Lamentablemente, el cohete SLS y la nave Orión no pudieron lanzarse a la Luna en su primer intento. El Programa Artemis tendrá que esperar a una nueva ventana de lanzamiento, que tendrá lugar el 3 de septiembre, para poner en marcha esta nueva carrera hacia nuestro satélite. En caso de que tampoco sea posible, les quedaría una nueva oportunidad, el 5 de septiembre.
Esas son las fechas cerradas de momento. Si tampoco se lograra el lanzamiento el 5 de septiembre, habría nuevas oportunidades en las semanas posteriores, aunque aún no se han calculado con exactitud. Y es que esto no se trata de fechar algo basándonos en la disponibilidad de los ingenieros. Las ventanas de lanzamiento se rigen por cálculos muy estrictos, de los que se extraen unas pocas fechas en las que un cohete puede ser lanzado al espacio.
Al fin y al cabo, no debemos olvidar que la Tierra está en constante movimiento y los objetos a los que suelen enviarse los cohetes también. Esto hace que haya momentos en los que el lanzamiento es favorable y otros en los que resultaría imposible. Eso es la ventana de lanzamiento. Pero veamos qué más se sabe sobre ella.
¿Qué se tiene en cuenta para calcular la ventana de lanzamiento?
Los cohetes no son aviones que puedan pilotarse desde un punto A hasta un punto B. Ni siquiera el SLS de Artemis, que es el más potente que se ha fabricado nunca. Son vehículos que se proyectan para seguir una trayectoria en la que mayormente se sigue un movimiento inercial. Los motores tienen un papel muy importante al principio, pero en buena parte del viaje simplemente se aprovecha el campo gravitacional de los objetos celestes involucrados. Así, se consigue gastar mucha menos energía.
El problema es que, precisamente por este motivo, no se puede lanzar en cualquier momento. Se debe tener en cuenta el movimiento del punto de salida, que suele ser la Tierra, y el de destino, que puede ser la Luna o Marte, por ejemplo. De este modo, se calcula cuándo es el momento óptimo para que el cohete y el objeto de destino lleguen al mismo punto del espacio en el mismo momento.
Si solo tenemos esto en cuenta, tendremos unos periodos de tiempo, más o menos largos, en los que se podría enviar un cohete a su destino. No obstante, estos se pueden concretar todavía más, teniendo en cuenta otros factores. Por ejemplo, la cantidad de combustible disponible para hacer un posible cambio de trayectoria o para provocar modificaciones en la velocidad. Y es que, aunque no es un avión que vaya desde A hasta B, sí que se pueden hacer algunos cambios que también forman parte de la ventana de lanzamiento.
¿Por qué no son todas iguales?
Hay ventanas de lanzamiento que duran varios días y otras mucho más cortas. Este es el caso de los cohetes que se envían a la Luna. Como pudimos ver en el primer intento de Artemis, la ventana de lanzamiento solo duraba dos horas. No fue necesario agotarlas, puesto que los problemas con el motor tres del SLS eran demasiado graves para solucionarlo en ese tiempo. No obstante, se sabía de sobra que si pasaban esas dos horas ya no habría nada que hacer hasta el 3 de septiembre.
Esto es porque para enviar cohetes a la Luna disponemos de ventanas de lanzamiento abundantes pero cortas. Es decir, en un día hay muy poco tiempo para poder lanzar el cohete. En este caso fueron dos horas. Pero, por suerte, la siguiente ventana de lanzamiento no debe estar muy lejos en el tiempo, como ya hemos visto.
Esto es porque el objeto de destino es la Luna, cuyo movimiento se basa principalmente en girar alrededor de la propia Tierra. En cambio, si el objeto al que se quiere lanzar el cohete gira alrededor del Sol, al igual que la Tierra, es más difícil encontrar ese punto idóneo. Es lo que ocurre con Marte. Podemos visualizarlo como un grupo de personas dando vueltas alrededor de una mesa, cada una a una distancia de la misma y a una velocidad diferente. Una de ellas, además, tiene una mosca volando a su alrededor. Para esa persona será más fácil encontrarse frente a frente con la mosca, aunque el momento durará muy poco. En cambio, si quiere estar de frente a la otra persona, tardará más tiempo en hacerlo, pero podría considerarse suficientemente encarado hacia ella durante un periodo más largo del que pasó con la mosca.
Por eso, las ventanas de lanzamiento a Marte duran varios días, pero se suceden aproximadamente cada dos años. Si se pierde, es mucho más trágico, puesto que todo lo que se invierte en ellas se debe dejar mucho tiempo en stand by.
Afortunadamente, no es el caso de la Luna y, con suerte, Artemis podrá ponerse en marcha este 3 de septiembre. Si no, sigue habiendo muchas oportunidades en el horizonte. Alguna debe ser la buena.