No todos tenemos el mismo sentido del humor. Hay quien se ríe con los simples juegos de palabras, quien prefiere el humor negro o quien ya solo disfruta del humor en formato de meme y los chistes malos. El humor evoluciona y varía entre personas, por lo que las risas pueden ser muy diferentes entre individuos. Por eso, enseñar a un robot cuándo debe reírse es todo un reto.
No se trata solo de reírse ante un chiste o un comentario sarcástico. También se trata de la propia risa social. Si tu interlocutor sonríe o suelta una carcajada a raíz de un comentario ingenioso que él mismo ha hecho, lo socialmente aceptado es que tú también te rías. Si no, podría sentirse incómodo. Ese es un primer paso con el que un equipo de científicos de la Universidad de Kyoto ha empezado a entrenar a su robot, Erica.
Tras un periodo de entrenamiento, han conseguido que, efectivamente, el robot aprenda cuándo debe reírse. Y no solo eso, también elige entre diferentes tipos de risa. Al fin y al cabo, no es lo mismo una ligera mueca que una carcajada.
Entrenando la risa de un robot
Lo que estos científicos, cuyos resultados se muestran en Frontiers in Robotics and AI, han desarrollado es un sistema de risa compartida. Es decir, el robot se ríe como forma de empatía hacia la persona con la que conversa.
Para entrenarlo recurrieron a un lugar tan propicio como las citas rápidas. En total se produjeron más 80 de estos diálogos rápidos entre estudiantes de la Universidad de Kyoto y el robot Erica, teleoperada por varias actrices aficionadas. Así, pudieron recopilar datos de los puntos en los que procedía una risa social, como respuesta a la del interlocutor, o más bien una risa alegre.
Los investigadores tuvieron que categorizar cuáles eran esas risas empáticas que después enseñarían a Erica. No todas eran válidas, pero encontraron algunas muy representativas de lo que se supone socialmente correcto.
Una vez que se enseñó a reír a Erica, se diseñaron cuatro escenarios diferentes, en los que el robot conversaba con un ser humano. En el primer caso, solo había risas sociales, en el segundo solo risas alegres, en el tercero de los dos tipos y en el último solo diálogo, sin risas. Además, se mostraron los diferentes escenarios a 130 personas, que tuvieron que evaluar cuál les parecía más natural.
La conclusión general fue que las risas compartidas y mixtas eran las más apropiadas. Real como la vida misma.
¿Puede reírse Erica de un chiste?
De momento, lo que pretenden estos científicos es que las conversaciones entre robots y humanos sean más realistas y empáticas. Por eso, solo se han centrado en la risa como respuesta a otra risa. Sería interesante probar en un futuro las risas individuales, por ejemplo, ante una broma o un chiste.
El problema es que, como ya hemos visto al principio, eso depende mucho del sentido del humor de cada persona. Para empezar, supondremos que los robots no tienen mucho sentido del humor. Con que no nos hagan sentir incómodos cuando hablen con nosotros debería bastarnos por el momento.