OpenSea está en horas bajas. La crisis de la llamada web3 ha llegado casi antes que la propia web3, como quien dice. Y con la crisis, los despidos; esto no cambia ni con la democratización, descentralización o cualquier otra utopía web que imagines. Una situación que también está viviendo el sector de las cripto. Con su criptoinvierno particular ha llegado el momento de meter la tijera. OpenSea, el imperio de los NFT, y Coinbase, el rey de los exchange, ya están en ello. No son las únicas en cualquier caso. El descalabro de Klarna, el que fuese el fintech mejor valorado de Europa, es la antesala de lo que está por venir. Y es que ni los Bored Ape iban a ser inmunes al mundo real.
De esta manera, OpenSea ha anunciado que despide al 20 % de su plantilla. ¿Cuánto es eso? El comunicado, firmado por el cofundador de la tecnológica, Devin Finzer, no lo dice. Fuentes de The Verge apuntan a que permanecerán unos 230 empleados en nómina.
Los despidos de OpenSea son, en cualquier caso, el síntoma de un mercado que ha pinchado su burbuja. Una bien rápida y que ha corrido como la pólvora. Los datos de la propia compañía, la más potente en NFT a nivel global, hablaban de caídas de un 70 % del valor de sus activos digitales. Aún presentaban una cifra más radical: solo 1 de los 40 mayores proyectos NFT eran rentables. Los famosos Bored Ape –amparados por un séquito de famosos y caras conocidas– se desploman, Crypto Punk y CyberBrokers siguen la estela. Pocos son los que han sobrevivido, y muchos se preguntan si la inversión que realizaron tendrá utilidad algún día.
"Hemos llegado al criptoinvierno", apunta Finzer en el comunicado, "y debemos prepararnos para una recesión prolongada". Y han llegado en el peor momento posible. La inestabilidad económica que afecta a cualquier palo de la sociedad se ha pasado también por los reyes de la web3. No pocos se preguntan, en este momento, si el auge de los NFT ha vivido en una burbuja que ahora ha pinchado por un tiempo prolongado. Finzer añade que, con los despidos, "se suman 5 años de oxígeno". Si la cosa se pone más seria, ya se verá.
Concretamente, OpenSea ha sido señalada por tácticas agresivas de crecimiento para alimentar un mercado que realmente no tenía los pies en la tierra; también por tener una política de gasto desmedida. Unas que, pese a todo, han funcionado. La compañía NFT ha sido ejemplo para muchas otras compañías que han imitado su modelo de negocio. También para empresas, de cualquier rama, en su objetivo de lanzar sus propios activos digitales. ¿Para qué? Aún no está clara ni su utilidad, ni el valor. Mucho menos en empresas que nada tienen que ver con el sector.
La culpa de la crisis de OpenSea la tienen las criptomonedas
Como si de un castillo de naipes se tratase, la caída de los NFT tiene muchos orígenes. Por un lado, la sensatez del ser humano –al menos temporal– a la hora de enfrentarse a un producto sin oficio ni beneficio en la mayor parte de los casos. Por otro, el desplome de las criptomonedas y la crisis de los grandes exchange. Si OpenSea está enfrentándose al invierno, Coinbase transita la era glaciar en este momento.
El líder de los exchange tiene poco que ocultar. Su condición de empresa pública muestra los paños menores de un sector que pasa por sus peores momentos. Con la intención de despedir a la 5ª parte de sus empleados, Coinbase se dejaba 430 millones de dólares durante el primer trimestre del año. No encuentran usuarios nuevos, los que había están desapareciendo y, con todos ellos, las transacciones han saltado por los aires. Los clientes institucionales han parado su actividad –una que representaba un gran volumen– para dar paso a los minoristas –que aunque en volumen no tengan tanto peso, sí que hacen bulto–.
Es tal la magnitud de la caída, que algunos ya huelen a cadáver cripto y han aprovechado para sacar partido. Binance y FTX han aprovechado la caída de Coinbase para empezar a hacerse hueco en Estados Unidos, el principal mercado pese al invierno cripto. Binance, que ha estado haciendo acopio de capital con una moderada presencia pública, ya está presentando la que será la apuesta fuerte por un sector que –asumen– tarde o temprano crecerá. Al menos para los que sobrevivan.