La Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de declarar el reciente brote de viruela del mono fuera de África como una emergencia sanitaria global. La reunión de asesores, que tuvo lugar el pasado 21 de julio, generó cierta controversia, pues sus integrantes tenían opiniones opuestas. Sin embargo, fue finalmente el propio director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien intervino para decantar la balanza hacia la situación de emergencia. Ahora bien, ¿qué implica esta decisión?

Puede llevarnos a pensar en los avisos que se hicieron antes de declarar el brote de COVID-19 como pandemia. No obstante, este caso no es exactamente igual. Basta con ver que la enfermedad avanza mucho más despacio. El problema es que, a pesar de avanzar más despacio, no dejar de hacerlo. Los casos siguen goteando poco a poco en todo el mundo. Empezaron siendo solo algunos hombres que mantenían relaciones sexuales con otros hombres, lo cual apuntaba a brotes localizados. Sin embargo, y aunque la mayoría siguen estando en ese grupo, actualmente hay también hombres y mujeres heterosexuales, e incluso niños afectados por la enfermedad.

A fecha del 22 de julio se habían declarado 16.593 casos en 68 países que no habían reportado antes viruela del mono. Está claro que se trata de una situación excepcional, de ahí que tanto el director de la OMS como algunos de sus asesores crean que hay motivos suficientes para declarar la emergencia. Pero lo cierto es que, probablemente, esta no implica nada más que quizás un aumento en la concienciación de los países para reforzar las medidas de contención. La situación de emergencia no supone ningún tipo de obligación, simplemente una nueva llamada de atención para recordar que debemos estar atentos a la viruela del mono. 

Los casos de viruela del mono no cesan, pero tampoco aceleran

Durante la pandemia de coronavirus aprendimos bien qué es el número R. Este hace referencia al número de personas a las que contagia de media una persona infectada. Es un valor esencial a la hora de hacer el seguimiento de una epidemia o una pandemia, pues en el momento que se sitúa por debajo de 1 podemos suponer que la situación empieza a estar controlada.

En el caso de la viruela del mono, los modelos de la OMS sitúan su número R entre 1,4 y 1,8. Aunque ese es el valor para hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres. En el caso del resto de la población desciende hasta 1.

La inmensa mayoría de casos cursan sin complicaciones, por lo que parece que no es una variante muy virulenta. Muchos de los países afectados ya han tomado medidas y están vacunando a personas de riesgo. No hay vacuna contra la viruela del mono, pero sí contra la viruela humana, ya erradicada, y esta ofrece un porcentaje muy alto de protección. 

Gracias a todo esto, se ha comprobado que la tasa de aumento de casos se ha desacelerado notablemente en las últimas semanas en la mayoría de países afectados. 

Sin embargo, según declaraciones de Adhanom Ghebreyesus, la situación en Europa se sigue considerando aún de riesgo alto. Este ha sido el motivo que le ha llevado a interceder para romper el desempate entre los asesores. 

De este modo, espera que todos los países estén ojo avizor para controlar posibles repuntes. Es una forma de recordar que la viruela del mono sigue ahí, aunque a veces nos olvidemos de ella. Además, en un artículo para The Conversation, Paul Hunter, profesor de medicina de la Universidad East Anglia, ha señalado que la declaración de emergencia podría servir para alentar a la financiación en la investigación de esta enfermedad. Al fin y al cabo, parece que solo nos damos cuenta de la importancia de la ciencia cuando la espada de Damocles se cierne sobre nosotros. Aunque este no sea un caso tan grave, revestirlo de emergencia puede ser el empujón que se necesita para pensar en esa financiación que debería haber llegado mucho antes. En África, por ejemplo, lo habrían agradecido.

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