Isabel II de Inglaterra, quien falleció el jueves 8 de septiembre, reinó durante 69 años, lo que la convierte en uno de los personajes centrales de la historia contemporánea. No solo fue testigo de la reestructuración territorial y política de Europa en el siglo XX. También, del auge y caída de diversos sistemas políticos de considerable importancia. 

Pero, además, la soberana se convirtió en un símbolo de permanencia. Cuando aún era princesa, fue de fundamental importancia durante los estragos de la Segunda Guerra Mundial en Londres. Ya como reina, estrechó la mano de Harry Truman, bailó con Gerald Ford y, en épocas más recientes, departió con Barack Obama, Donald Trump y Joe Biden. También protagonizó la bienvenida de los delegados olímpicos de diversas partes del mundo en el inolvidable Londres 2012. Pero, sobre todo, la monarca es emblema de una Inglaterra que ha logrado sobrevivir a situaciones complicadas a lo largo de más de medio siglo

Más allá de su papel político, Isabel II ha sido clave para entender las peculiaridades de su país. De una u otra forma, estuvo presente en las grandes decisiones legales y sociales. Más recientemente, en el debate sobre la monarquía como patrimonio colectivo. Durante sus últimos años, y después de atravesar escándalos familiares, la muerte de Diana de Gales y la viudez, Isabel II demostró su valor como líder.

Algo que no pasó desapercibido para el cine, la televisión y, ahora, el vídeo en streaming. La vida de Isabel II se ha relatado desde todos los ámbitos, formatos y puntos de vista. En concreto, su notable influencia sobre lo que acontece en Inglaterra e incluso en el resto del mundo. Un curioso honor que la convierte en una de las personalidades con mayor cantidad de representaciones en el mundo del entretenimiento.

Todo ello mientras estuvo viva y cumpliendo con sus funciones en el Palacio de Buckingham. El repaso a su huella en el mundo del espectáculo es un reconocimiento a su valor cultural. Algo de lo que pocas personalidades actuales pueden presumir. 

Una detallada crónica sobre Isabel II y su vida

Isabell II en The Crown
(Sophie Mutevelian / Netflix)

La serie The Crown, de Netflix, ha dedicado cuatro temporadas a profundizar en la vida de Isabel II. Lo ha hecho de manera original, al combinar un relato ficcional con un tono casi íntimo que humanizó la imagen, a menudo distante, de la monarca. Primero Claire Foy, después Olivia Colman y ahora Imelda Staunton, brindaron un retrato emotivo sobre la Reina. En especial, al adentrarse con cuidado sobre el aspecto más personal de una figura pública conocida por su discreción. 

La versión de la soberana de Netflix se permitió también la salvedad de reflexionar acerca del país que la reina representa. A medida que el personaje maduró, mostró el contexto y la sociedad que ayudó a sostener. Desde los primeros años de inestabilidad, sucesos tumultuosos e, incluso, enfrentamientos directos con líderes políticos. La figura de Isabel II en The Crown se convirtió en el centro de un recorrido formal a través de la idea de Inglaterra como Imperio. Después, como país en busca de su identidad. 

Para el creador Peter Morgan, narrar la vida de la reina se transformó en una labor meticulosa que abarcó todos los espacios y dimensiones de su personalidad. Lo que permitió, a pesar de las críticas sutiles de la corona, analizar a Isabel II más allá de su percepción como personaje público. 

Una Reina que afronta una ruptura histórica

Isabell II en The Queen

La muerte de Diana de Gales fue uno de los momentos más críticos que atravesó la corona británica en las últimas décadas. La película La Reina, de Stephen Frears, no solamente lo retrató de forma elegante y bien construida. También brindó un cariz humano a una situación que sacudió a la cultura en más de un punto y replanteó el valor de los símbolos en Inglaterra. 

Con Helen Mirren a la cabeza, la película reflexiona en profundidad sobre el papel de la monarca en medio de un duelo nacional inédito. A la vez, la muestra en todo su sentido del deber. El largometraje es un análisis consciente y bien construido acerca de la idea de Isabel II como pilar fundamental de la conciencia inglesa. 

