Seis temporadas de Élite en Netflix y la sospecha se va transformando en certeza: el discurso y los excesos se están agotando. La producción, desarrollada por Carlos Montero y Darío Madrona, vuelve sobre el paso de adolescentes que forman parte de un mundo distorsionado. Su viaje sirve de vehículo para abordar distintos problemas e intereses contemporáneos. ¿Pero cuánta agua puede sacarse de este pozo?

Élite entretiene a partir de la recreación de un universo lleno de estereotipos explícitos. Tanto miedos como anhelos y deseos se representan de forma hiperbólica. La persona adicta a las redes sociales no suelta su teléfono en casi ningún momento. El entorno que cuestiona a la víctima de abuso sexual la revictimiza cruelmente. El futbolista entregado a las fiestas no baja el volumen de la música.

Un relato entre adolescentes que viven cuestiones de adultos. Quizá esto sea una trampa de los productores, quienes podrían sugerir que los adultos, en el fondo, son adolescentes que van dando volantazos por la vida. No está claro. La línea es delgada cuando se trata de Élite y su sexta temporada por cuán distorsionado está todo. Entonces, la pregunta vuelve a caer en la mesa: ¿cuánto más?

Élite

Tras seis temporadas de Élite, la sospecha se va transformando en certeza: el discurso y los excesos se están agotando en la serie de adolescentes ricos. La producción, desarrollada por Carlos Montero y Darío Madrona, vuelve sobre el paso de adolescentes que forman parte de un mundo distorsionado. Tan irreal que nadie puede sentirse identificado con ellos y mucho menos aspirar a tener ese ritmo de vida. Su viaje sirve de vehículo para abordar distintos problemas e intereses contemporáneos de una forma tan retorcida que, incluso, está empezando a ir en su contra. ¿Hasta cuándo podrán estirar el chicle de la escuela con más índice de asesinatos del país?

Puntuación: 1.5 de 5.

Élite, un tono que puede ser contraproducente

Puede que la respuesta inmediata a la pregunta planteada sea "hasta que la audiencia lo decida". De esa forma se evitaría volver sobre lugares comunes recreados con la estética de Instagram. Ah, ese detalle. La estética. Aunque la narrativa sea débil, Élite conserva los colores intensos y se desarrolla en espacios lujosos que resuenan con las distintas redes sociales, la fantasía que se ve en ellas y que la serie procura representar.

El riesgo con ese marco es que el espectador pueda ridiculizar los temas que se tratan. Lo que la diferencia de producciones como Euphoria o Sex Education, en las que el fondo es mucho más evidente. Élite no quiere ni debe ser entendida como una crítica furiosa sobre ese estilo de vida o los estereotipos de género. Pero si durante el visionado se tiene en cuenta que esa estética no es tan relevante como algunos hechos, puede que los clichés o la adaptación de algunas situaciones sean mejor recibidas.

Los tres primeros capítulos de Élite conservan el sentido de las temporadas previas —aunque sus protagonistas iniciales ya no estén— y se anima a distintos temas. Como el de la homosexualidad en el deporte profesional y los niveles a los que la homofobia puede escalar. Cómo la reputación digital puede influir fuera de ella. Los micromachismos que se cuelan en las habitaciones. O la crítica explícita al colonialismo europeo, considerando que es una serie española.

El más evidente dentro de esos temas, por el espacio que se le da durante estos primeros tres episodios, es la sororidad. Élite la asienta muy a la manera de la historia, estilizada a partir de sus propias pautas. Puede ser otros de los mensajes implícitos que, entre tanto color y exceso, se pierde: lo importante es el respaldo entre comunes, por encima de prejuicios y estigmas. 

El auge del drama

Mientras las primeras temporadas fueron dominadas por el entretenimiento, esta tiene mucho más drama entre las relaciones que se construyen —al menos durante los tres primeros capítulos a los que Hipertextual tuvo acceso—. Una explicación posible de esta tendencia está en el agotamiento de las cinco previas. ¿Otra? Los intereses de personajes sin tanto recorrido que tienen más espacio en el relato. 

Élite, el éxito de Netflix

Este tono es una de las tendencias dentro de varias de las producciones que se vienen realizando en España durante los últimos años. Casi un coqueteo entre la telenovela y la idea de serie que aspiran a concretar. A juzgar por el éxito que Élite ha tenido, dentro y fuera de España, lo normal es que este giro de tuerca no incomode al gran público.

Pero, de cara al futuro, sobre la mesa sigue la pregunta. ¿Hasta cuándo puede extenderse un relato sin que este se repita sin sentido claro? Hasta que el propio espectador, en ese caso, pierda la noción de por qué está ante la pantalla. Entonces, es válido que sospeche cómo terminará todo. Sin expectativa alguna sobre posibles sorpresas. La sexta temporada de Élite puede ser vista desde este 18 de noviembre en Netflix.

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