. 

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