A diferencia de otras redes sociales, donde se censura hasta la insinuación de un inofensivo pezón, en Twitter se puede encontrar material pornográfico detrás de un aviso que indica que se va a visualizar "contenido sensible". Tanto las estrellas del cine para adultos, como los creadores de contenido de OnlyFans, usan Twitter como pasarela para promocionarse a si mismos. En la red social muestran las imágenes a modo de gancho, y para ver el vídeo has de pagar.
Twitter pensó hace unos meses que sería una buena idea sacar tajada del asunto. ¿Cómo? Permitiendo que los creadores pudiesen vender contenido mediante suscripción dentro de la plataforma. La compañía se llevaría una pequeña comisión de cada abonado, como hace Twitch, Airbnb o el propio OnlyFans. De hecho, a esta última, el negocio le va muy bien. En 2021 generó unos ingresos de más de 1.200 millones de dólares, y este año se estime que lleguen hasta los 2.500 millones de dólares. Para Twitter sería una nueva y muy prolífica vía de negocios tras estar más de 10 años luchando por ser rentable.
Parecía tan buena idea que formaron un equipo llamado Adult Content Monetization. Su objetivo era elaborar un plan para conseguirlo y encontrar formas de integrarla dentro de la red social. Sobre todo de forma segura y responsable. Así lo detallan los propios empleados al medio digital The Verge.
El primer problema era evidente. ¿Pagaría Coca-Cola publicidad dentro de una red social que vende suscripciones para ver vídeos pornográficos? ¿Y Walt Disney? Si Instagram no deja que muestres tu cuerpo al desnudo no es necesariamente por una estúpida mojigatería, sino para que la inversión en publicidad no peligre. Pero Twitter pensó que podría compensar. Los millones que potencialmente perderán porque ciertas compañías dejasen de promocionar tuits y hashtags, estarían compensados por los ingresos de las suscripciones a contenidos para adultos.
Twitter no le puede pedir peras al olmo, aún cuando la pera se llama OnlyFans
Y es aquí donde surgió el segundo problema. Recordemos: el principal requisito para desplegar esta función era hacerlo de forma segura y responsable. Pero el equipo descubrió que, básicamente, era imposible. La compañía no trataba de manera eficaz el contenido sexual ilegal o peligroso dentro de la plataforma. "Twitter es incapaz de ser fiable a la hora de detectar el abuso infantil o contenido pornográfico no consentido a gran escala", sentenciaron los empleados. Por si fuera poco, la compañía tampoco dispone de las herramientas necesarias para saber si la persona que va a vender fotografías o vídeos pornográficos cumple la edad legal para hacerlo.
Si Twitter no puede ni detectar si está mostrando contenido ilegal o abusivo, ¿cómo van a crear un servicio de suscripción a material pornográfico o explícito? Sería pedir peras al olmo. Twitter puede censurar tuits que puedan ser ofensivos o de desinformación, según el criterio de los moderadores, pero es incapaz de detectar —según alega el equipo que ha informado a The Verge— si un vídeo es ilegal no. Estos concluyeron que lo único que haría esta nueva función es agravar el problema, ya que el contenido, al estar detrás de un muro de pago, no se podría reportar ni analizar tan fácilmente.
Katie Rosborough, quien dirige la comunicación de políticas de Twitter, confirma que el equipo "fue parte de un debate donde se concluyó que lo mejor era detener la iniciativa". Es decir, el proyecto se detuvo, pero no se intentó arreglar el problema de raíz, según el testimonio de varios empleados. Rosborough, defiende la postura de la compañía, que según su testimonio lucha intensivamente contra la difusión de material de abuso sexual infantil.
Comprensible es que las grandes plataformas tengan problemas a la hora de detectar y eliminar material ilegal o dañino de forma rápida y eficaz. Cada segundo se envían millones de mensajes y fotografías. Twitter cuenta con casi 230 millones de usuarios que entran al menos una vez al día. Sin embargo, lo de esta red social es un caso especial.
A Twitter le crecen los enanos
Twitter se ha caracterizado por gestionar numerosos escándalos de forma tardía o deficiente. Su estrategia empresarial no ha resultado efectiva y, pese al baile de directivos en los últimos años, nunca ha encontrado ni la rentabilidad ni una vía de negocio y crecimiento claros. Desde el asalto al capitolio, se pueden listar algunos casos de moderación polémica donde se ha censurado a varias personalidades que no han infringido normas de conducta o compartido material ilegal.
La semana pasada un ex empleado de Twitter convertido en informante, criticó duramente el pasotismo de sus directivos ante las prácticas internas de la empresa sin atender a unos criterios de seguridad mínimos. Y todo esto llega apenas semanas antes de que el juicio se celebre para decidir si Elon Musk debe comprar Twitter o no. El empresario ya no quiere comprar la red social, y su excusa era el número de bots. Pero cada vez cuenta con más cartas en la mano según nos vamos acercando a la fecha del juicio.