El argumento, que repasa los críticos días después de la muerte de la princesa, tiene un aire íntimo que conmueve por su amabilidad. En especial, por la forma en que al final recuerda que Isabel II fue educada para llevar sobre sus hombros al espíritu de un país. Mirren retrata a la reina desde su fortaleza moral, pero, a la vez, desde su humanidad. Una combinación sorprendente que conmovió al público y a la crítica. 

Isabel II, la mujer que alguna vez fue una joven traviesa

Isabell II en La noche real

Entre las múltiples miradas a la reina Isabel II hay, incluso, espacio para la comedia romántica. Es el caso de Noche Real, el curioso film de Julian Jarrold que muestra una faceta imaginaria, pero profundamente humana, sobre Isabel II. Conocida por su estoico papel durante la Segunda Guerra Mundial, la por entonces princesa permaneció en Londres durante el asedio alemán. De modo que para el final del conflicto no solo se había convertido en un símbolo de esperanza y voluntad. A la vez, se situó en el punto de mira de Inglaterra sobre la fuerza de su generación más joven.  

Sin embargo, Noche Real se aleja de todos esos puntos. Lo que le permite mostrar una curiosa reinvención sobre lo que podría haber sucedido en el histórico 8 de mayo de 1945. El día en que se declaró la victoria aliada en Europa, Londres celebró con una despreocupación inédita. 

El largometraje muestra que, además, sus princesas se permitieron, por una vez, ser solo dos jóvenes en medio de una ciudad bulliciosa. No ocurrió  — al menos, no hay pruebas al respecto—  pero la película tiene el suficiente pulso y gracia para mostrar a una Isabel II insólitamente feliz. Un detalle que convierte a este experimento en una mirada novedosa sobre la sobria vida de la Reina. 


Una llamada histórica temprana

El discurso del Rey

Desde niña, la vida de Isabel II fue complicada. Su padre, Jorge VI, no estaba destinado al trono. Por lo que la futura soberana pasó buena parte de su infancia alejada de la pompa real. Pero cuando Eduardo VIII abdicó debido a su relación con Wallis Simpson, la vida de Isabel cambió para siempre. Aunque no solamente por el hecho de que se convirtió en la futura heredera de un país en transición. También por su inédito papel en una familia hasta ese momento discreta y alejada de las intrigas de Buckingham. 

La película El Discurso del Rey retrata esta época curiosa y, además, permite escudriñar a Isabel II desde un punto de vista inédito. La niña, que no estaba destinada al poder, comprendió a través de su padre el sentido del deber. Pero más allá de eso, pudo asumir la extensión de la responsabilidad en sus hombros en una época dura. La concepción de esa perspectiva se enlaza con un sutil sentido del patriotismo y el honor que conmueve por su emotiva sinceridad. 

Al final, Jorge VI se convirtió en un Rey admirado y querido. Sin embargo, fue Isabel, bajo el ala de su familia y convertida en esperanza de su futuro, la que comprendió el valor del símbolo. Un mensaje al subtexto que brinda a la película sus mejores momentos. 

Una mirada cómica a una familia peculiar 

The Windsors Isabell II

La serie The Windsors es quizás la más extraña de las versiones sobre la familia real británica. Producida por Channel 4 y creada por Bert Tyler-Moore, imagina a la realeza inglesa desde sus rasgos más extravagantes. Y por si eso no fuera suficiente, convierte en chistes  — en algunos puntos subidos de tono —  todo lo concerniente a la compleja historia de sus miembros. 

Pero hay algo que resaltar: Isabel II sigue considerándose un punto de enorme valor e interés. También, uno de enorme peso dentro de este hogar disfuncional que, casualmente, gobierna de manera simbólica un reino. Con madrastras, mujeriegos, ironías y risas, The Windsors es el intento más elocuente de mostrar el extravagante punto de vista británico sobre sus símbolos. Incluso, uno tan tradicional y severo como la corona.