La aviación supersónica aplicada a fines militares no se ha limitado al desarrollo de cazas, sino también a su implementación en otros tipos de aeronaves. Incluso aquellas de gran porte, como los bombarderos pesados. Es cierto que hablamos de casos bastante más específicos dentro de la industria armamentística, pero existen. Uno de los más icónicos es el Tupolev Tu-160, el “Cisne Blanco” soviético que continúa en servicio hasta hoy.

La idea tras este bombardero supersónico surgió en los años sesenta, en plena Guerra Fría. Por entonces, la necesidad de contar con una aeronave que pudiese cargar una gran cantidad de armamento, recorrer larguísimas distancias para efectuar ataques sobre blancos de gran valor, y hacerlo a una velocidad muy superior a la de cualquier interceptor moderno, parecía ser prioridad para las dos principales potencias de la época. Estados Unidos y la Unión Soviética estaban convencidos de que una guerra nuclear era inminente, y no querían que les encontraran con la guardia baja.

Los norteamericanos habían tomado la delantera con el desarrollo del North American B-70 Valkyrie, un bombardero nuclear supersónico, desde fines de los años 50. Sin embargo, su utilidad quedó en tela de juicio con la aparición de los misiles tierra-aire y los misiles balísticos intercontinentales. Así, solo se produjeron dos prototipos —renombrados XB70— capaces de volar por encima de Mach 3, cuyo uso quedó limitado a pruebas por parte de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y la NASA. Solo una unidad sobrevivió, ya que la otra se destruyó en un fatal accidente durante una producción fotográfica con otras aeronaves.

Los norteamericanos no abandonaron del todo la idea de un bombardero supersónico, puesto que el proyecto posteriormente evolucionó en el Rockwell B-1 Lancer, cuyo desarrollo estuvo plagado de contratiempos e idas y vueltas, especialmente por cuestiones políticas. En ese contexto fue que la Unión Soviética comenzó a trabajar en lo que finalmente resultó ser el Tupolev Tu-160, una máquina que actualmente sigue llamando la atención no solo por su estética similar a la del Concorde, sino por sus impactantes capacidades de vuelo y armamentísticas.

Tupolev Tu-160, un bombardero supersónico impactante

Tupolev Tu-160
Foto: Timofey Nikishin (Airliners.net)

Si bien la opción de desarrollar un bombardero supersónico soviético comenzó a explorarse en los sesenta, se puso en marcha recién en 1972. La Unión Soviética lanzó un concurso en el que encomendó a tres burós de diseño —Sukhoi, Myasishchev y Tupolev—, que presentaran proyectos para un nuevo bombardero pesado. Las instrucciones iniciales eran bien específicas: que fuera capaz de volar a Mach 2.3 (+2.800 kilómetros por hora) y que utilizara alas de geometría variable.

La iniciativa de Tupolev fue la elegida por las autoridades, quienes dieron el visto bueno para que comenzara el desarrollo del Tu-160. La similitud con el Tu-144, la versión soviética del Concorde, no es casual. El fabricante optó por aprovechar buena parte de lo aprendido durante el desarrollo del avión comercial supersónico para aplicarlo en la creación de esta nueva aeronave militar.

El Tupolev Tu-160 voló por primera vez recién en 1981, siete años después que el vuelo inicial del B-1 Lancer. Sin embargo, el proyecto estadounidense se canceló durante la presidencia de Jimmy Carter y se reactivó en los ochenta con el arribo de Ronald Reagan a la Casa Blanca. Esto les permitió a los soviéticos ponerse a tiro, comenzando la producción de su bombardero supersónico en 1984 e incorporándolo a servicio en abril de 1987, apenas un año más tarde que su contraparte norteamericana.

Una verdadera bestia

El Tupolev Tu-160 mide 54,1 metros de largo y 13,1 metros de alto. Gracias a sus alas de geometría variable, su envergadura va de los 35,6 a los 55,7 metros, según si están completamente cerradas o abiertas, respectivamente.

La aeronave es potenciada por cuatro motores turbofán Kuznetsov NK-32 con sistema de poscombustión, capaces de generar 55.000 libras-fuerza de empuje cada uno. Esto le permite un peso máximo al despegue de 275.000 kilogramos.

El bombardero supersónico ruso puede alcanzar una velocidad máxima de Mach 2.05 y su techo de vuelo es a 16.000 metros de altura. El avión ha sido diseñado para transportar hasta 40.000 kilogramos de carga y cuenta con dos bahías internas para armamento. Las mismas no solo se pueden utilizar para bombas sin guiado, sino que además están equipadas con lanzadores de misiles Kh-15 y Kh-55 de capacidad nuclear.

La autonomía del Tupolev Tu-160 también es muy interesante. Con una carga regular de 9.000 kilogramos, puede volar por 14.000 kilómetros, mientras que con el máximo de 40 toneladas la autonomía se reduce a 10.500 kilómetros. De todos modos, la aeronave cuenta con un sistema que le permite reabastecerse en pleno vuelo, evitando tener que realizar “paradas estratégicas” para conseguir más combustible.

A lo largo de su historia operativa, esta impactante máquina se ha adueñado de múltiples récords y distinciones. Entre tantas, es la aeronave con alas de geometría variable más grande que se ha fabricado y el bombardero más veloz en actividad. Pero eso no es todo, ya que hasta el momento se mantiene como el avión de combate más grande y pesado del mundo.

