De nada sirve tener las mejores zapatillas si no contamos con el entrenamiento y la forma física adecuada para correr una maratón. Esto es algo obvio. Sin embargo, los científicos que de aquí en adelante manejen los datos del James Webb pueden encontrarse con un problema similar. El telescopio espacial es el más potente de su tipo que se ha creado jamás, pero la tecnología para procesar su información podría no estar a la altura. Al menos, esa es la sospecha de un equipo de científicos del MIT, cuyos resultados se acaban de publicar en Nature Astronomy.

Según ellos, el problema estaría en el estudio de las atmósferas de exoplanetas. Esta es una de las funciones más importantes del James Webb. De hecho, fue precisamente una de las primeras imágenes que mandó el día de su inauguración oficial. Sin embargo, los datos que envíen al respecto podrían malinterpretarse.

En un comunicado, estos científicos han alertado que tener que desdecirse de un hallazgo por una mala interpretación de los datos podría poner a la ciencia en entredicho. Por eso, hacen un llamamiento a la cautela y al estudio cuidadoso de la información vertida por el James Webb. 

¿Por qué es tan difícil interpretar los datos del James Webb?

La vida altera la composición de gases de la atmósfera de un planeta. No hay más que ver el ejemplo de la Tierra, cuyos perfiles de gases como el oxígeno, el dióxido de carbono o el ozono se deben a la actividad de los seres vivos que hay sobre ella. 

Otro hipotético planeta con vida no tendría que tener exactamente el mismo perfil de gases. Sin embargo, se puede hacer una estimación sobre si podría haber relación. Esto es algo que se ha hecho durante años a través de un mecanismo conocido como modelo de opacidad.

Dicho modelo se basa en el hecho de que los diferentes gases que se encuentran en la atmósfera absorben las radiaciones electromagnéticas de un modo diferente. Por eso, si se hace incidir luz sobre ella, al ver cómo se atenúan diferentes longitudes de onda, se puede saber qué gases hay en su composición. 

Durante años, esto se ha podido analizar gracias al Hubble, pues era este el que hacía pasar la luz por la atmósfera de los exoplanetas y recogía los datos que se emitían de vuelta en forma de atenuación de unas y otras longitudes de onda. Con este telescopio espacial y las herramientas de procesado de datos existentes se podían hacer estimaciones aproximadas Ahora, cabría esperar que con el James Webb se obtuviesen datos muchísimo más específicos. Pero no hay entrenamiento para unas zapatillas tan buenas.

Fracaso en los experimentos

Estos científicos del MIT no llegaron a sus conclusiones simplemente especulando. En realidad, tomaron las herramientas que se usaron en su día con el Hubble y pasaron por ellas una serie de versiones perturbadas artificialmente del espectro de un solo planeta observado por el James Webb. Los resultados no fueron tan específicos como habría cabido esperar de un telescopio espacial tan puntero.

De hecho, no pudieron distinguir si un planeta estaba a un nivel tropical de 27 ° C de un casi venusiano de 300 ° C. Y tampoco distinguieron si la presión atmosférica era similar a la de la Tierra o el doble. Ni siquiera pudieron determinar la abundancia de gases a un factor de cinco.

Ante esta falta de precisión, podrían hacerse suposiciones, pero es aquí donde hay que tener cuidado. Una aproximación mal calculada podría lanzar a la población noticias que, tras una gran acogida, acabasen desmintiéndose.

Por eso, no se trata de dejar de analizar los datos del James Webb a la espera de que el entrenamiento haga justicia a las zapatillas. Pero sí de conocer dónde están las limitaciones de momento y evitar dar todo por sentado. Así, se podrá seguir trabajando hasta que, poco a poco, las herramientas de procesado disponibles estén a la altura de nuevos instrumentos como el James Webb y otros tantos que aún están por venir.