El último capítulo de She-Hulk: abogada Hulka expuso, a través de la metanarración, uno de los fondos de la serie: cuestionar al Universo Cinematográfico de Marvel. El relato, con capítulos irregulares, confusos y, en algunos casos, paródicos, relevó también que todo fue parte de un fin mayor: dejar una serie de críticas a esa enorme narrativa. 

El recurso admite múltiples lecturas. Partiendo de una de las más evidentes, el diálogo propuesto con las distintas escalas de producción es una manera de homenajear el cómic, donde She-Hulk, con frecuencia, no solo rompe la cuarta pared, sino que, de forma directa, cuestiona a su autor. Un guiño claro a su tradición y a su base de seguidores. 

Cuando Jennifer Walters, interpretada por Tatiana Maslany, se abre a cuestionar los tópicos que atraviesa el Universo Cinematográfico de Marvel –como los problemas paternos de varios de sus personajes–, la abogada cumple una suerte de papel defensor de los espectadores que reclaman a la narrativa un poco más, quizá mucho más. Conviene recordar que, desde el 2008, cuando comenzó el mega relato, hasta la actualidad, la base de espectadores ha ido creciendo en número… y también en edad. 

She-Hulk: abogada Hulka

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Es un contexto en el que lo sucedido en el último episodio de She-Hulk: abogada Hulka tiene una resonancia relevante. Veamos algunas cuestiones.

She-Hulk: abogada Hulka y la metanarración

Jennifer Walters se sale de su historia, entra a la plataforma de Disney+, va hacia uno de los shows de la productora y comienza a cuestionar mucho de lo que se hace con su personaje y, también, con el Universo Cinematográfico de Marvel. De pronto, ese personaje que parecía enfocarse en cuestiones personales de forma exclusiva se hace voz de una parte de los aficionados a la narrativa.

Es feminista She-Hulk: abogada Hulka

Entonces, la interroga, la expone, la empuja a moverse de su lugar para intentar abarcar otras cuestiones, para dejar de ofrecer finales similares y construcciones de personajes que podrían parecer calcadas, más allá de que se cambie un traje por otro. La sorpresa trajo consigo confusión: “¿qué está pasando en She-Hulk: abogada Hulka?”. Jennifer Walters dejó de ser un ente pasivo, sujeto a las decisiones de guionistas y productores, para reclamar su propio espacio, para dar forma a su voz.

Fue una salida de tono que impresionó por su esencia y fondo. Como si el Universo Cinematográfico de Marvel, de pronto, quisiera mostrarse vulnerable o al menos reírse de sí mismo. Sin embargo, ¿puede que esto también sea una manera de reírse de su espectador?

La irregularidad de la temporada

Cada capítulo de She-Hulk: abogada Hulka fue una moneda al aire. En ocasiones, parecían fragmentos de algo mayor, con personajes de otros relatos entrando y saliendo de esta historia. La propia Jennifer Walters hacía referencia a ello, al si se trataría de una serie solo de cameos. No lo fue; ni en un principio ni hacia el final, aunque la influencia de esos personajes secundarios fue relevante, en especial en el caso de Daredevil.

Daredevil y She-Hulk

Entre episodios, la serie ofreció altos y bajos. Puede que el más relevante haya sido el octavo, con la aparición de Matt Murdock, interpretado por Charlie Cox, en escena. Después de una racha de capítulos en los que no quedaba claro cuál era el fondo ni hacia qué dirección estaba apuntando She-Hulk, la presentación formal de Daredevil dentro del Universo Cinematográfico de Marvel dio otro vuelco al relato porque permitió redondear algunas cuestiones planteadas. 

Una de ellas fue la posibilidad de que Jennifer Walters hiciera las pases con su alter ego; la otra, que ese personaje, deseado por ser She-Hulk, resultara atractiva en su versión más humana. Matt Murdock se siente atraído por ella como un todo, no porque tenga habilidades sobrenaturales. El personaje femenino venía de una mala racha de citas, marcadas por el machismo. Lo anterior es una manera de cerrar su trayectoria afectiva.

La libertad narrativa

Sin embargo, la controversia social a la que se expuso o las referencias al techo de cristal fueron aspectos en los que la serie hizo hincapié y que, en su cierre, no fueron resueltos de la mejor manera. Es entonces cuando toca volver sobre el recurso de la metanarración. 

Aunque desde la perspectiva de los fans este sea un punto de honor, el Universo Cinematográfico de Marvel puede permitirse casi cualquier licencia. Sus historias están basadas en los cómics; no son una representación exacta de ellos. Entonces, experimentos como el de She-Hulk: abogada Hulka tienen cabida dentro de esa lógica. Dicho esto, conviene recordar que, aún con irregularidades y aspectos a cuestionar, la serie estuvo plagada de homenajes y referencias a las historietas. 

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El último capítulo de She-Hulk: abogada Hulka es, quizá, el experimento narrativo más interesante del Universo Cinematográfico de Marvel. Jennifer Walters se atrevió a cuestionar a la narrativa. A su manera, contradijo parte de la lógica que ha planteado a través de series y películas. La dinámica pudo haber generado una suerte de sensación de estafa: ¿todo esto era mentira, fue hiperbolizado a propósito? La respuesta es sí. Aunque pueda incomodar, la libertad creativa se sostiene en ese tipo de atrevimientos. Es uno de los casos en los que la forma puede cuestionarse, pero el fondo admite menos críticas.

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