La energía eólica se ha convertido en una alternativa muy interesante a los combustibles fósiles. Sin embargo, hay un gran problema y es que, si no se reciclan adecuadamente, las palas de los aerogeneradores pueden ser muy contaminantes. De hecho, el año pasado se hizo viral la imagen de un cementerio de palas en Estados Unidos, en el que estas grandes estructuras se entierran para ahorrar el coste económico y el esfuerzo que supondría reciclarlas. Por eso, es necesario buscar nuevos materiales que permitan descomponerlas de una forma más sencilla, pudiendo reciclarlas en nuevas palas o en otros productos. Y eso precisamente es lo que ha hecho un equipo de científicos de la Universidad Estatal de Michigan con una resina que puede pasar de los aerogeneradores a fábricas de ositos de gominola.

Por ahora es algo experimental, que aún no se ha probado a gran escala. Sin embargo, según han explicado en la presentación realizada en el Congreso Anual de la Sociedad Americana de Química, de momento se ha logrado disolver el material de las palas de los aerogeneradores y fabricar con él nuevos productos. No solo ositos de gominola, también encimeras de cocinas e incluso pañales.

Lo han logrado mezclando la fibra de vidrio que se usa normalmente para fabricar las palas con un polímero sintético y otro derivado de plantas. Después, el material se fue reconfigurando, tomando y añadiendo lo necesario hasta tener una resina de lo más versátil.

El problema de las palas de los aerogeneradores

Desde que comenzó a emplearse la energía eólica, se ha visto que los aerogeneradores son mucho más eficaces a medida que se aumenta el tamaño de las palas. De hecho, en algunos parques eólicos se ha optado por reemplazar las que ya había antes de terminar su vida útil, simplemente por colocar otras más grandes. Eso tiene un coste medioambiental muy peligroso.

Además, cuanto más grandes son, más difícil resulta transportarlas y reciclarlas. Por lo tanto, lo ideal es poder disolverlas o descomponerlas a otros materiales más simples. Y eso es lo que han hecho estos científicos.

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Marten Bjork (Unsplash)

De los molinos de viento a todo tipo de productos

Tras mezclar la fibra de vidrio con los dos polímeros antes mencionados, estos científicos obtuvieron una resina termoplástica tan resistente que sirvió para fabricar tanto palas de aerogeneradores como piezas de automóviles. 

Después, simulando el fin de su vida útil, procedieron a disolver los paneles fabricados con la resina hasta poder eliminar físicamente la fibra de vidrio. A continuación, pudieron refundir este material para obtener productos similares. Pero, además, podía mezclarse con otras sustancias para obtener materiales diferentes. Por ejemplo, al mezclar la resina con una mezcla concreta de minerales, obtuvieron piedra cultivada con la que construyeron encimeras y fregaderos. 

Por otro lado, trituraron parte de la resina recuperada de las palas de aerogeneradores y la mezclaron con otras resinas plásticas. Esto les permitió obtener cubiertas para ordenadores portátiles y otros aparatos electrónicos.

A continuación, probaron a introducir la resina en una solución alcalina, dando lugar a una digestión que dio como producto una nueva sustancia: el poli metacrilato de metilo (PMMA). Este material puede emplearse en la construcción de faros para automóviles o ventanas. Pero, además, si se realizaba la digestión a una temperatura más elevada, se obtenía un material diferente, llamado poli (ácido metacrílico); que, gracias a su gran poder absorbente, puede usarse para fabricar pañales.

También ositos de gominola

La más curiosa de las aplicaciones fue la última. Y es que esa misma digestión alcalina generó también como producto el lactato de potasio, una sustancia que se puede emplear en la fabricación de dulces. Concretamente, ellos cocinaron ositos de gominola. Y no solo los hicieron, sino que también los probaron, según explican en un comunicado de la Sociedad Americana de Química.

Podríamos pensar que usar un material obtenido del reciclaje de palas de aerogeneradores para fabricar algo que se come no es una buena idea. No obstante, los autores de la investigación insisten en que no hay problema con el lactato de potasio. Simplemente, el ingrediente de los ositos de gominola es una nueva configuración de esa primera sustancia. Como bien dicen ellos, el carbono sigue siendo carbono, tanto si procede de una planta como si se encuentra en un combustible fósil. En este caso, los elementos que formaron parte de los aerogeneradores pasan a conformarse para dar lugar a un resultado carente de toxicidad.

Hasta aquí, todo bien. El problema es que, de momento, no hay polímeros suficientes para responder a la gran demanda de palas de aerogeneradores. Por eso, hasta que no se pueda obtener más, esto seguirá siendo un solo experimento. Eso sí, un experimento muy necesario. Y es que, a falta de un Quijote que se enfrente a los gigantes, urge buscar formas de darles una nueva vida que no atente contra ese medio ambiente al que, al fin y al cabo, pretenden salvar.