A veces, el amor a nuestras mascotas puede llevarnos a cometer grandes fallos. Por ejemplo, podemos pensar que mantener un gato encerrado en casa es inhumano y que sería mucho más feliz campando por los alrededores y volviendo con nosotros solo cuando él lo desee. Lamentablemente, aunque esto podría parecer una oda a su libertad, es una condena a muchísimas otras especies animales. Y es que, aunque nos miren con esos ojitos de no haber roto nunca un plato, los gatos son cazadores natos, por lo que pueden afectar notablemente a la biodiversidad urbana.

Esto se debe a que, si los dejamos salir fuera, se convierten en especies invasoras. Es decir, son animales que no están en su entorno natural y, por lo tanto, pueden afectar y desplazar peligrosamente a las especies que sí lo están. 

Para que nos entendamos, un ejemplo de especie invasora son los hipopótamos que Pablo Escobar trasladó hace décadas a su zoológico privado, en Colombia. Tras la muerte del narcotraficante, los animales han seguido reproduciéndose libremente en un entorno que no es el suyo, afectando a la biodiversidad del río con sus heces y poniendo en peligro a las especies que ya se encontraban allí naturalmente. También hay plantas invasoras, que crecen tan rápido que desplazan a las autóctonas, o incluso grandes depredadores invasores que rompen el equilibrio de algunas poblaciones animales que se convierten en sus víctimas. Lo que ocurre con los gatos sería precisamente esto último. ¿Pero qué podemos hacer para solucionarlo?

El gato como cazador

No se sabe con exactitud cómo llegaron los gatos a nuestras vidas. De hecho, según explica el biólogo y divulgador científico Ángel León Panal en su libro Historia de las especies invasoras, ni siquiera está claro cuál es su origen, aunque sí la especie de la que proceden: los gatos africanos salvajes, Felis lybica

Se cree que pudieron introducirse en Europa y la cuenca del Mediterráneo de la mano de egipcios, fenicios y romanos, precisamente por sus dotes como cazadores. Eran tan buenos, que podían usarse para controlar plagas de animales como los ratones. Sin embargo, con el tiempo se ha observado que, en realidad, sus víctimas predilectas son las aves.

En un estudio publicado en 2018, se describió un curioso experimento al respecto. Este consistió en dejar un grupo de gatos en contacto con una colonia de 100 ratas durante 79 días. A continuación, se observó cuántos roedores habían sido capturados. Y, en contra de toda creencia, solo habían matado a dos. No obstante, también se observó que cuando los gastos deambulaban cerca, estos pequeños mamíferos desaparecían, básicamente porque se escondían en sus madrigueras.

Pelea de bandas

Al contrario que las ratas, los pájaros caen mucho más en sus redes. De hecho, en su libro, León Panal cuenta cómo esta preferencia de los felinos llevó a que a finales del siglo XIX se creara en Alemania una especie de guerra entre bandas, al más puro estilo West Side Story. Por un lado, nos encontramos con los volgelschützer, defensores de los pájaros, y por otro con los katzenschützer, o protectores de los gatos.

Los primeros defendían que se debía sacar a los gatos de las calles para salvar a los pájaros que eran cazados por ellos. En cambio, los segundos defendían que dicha cacería estaba en la naturaleza de los gatos y que no sería justo encerrarlos. Todo esto llevó a multitud de disputas, que terminó con algunos de los defensores de los pájaros tomando la justicia por su mano y acabando con la vida de los gatos que rondaban la zona. Eso estuvo mal, sin duda. Pero sí que tenían razón en una cosa: los gatos son especies invasoras que ponen en peligro a la fauna autóctona. 

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Cifras que lo dicen todo

Según un estudio publicado en 2013, solo en Estados Unidos, los gatos matan cada año entre 1,3 y 4 billones de aves y entre 6,3 y 22,3 billones de mamíferos. Esto podría contradecirse con el gusto hacia las aves expuesto anteriormente. No obstante, debemos recordar que vuelan y son presas más complicadas. Aun así, siempre que puedan, las prefiere.

De cualquier modo, más allá de algún ratoncito que se cuele en casa, la mayoría de estas especies son cazadas en el exterior, por lo que se trata de gatos callejeros o gatos caseros, cuyos dueños les dejan salir regularmente.

