Varias de las escenas de La noche más larga, nueva serie de Netflix, son profundamente claustrofóbicas. De hecho, la mayor parte de la serie juega con la concepción de los espacios asfixiantes para narrar una historia trepidante e incómoda. Después de todo, el argumento cuenta lo ocurrido en una única noche. Y lo hace desde la sensación que cada decisión, acción e incluso, omisiones, son un camino directo al peligro. Cuando no a la violencia y a la muerte. Se trata de un riesgo narrativo mayor que pone a la serie en la extraña condición de sostener la tensión a lo largo de todos sus capítulos.
Como si eso no fuera suficiente, también en profundizar en la idea sobre el mal, el bien y la ética, mientras sus personajes intentar tomar una decisión impensable. O cuando menos, cuestionable en varias formas distintas. La noche más larga se hace la habitual pregunta sobre cómo reaccionar a una premisa imposible, que desborda a todos los personajes de origen. Y que, de hecho, puede comprenderse como una idea amplia e incómoda sobre la percepción de inevitable.
La Noche más larga
La noche más larga, película de Netflix, es un mecanismo de relojería argumental. Entre la acción, el suspense y la concepción de lo inevitable, la serie es la suma de sus partes. Por un lado, la mirada sobre un hecho improbable de violencia que tendrá un solo resultado. Por el otro, la conexión perversa entre personajes antagónicos que se enfrentarán de manera sangrienta. Entre ambas cosas, una mente criminal y siniestra. El resultado es una noche siniestra e interminable, en la que la violencia devastada cada lugar y motivo.
¿Cómo reaccionamos a una posibilidad que pone a prueba nuestra decisión sobre ceder o luchar? Cuando un grupo de mercenarios intentan tomar por la fuerza la prisión psiquiátrica de Monte Baruca, el plan que ejecutan parece no tener puntos blandos. Después de todo, se trata de aislar al edificio — y lo logran —, y además usar todos los recursos a su disposición para que el asalto cumpla su objetivo. Todo, mientras la nochevieja transcurre y el penal entero se encuentra en medio de un aislamiento inevitable.
La noche más larga: una batalla por sobrevivir contra reloj
¿Y cuál es el objetivo de semejante y violenta operación? Simón Lago (Luis Callejo), un violento y cruel asesino en serie, recluido dentro del penal. El hecho de que el asalto a la prisión esté impulsado por una especie de misión cruel, hace que toda la trama cobre un nuevo sentido. ¿Qué puede esperarse de un grupo que intenta capturar a un criminal despiadado? La noche más larga explora la idea de dos males mayores en contraposición. Porque además, la operación contra el penal lleva aparejada una advertencia simple. Si Hugo (Alberto Ammann), director del penal, desobedece el ultimátum implícito, la violencia será aún más terrible.
Y eso es precisamente lo que sucede. De hecho, el enfrentamiento es inevitable y tanto fuera como dentro de la cárcel hay la percepción inmediata de riesgo al límite. El guion, no obstante, no fuerza la repercusión ni tampoco lo que es evidente ocurrirá. Y es esa decisión, lo que hace de La noche más larga impredecible. El director y el resto de los que se encuentran dentro del penal, están dispuestos a resistir el asedio tanto como puedan. Los asaltantes forzarán hasta las últimas consecuencias para crear una situación insostenible.
Entre ambas cosas, la serie mostrará hasta qué punto (y desde qué lugar) los personajes deberán tomar decisiones duras. Algunas irracionales, otras inevitables. Todas en medio de una acción frenética y la constante sensación que el conflicto que ocurrirá a no tardar y terminará por arrasar tanto a los que resisten como a los que atacan. Una fórmula que permite a La noche más larga ponderar sobre la tensión, la angustia y la abrumadora sensación de urgencia que la lleva a sus mejores escenas.
Un mecanismo en marcha contra un aterrador sentido del apremio
Uno de los puntos más interesantes de La noche más larga, es su capacidad para analizar a sus personajes sobre los matices. El guion podría no hacerlo y simplemente mostrar héroes y villanos desde una perspectiva simple. Pero el argumento se toma el trabajo de delinear toda una serie de matices que hacen más complicada la situación que plantea.
El director de la cárcel se niega a obedecer, no por un tema de principios o por una integridad a toda prueba. En realidad, hay mucho de ego y vanidad herida detrás de una aparente respetabilidad en el personaje de Ammann. Un dualidad de enorme interés que brinda al personaje sus mejores momentos.
Por otro lado, Simón Lagos es un personaje perturbador y centro de toda la tensión del argumento. Y es justamente, la capacidad de este asesino en serie manipulador y cruel para llevar el horror a un nivel personal, lo que dota a La noche más larga de una identidad única. Un juego de poder que obligará al horror a manifestarse de maneras inesperadas y al final, sorprendentes. El punto más alto de una premisa frenética que consigue mantener el pulso hasta su última escena.