Coches eléctricos, paneles solares, túneles, lanzallamas, camiones anfibios… ¿Por qué no fabricar robots también? En la noche del viernes 30 de septiembre, Elon Musk presentó el primer prototipo funcional de su robot humanoide Optimus para demostrar los avances de Tesla en cuanto a la inteligencia artificial.

La experiencia de la compañía desarrollando vehículos capaces de conducirse por sí mismos lo ha hecho posible. El robot, al igual que los coches, emplea radares y cámaras para detectar las señales del entorno e interpretarlas.

El robot, con estatura y corpulencia similares a las de un humano, es capaz de recoger y transportar cajas o regar las plantas, según se mostró en los vídeos de la presentación. Pero cuando salió a escena, apenas podía andar sin caerse al suelo. «Es la primera vez que anda sin estar conectado a un cable», reconoció Musk.

Las capacidades del robot no son revolucionarías, y distan incluso de demostraciones realizadas hace años por organizaciones como Boston Dynamics. Sin embargo, Tesla ha querido mostrarlo para atraer talento porque a diferencia de otros robots en apariencia más sofisticados, éste va a ser el primero de muchos millones, según la visión del millonario. Optimus está diseñado desde cero para consumir poca energía, costar menos de 20.000 dólares y que pueda aprender a desempeñar multitud de tareas según las necesidades del consumidor.

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Un robot de Tesla para erradicar la probreza en el mundo

Para Musk, el desarrollo de robots a gran escala es una oportunidad de multiplicar la productividad de las naciones y erradicar la pobreza. Cree que gracias a estos humanoides alimentados con baterías se aumentaría la eficiencia en las labores manuales de tal forma que nadie tendría que pasar hambre.

Ha sido el sueño de los escritores desde que inventaron el concepto de robot: esclavos desalmados que nos ayuden a hacer las tareas que nadie quiere hacer. Pero hay quien teme que estos humanoides «inteligentes» acaben suponiendo un peligro para la humanidad. Una preocupación que comparte Musk, quien recalca la importancia de que Tesla sea una compañía pública que pueda realizar un escrutinio sobre el desarrollo de estos robots.

El robot cuenta con una batería de 2,3 kWh, un procesador hecho por Tesla, utilizando conectividad Wi-Fi y 4G. Cuenta con las articulaciones básicas para realizar numerosos movimientos propios de los humanos como muñecas, rodillas y codos. Para darles uso y que pueda efectuar actividades cotidianas o especializadas, Tesla se las ha ingeniado equipándolo con unos actuadores que estudian la fuerza, orientación y ritmo de cada articulación para hacer tareas de forma eficiente y precisa.

Sus manos están inspiradas en las nuestras, y cuentan con cinco dedos. Esto, a diferencia de los prototipos de otras compañías que suelen preferir los agarres en forma de gancho, más aptos para las tareas rutinarias de precisión. El cuerpo humano cuenta con numerosos músculos que en realidad no son necesarios para un robot, ya que este no necesita rascarse la espalda, cortarse las uñas de los pies o ejecutar una voltereta. Optimus no replica a la perfección nuestros rangos de movimiento, pero sí la fuerza de nuestros músculos: más poderosos en ciertos movimientos.

De llevarse a cabo la ambiciosa visión del empresario, los robots podrían ayudar a las personas que no pueden valerse por sí mismas, construir edificios o gestionar almacenes. Incluso podrían usarse como compañeros sexuales, bromeó. Lo cierto es que de momento ninguna compañía especializada en el desarrollo de robots está cerca siquiera de poder poner a la venta un robot autónomo que reemplace a los humanos en más de una tarea por muy simples que estas sean.

Sin embargo, el proyecto tiene sus virtudes al estar ideado desde el principio en el aprendizaje.Su la autonomía. —el robot es mucho más eficiente que un humano en reposo, prometió Musk—, su bajo coste, y su diseño para ser producido en masa, algo que ninguna otra compañía se ha podido plantear seriamente.

Algunas promesas de Elon Musk se cumplen, pero muchas otras no. La de poder tener un robot que nos riegue las plantas o se acueste con nosotros —para el que le interese— es, sin duda, la más increíble de todas.

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