No dejes que salgan de casa

Ya hemos visto que los gatos fueron introducidos artificialmente en nuestro territorio hace muchísimo tiempo. Y que, además, con el tiempo se han domesticado hasta dar lugar a una nueva especie: el Felis silvestris catus, más conocido como gato doméstico. Como su propio nombre indica, es un animal que debe vivir en nuestras casas y cualquier otra cosa es una invasión. 

Lo ha explicado a Hipertextual el propio Ángel León Panal. “El ecosistema de un gato es el sofá”, sentencia. “Forman parte de ese grupo de especies que los humanos hemos asimilado dentro de nuestros sistemas y que en cierta manera ya no encajan en lo que consideramos como naturaleza”. Por lo tanto, las consideraciones que debemos hacer con ellos son diferentes. Deben vivir en casa y no salir al exterior sin vigilancia. Además, esto incluye también parques y jardines, aunque sean privados.

“Hay un aspecto de los entornos verdes urbanos o rurales, tanto públicos como privados, al que no se le suele prestar atención. Estos lugares podrían actuar, y en muchos casos es así, como un refugio para la biodiversidad urbana. Existen muchos tipos de animales y plantas que han demostrado una tenacidad increíble para colonizar entornos antrópicos. Creo que esta biodiversidad puede considerarse como parte del patrimonio de las ciudades. Presenciar aves u otros organismos en las ciudades puede ser muy gratificante, e incluso hay casos de especies amenazadas que se adentran en las ciudades. Las administraciones y los ciudadanos deberíamos facilitar que estas especies entren a los entornos urbanos, algo que no lograremos si tenemos gatos merodeando por nuestros huertos y jardines privados.”

Ángel Léon Panal, biólogo y divulgador científico
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También es por su bien

Por último, pero no menos importante, aunque los gatos sean cazadores natos, no están preparados para vivir en el exterior. Fuera de casa se exponen a peligros tales como el tráfico de vehículos, que pueden poner sus vidas en peligro. Por eso, no se trata solo de defender a otras especies de los gatos, sino de protegerlos también a ellos. “Como persona que comparte piso con dos gatos, no me siento tranquilo dejando que salgan a la calle, donde podría pasarles cualquier cosa”, relata León Panal. “Personalmente, no es solo una cuestión medioambiental, sino que también tiene que ver con la seguridad de nuestras mascotas”.

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¿Y qué pasa con las colonias de gatos?

Lo de las colonias de gatos es una tema bastante controvertido. Se trata de lugares en los que un grupo de personas dan comida y cobijo a gatos callejeros. Puesto que viven al aire libre, ponen en peligro a la biodiversidad urbana, de ahí que haya quien opine que la solución más fácil es sacrificarlos.

No obstante, en el extremo contrario están los protectores de estos animales, que aseguran estar poniendo sus propias medidas para minimizar los riesgos. Para ello, la tendencia debe ser esterilizar a todos los animales y, en caso de que alguien aproveche la colonia para abandonar cachorros, llevarlos cuanto antes a una protectora para buscarles una familia humana.

El problema es que con los de más edad esta opción ya es inviable, porque están tan asilvestrados que no podrían vivir con nadie. Por eso, los voluntarios de las colonias intentan que tengan siempre alimento para que cacen lo mínimo. Lógicamente, esto no es lo ideal. Pero el objetivo es que, a través de la esterilización, llegue un momento en que las colonias ya no existan.

El conflicto no es la solución

Para León Panal, este es un tema complejo en el que se debe evitar el conflicto entre ambas partes. “No me considero un experto en el tema como para decir qué se debe hacer o cómo se deben gestionar”, advierte para empezar. “Lo que sí me gustaría comentar es que debemos evitar el enroque entre las partes implicadas en este debate. Entiendo las motivaciones de quienes se oponen al control de la especie y de quienes tienen suficientes evidencias como para demostrar cuál es el problema”.

Además, añade que le gustaría “ver la confluencia entre ambas”. Y es que, como bien señala el biólogo, “el escenario contrario lleva a no resolver un problema que ha generado la humanidad y que, por tanto, tenemos la responsabilidad de solucionar”.

De momento, y a espera de buscar la mejor solución para los gatos que ya viven en la calle, lo que está claro es que quienes tienen un gato en casa deben dejar a un lado la creencia de que lo natural es dejarles pasear a su aire. De hecho, lo natural no siempre es lo mejor. Esto se aplica a la medicina, a la alimentación y también al cuidado de mascotas. Tu gato puede ser muy feliz en casa. Empléate a fondo en que lo sea y, de paso, ayuda a cuidar del ecosistema que te rodea. 

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