Octubre ya está aquí y, con él, la inevitable y divertida costumbre de volver a revisar las mejores películas de terror del cine. En especial, las que marcaron una época, suscitaron una nueva forma de comprender el miedo e, incluso, comenzaron sus propios universos. También, se trata de un recorrido por la historia del mundo cinematográfico, en el que las historias espeluznantes tienen su propio lugar e importancia. 

No obstante, en medio de la habitual selección, hay un grupo de películas de terror que suelen ser imprescindibles en el momento de profundizar en el género. En especial, durante la última década, en la que las narraciones cinematográficas dedicadas a lo terrorífico alcanzaron un nuevo nivel. Ya sea por su importancia, profundidad o nuevo punto de vista. Se trata de clásicos contemporáneos que forman parte de una visión intrigante acerca del miedo en todas sus dimensiones. 

A la vez, de la forma en que el concepto evolucionó a medida que el cine comenzó a utilizar el terror para comunicar ideas más complejas. Te dejamos cinco películas de terror imprescindibles en la lista de cualquier fanático. Mucho más, si se trata de recorrer las posibilidades de su lenguaje y simbología a profundidad. 

La bruja, la película de terror por excelencia

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Con su aire contenido y tétrico, La bruja, del director Robert Eggers, es quizás una de las mejores películas de terror de la última década. No solamente se trata de una vuelta de tuerca al género. Además, compone una renovación del lenguaje cinematográfico sobre el miedo. 

El mayor logro de la película es abandonar los clichés sobre el concepto de bruja, la magia y la brujería para crear algo por completo distinto. Fiel exponente del terror folclórico, evita los terrenos habituales del cine de género y usa tradiciones paganas para sostenerse como discurso. El resultado es una atmósfera creíble en la que naturaleza se impone sobre la necesidad humana de comprender lo desconocido.

No hay nada sencillo en una propuesta que se cimienta sobre visiones clásicas del bien y el mal, el horror y la beatitud. En especial, al convertir lo sobrenatural en un lugar subjetivo. Durante buena parte de la película, es casi imposible deducir qué fuerzas actúan en la historia. ¿Se trata de histeria colectiva o algo más terrorífico? Con un manejo de escena que sorprende por su sutileza, Eggers construye una propuesta que se nutre de todo tipo de símbolos. El miedo se transforma entonces en un rasgo, una interpretación de la realidad. Una elaborada percepción sobre lo que nos rodea y su implicación sobre el dolor y la pérdida.

Déjame salir, una obra maestra del cine de terror psicológico

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La primera incursión en el cine de terror de Jordan Peele tiene una trama sencilla. Mejor dicho, aparenta serlo y, quizás, ese es su mayor triunfo. Durante el primer tramo, la película parece rendir homenaje a cierto cine clásico que utiliza la paranoia y la desorientación como principal elemento.

No obstante, todo se transforma con enorme rapidez a partir del segundo tramo, en el que el escenario muestra una visión del horror basada en todo tipo de análisis sobre la naturaleza humana. La oscuridad interior se manifiesta como un enemigo. Pero sobre todo, la noción persistente de la violencia que se oculta bajo las costumbres en apariencia habituales. El mal late al fondo de cada escena impecable y Peele emplea la ambientación para crear una persistente atmósfera sobre un desastre inevitable. 

Con ciertas reminiscencias con el cuento La Lotería, de Shirley Jackson, en su visión cínica del horror entre aparente normalidad, Déjame salir triunfa en su atmósfera. Además, logra equilibrar elementos en apariencia disímiles — terror, humor, crítica social — en una reflexión sobre lo espeluznante. 

Nada en Déjame salir es lo que parece. Bajo la superficie de rostros sonrientes, en medio de una normalidad artificial, habita lo siniestro. Más allá, el director apela a los símbolos para construir un vínculo con la idea de una oscuridad colectiva. Al final, este escenario engañoso y tramposo redefine lo terrorífico y lo sostiene sobre un comentario político hábilmente utilizado. 

