La guerra de consolas, nos guste o no, forma parte del imaginario cultural de la industria de los videojuegos. Aunque no es un fenómeno reciente ni mucho menos, fue gracias a internet, y en particular a las redes sociales, que alcanzó su punto máximo de exposición. Hoy en día, vemos conflictos entre "jugadores" que voluntariamente toman la bandera de Xbox o PlayStation para explayarse con comentarios tóxicos. Muchas veces, por desgracia, rebasan límites hasta provocar problemas verdaderamente serios.
Sabemos que la guerra de consolas, al menos durante las generaciones más recientes, se ha centrado, primordialmente, en dos bandos: Xbox y PlayStation. Esa rivalidad natural, por supuesto, nació en 2001 con la llegada de la primera Xbox, pues tanto Microsoft como Sony perseguían —y siguen persiguiendo— un objetivo común.
Ahora bien, ¿alguna vez te has preguntado cuál fue la posición que adoptó Microsoft, una compañía debutante en el sector, al ver cómo se generaba una guerra mientras su consola daba sus primeros pasos? Lo normal sería pensar que intentarían calmar las aguas para evitar un ambiente tóxico alrededor de su recién nacido hardware. Sin embargo, tuvieron otra idea: fomentar la guerra de consolas.
En una entrevista con IGN, Peter Moore, quien fuera una pieza clave en el desarrollo y lanzamiento de la Xbox y Xbox 360, reconoció que los de Redmond no pusieron el freno a la guerra de consolas, sino todo lo contrario. Eso sí, el ex directivo de Microsoft aclara que su objetivo no era crear una división entre la comunidad, sino tener un motivo que los impulsara a ser mejores.
"Fomentábamos las guerra de consola, no para crear división, sino para desafiarnos unos a otros. Y cuando digo unos a otros me refiero a Microsoft y Sony. Si Microsoft no hubiera mantenido el rumbo después de la Xbox, después del Anillo Rojos de la Muerte, los juegos serían un lugar más pobre por ello, no tendrías la competencia que tienes hoy. Si no hubiéramos resuelto el Anillo Rojo de la Muerte de la forma en que lo hicimos, sé muy bien que hoy no habría Xbox."
Las declaraciones de Moore, aunque podrían considerarse polémicas —y hasta cierto punto lo son—, también llevan parte de razón. La rivalidad entre Xbox y PlayStation se expandió más allá de las operaciones de las dos marcas; fuera de su zona de control. El hecho de tener a miles de jugadores defendiendo su consola como si se tratase de su madre, impulsó a las compañías a ofrecer productos por los que valiera la pena emitir una opinión contundente, incluso si eso significaba atacar a la competencia.
La competencia entre Xbox y PlayStation nos favorece a todos
¿La estrategia le funcionó a Microsoft? Bueno, eso depende de qué generación analicemos. Pero, en un contexto general, y tomando como referencia el estado actual de Xbox, podríamos decir que sí. En el presente, Microsoft y su división de videojuegos gozan de una excelente salud. Tienen dos consolas (Xbox Series X|S) que se están vendiendo como pan caliente, y un servicio muy atractivo que no para de crecer (Xbox Game Pass).
Pero ojo, porque ese crecimiento que ha tenido Xbox desde los últimos años de la anterior generación, también provocó que PlayStation redoblara esfuerzos para seguir creciendo. La realidad es que ambas propuestas, aunque claramente son distintas en su filosofía y oferta de productos, tienen contentos a la mayoría de sus consumidores. Al final, esa competencia nos ha favorecido a todos.
El único problema, desde luego, es que seguramente Microsoft no dimensionó que, muchos años después, la guerra de consolas iba a escalar hasta dividir a un cierto sector de la comunidad. Y digo "cierto" porque no todos están involucrados. Los videojuegos se pueden disfrutar plenamente sin la necesidad de tomar partido por una u otra plataforma. De hecho, Xbox y PlayStation han tenido muchos gestos de respeto hacia su rival; dejando claro que pueden coexistir.