Desde su entrada en servicio, el Tupolev Tu-160 ha recibido el apodo de “Cisne Blanco”. Esto se debe a la decisión de pintarlo de color “blanco antidestello” (anti-flash white), con el fin de que el fuselaje sea capaz de reflejar parte de la radiación térmica que podría provocar una explosión nuclear. Esta característica no ha sido exclusiva de los bombarderos soviéticos, ya que Estados Unidos y Reino Unido también la han utilizado durante la Guerra Fría.

El propósito del blanco antidestello es minimizar los efectos que un ataque con armas nucleares podría tener sobre el avión y sus tripulantes.

Sobreviviendo a la disolución de la Unión Soviética

Tupolev Tu-160
Foto: Sergy (Airliners.net)

Como tantos otros proyectos nacidos en el seno de la Unión Soviética, la producción y el uso del Tupolev Tu-160 padecieron su disolución. La fabricación en serie del avión supersónico se detuvo en 1992, ocho años después de iniciada, cuando unas 35 unidades habían salido de la línea de producción. En simultáneo, se decidió cancelar todas las actividades de patrullaje remoto en las que se las utilizaba.

Un dato llamativo es que, del total de aeronaves producidas, 19 quedaron en territorio ucraniano tras la disolución de la URSS. Ucrania tomó posesión de las mismas y las utilizó para negociar con Rusia, que no accedió a pagar las altas cifras que se le reclamaban. El “tire y afloje” por las máquinas se mantuvo a lo largo de la década de 1990, al punto tal que el gobierno ucraniano comenzó con el proceso de desguace estipulado por la Ley de Reducción de Amenazas Nucleares Soviéticas de 1991.

No obstante, el interés ruso se reavivó en 1999. Así, las partes llegaron a un acuerdo por el cual Ucrania accedió a vender ocho unidades del Tupolev Tu-160 a Rusia, junto con otras aeronaves y material bélico que había quedado “varado” en su territorio tras el fin de la Unión Soviética. El arreglo fue por menos de 300 millones de dólares, que se dedujeron de la deuda ucraniana por la compra de gas natural.

Un dato ciertamente irónico es que, con el paso de los años, Rusia ha utilizado su flota de Tupolev Tu-160 contra Ucrania. Esto se ha visto especialmente durante el conflicto bélico entre ambos países que se inició a fines de febrero pasado. De acuerdo con funcionarios ucranianos, el bombardero supersónico ha sido utilizado para realizar ataques con misiles desde las regiones del mar Caspio y el mar Negro.

El Tupolev Tu-160 ha protagonizado varios ‘encuentros cercanos’

El interés ruso por el Tupolev Tu-160 se ha visto renovado a partir de 2007, durante el segundo mandato presidencial de Vladimir Putin. Por entonces se anunció el retorno de las misiones de patrullaje de largo alcance, lo que ya ha llevado a la aeronave a tener varios “encuentros cercanos” con interceptores de otros países. Ese mismo año, fue escoltado por cazas de Dinamarca, Noruega y el Reino Unido al acercarse a los espacios aéreos de dichos países durante sus misiones.

En 2008, el bombardero supersónico llevó a cabo su primera visita a Sudamérica. A Venezuela, más específicamente. Tres Tupolev Tu-160 partieron desde Rusia y volaron sobre aguas internaciones de los océanos Ártico y Atlántico hasta llegar a territorio venezolano. Durante el trayecto fueron escoltados en dos oportunidades por cazas de la OTAN, pertenecientes a las fuerzas aéreas de Noruega y Estados Unidos. El dato curioso es que solo dos de las aeronaves aterrizaron cerca de Caracas, pues la restante dio la vuelta y retornó a tierras rusas.

El Tupolev Tu-160 podría volar hasta 2040 y Rusia tiene un ambicioso plan para ampliar su flota de bombarderos supersónicos. Las unidades existentes ya están siendo modernizadas, mientras que la fabricación de nuevas versiones se ha reanudado en los últimos años.

Las visitas a la región se repitieron en años subsiguientes. En 2013 participaron de ejercicios aeronavales con Venezuela y Nicaragua, y en 2018 reaparecieron surcando el cielo bolivariano. Vale mencionar que durante su segundo despliegue sudamericano, la presencia de los Tupolev Tu-160 provocó una denuncia por parte de Colombia. Según dicho país, dos aeronaves de la flota supersónica ingresaron a su espacio aéreo en un par de oportunidades sin tener permiso para ello. Esto obligó a la Fuerza Aérea Colombiana a escoltarlos hasta el espacio aéreo internacional.

Bastante vida útil por delante

Si bien el Tupolev Tu-160 es un avión joven —aún no llega a 35 años de vida operativa—, ya está en marcha el proceso para modernizarlo. A todas las unidades que se sometan al proceso de optimización de equipamiento se las rebautiza como Tu-160M. Además, las nuevas aeronaves que salen de la línea de producción, considerando que la fabricación se reanudó en 2015, reciben la misma denominación.

Este año Rusia sumaría dos nuevas unidades a la flota, pero las intenciones a futuro serían bastante más grandilocuentes. Se dice que el plan del Kremlin es incorporar un total de 50 nuevas naves y sumarlas a las 16 ya existentes. De acuerdo con especialistas, el Tupolev Tu-160 sería capaz de volar al menos hasta 2040, pero no se descarta que ese número pueda extenderse bastante más en caso de que se cumplan de forma consistente las entregas planeadas hasta 2030.

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