La trilogía de La Bruja de Blair

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Lo que comenzó como un experimento cinematográfico en 1999, se convirtió en un fenómeno que cambió el cine del terror para siempre. La osadía de los directores Eduardo Sánchez y Daniel Myrick convirtió un argumento sencillo y tramposo en un suceso. También, dio el primer paso para convertir el terror contemporáneo en una mirada elaborada y bien construida sobre los horrores colectivos. 

Bajo la apariencia de un falso documental — que sería la primera piedra del llamado found footage — The Blair Witch Project transformó el miedo en un elemento orgánico. Mucho más, en una búsqueda de los símbolos primitivos que convierten al cine de terror en un diálogo cuidadoso con ideas más extrañas y tenebrosas

Un año después, y convertido en uno de los estrenos más rentables de la historia del cine, la película tuvo una secuela. Dirigida por Joe Berlinger ,usó el recurso del metalenguaje para narrar, desde diferentes espacios, el impacto de la película de terror original. Pero el resultado careció de la frescura y la originalidad de su predecesora y se convirtió en una decepción para la naciente franquicia.

De hecho, la franquicia tuvo que esperar dieciséis años para el cierre de su trilogía. The Blair Witch 3, de Adam Wingard, es una mezcla de reboot y secuela, que enfatiza los mejores elementos de la original y los redimensiona. Esta vez, el recurso de la grabación insistente como testigo del horror se duplica y encuentra un nivel de extraña pesadilla tecnológica. Pero, de nuevo, perdida la capacidad de la primera entrega para aterrorizar, la película fue considerada correcta, aunque no especialmente buena. Con todo, la trilogía muestra una curiosa evolución del cine de terror y crea un escenario para, quizás, nuevas historias que añadir a futuro. 

Universo Expediente Warren

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James Wan transformó la historia de los muy cuestionados demonólogos Lorraine y Ed Warren en el primer universo expandido del terror contemporáneo. Con tres películas de terror centrales a cuestas y una cuarta en producción temprana, la visión de un tipo de terror realista sorprendió por su efectividad. Mucho más, cuando Wan exploró lo temible desde la condición de una conexión profunda y emocional entre los personajes. El matrimonio Warren se enfrenta a un mal primigenio y espeluznante con las armas de la fe y el amor. 

La premisa podría resultar simple, e incluso edulcorada, de no ser por el brillante manejo del tono y ritmo de Wan. Las dos primeras entregas de la, por ahora, trilogía reconstruyen el mundo del género de terror con percepciones más angustiosas y claustrofóbicas. La tercera, dirigida por Michael Chávez, es menos efectiva y, sin duda, mucho menos elegante. Pero conserva su cualidad como exploración sobre el miedo colectivo y sus consecuencias. 

Para Wan, el concepto de terror se basa en la condición de lo sobrenatural como enemigo implacable. Lo que le ha permitido que sus historias crezcan a la par de otros tantos spin-off con hilos conductores comunes. Una versión sobre lo temible que tiene tanto de reinvención como de experimento afortunado, todo apoyado en un guion elegante y sobrio.

 

De un genio del cine de terror llega Maligno

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La obra más extraña del director James Wan está en el centro de una discusión incómoda. Por un lado, una buena parte de los fanáticos del género de terror la consideran una obra de arte. En el otro extremo, una excentricidad desordenada y caótica en la que Wan intenta crear atmósfera a través de lo grotesco sin lograrlo. En medio de ambas cosas, la película es un homenaje directo al género giallo con una buena cantidad de guiños al suspense de Hitchcock.

La combinación no resulta tan eficaz como podría esperarse, pero el argumento es lo suficientemente hábil como para utilizar su duplicidad de manera tramposa. Lo que permite a Wan construir una singular travesía por una historia con incontables e inesperados giros argumentales. No todos resultan tan brillantes como cabría esperarse. Pero, al final, Wan hace lo que mejor sabe hacer: crear un escenario inteligente en que el terror es el protagonista.