Desde sus primeras secuencias, el nuevo episodio de la temporada final de The Walking Dead, que puedes ver en Disney+, deja claro que la gran pregunta del argumento de la entrega es la supervivencia. Parece un tópico repetitivo para una serie que siempre basó el peso de su argumento en una lucha despiadada contra Los Caminantes. Lo que simbolizan y, también, en lo que cada uno de sus personajes ha debido perder o sacrificar para conservar la vida.
Pero, también, se trata de un enfrentamiento sin cuartel contra todos los diversos sucesos que amenazaron esa convicción sobre la vida, a pesar de toda la oscuridad. Tal vez por ese motivo, los primeros minutos muestran una mirada al pasado, en la que Eugene ruega a Abraham que le salve la vida. El flashback de The Walkind Dead es incómodo del modo en que lo son los espacios más duros de la larga historia de la producción. ¿Hasta dónde puede llegarse para conservar la vida?
Eugene contestó esa pregunta en más de una ocasión. No solo en la dolorosa escena frente a Abraham, sino también su súplica por evitar que Negan le asesinara. ¿Es la muerte una opción en una tierra de muertos?
Para sus últimos episodios, The Walking Dead regresa a sus lugares conocidos, a sus cuestionamientos morales. Los más dolorosos y, también, los más humanos. La secuencia entera de apertura es una reacción a esa visceral necesidad por persistir. Ahora Eugene debe, de nuevo, aferrarse a la vida como pueda y de la manera en que se le permita.
Eugene, otra vez en medio de los dolores y el temor
En esta ocasión, la decisión es clara, dolorosa y ambigua. ¿Huirá con Daryl y Rosita hacia un sitio seguro? ¿O decidirá permanecer en La Mancomunidad y salvar la vida de, quizás, la única persona por la que desea seguir persistiendo?
Una y otra vez, The Walking Dead desea dejar claro que el objetivo de la supervivencia no es solo escapar de un destino atroz y doloroso. Es, también, forjar un sentido de la existencia que sostenga el futuro. Una premisa que ha hecho de la serie una producción más potente a pesar de sus desvíos y extraños giros argumentales.
Pero el tema continúa siendo el mismo en toda su tenebrosa ambigüedad. ¿Qué es vivir sino tomar decisiones en ocasiones imposibles, violentas, crueles, despiadadas? Eugene Porter atravesó todos los estratos de la búsqueda de un sentido vital para continuar. En ocasiones, atrapado entre la cobardía y el dolor. En otras, entre la posibilidad de ser solo un testigo de las vicisitudes que le aplastan.
De una u otra manera, el personaje es la personificación del espíritu de The Walking Dead y el capítulo lo deja claro. Y lo hace desde su lado más doloroso, extraño y realista. Por eso, el tercer capítulo de la segunda parte de su última temporada, hace un extraño hincapié en la naturaleza dual de la trama. También, en las posibles consecuencias futuras que le esperan muy pronto al personaje.
The Walking Dead: la cobardía, el valor, la simple humanidad
En varias de las mejores escenas del nuevo episodio de The Walking Dead, el miedo es el siguiente paso a tomar. Eugene jamás se ha distinguido por ser valiente, mucho menos promotor de grandes actos heroicos desinteresados. Tal vez por ese motivo, el argumento tenga algo de agridulce, de despedida a una parte integral de la producción que se sostiene sobre la debilidad de la naturaleza humana.
Porque Eugene tomará una decisión. Una inevitable, que pondrá a Max como prioridad. De hecho, el personaje se cuestiona a sí mismo varias veces. ¿Podrá abandonar la posibilidad de la redención? ¿Puede permitirse un sacrificio mayor a costa de lo único valioso que conserva? Incluso, mientras pelea con Daryl con una furia frágil que provoca más piedad que cólera. Pero al final, Eugene y sus flaquezas, mostrarán un ángulo nuevo y conmovedor sobre esta historia de perdedores. De esta visión de un mundo derrotado que lucha por la esperanza. Sea por amor, el único motivo que podría dignificar al personaje, o por la simple fortaleza de crear una condición sobre el bien y el mal casi íntima.
No hay escapatoria: el miedo a la muerte llevó a Eugene a un lugar doloroso. Pero, quizás, es inevitable que así fuera. Un espacio en el que el instinto de autopreservación se enfrenta al impulso de hacer el bien. El norte más definido en el argumento de The Walking Dead, que explora la humanidad de sus personajes con paciencia.
Incluso para Max y Princess también será el dilema a decidir. ¿Cuántas de las acciones de una y otra terminarán por hacer daño, incluso sin que esa sea la intención de ambas? The Walking Dead siempre ha optado por dejar sus peores rigores al tránsito interior de sus protagonistas. A la descarnada posibilidad de morir, matar o permitir que otros mueran. Una disyuntiva que el capítulo lleva a un nivel doloroso.
Al final, el camino de los muertos es evidente
La Mancomunidad sigue siendo una posibilidad. Pero con un capítulo que abre con muerte, horrores y gritos, es evidente que The Walking Dead se encamina a una conclusión obvia. El aparente único punto seguro del apocalipsis es un destino falso. Una utopía que está a punto de derrumbarse.
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¿Qué espera por los Milton una vez que la presión termine por derrumbar su pequeño coto de poder? Poco a poco The Walking Dead plantea la simple visión de una conclusión obvia. La posibilidad de la muerte está cerca, es inevitable y la Mancomunidad no escapa de ella. Una atrocidad que los habitantes de la supuesta ciudad capaz de evitar el ataque del horror están a punto de descubrir.