En muchas de sus escenas, la serie de Prime Video Dark Winds reproduce casi punto a punto la atmósfera claustrofóbica de la novela Leaphorn & Chee de Tony Hillerman. La adaptación es mucho más que una narración que muestra el ambiente singular de su versión en papel. En realidad, es un recorrido misterioso y elocuente a través de la idea del asesinato y los secretos que se guardan.

También de los puntos claroscuros del bien y del mal. Todo, al explorar la cuestión de la identidad y el arraigo, la idea de lo étnico y al final, desde lo enigmático. Después de todo, el libro original mostró con cuidado la forma en la que los nativos norteamericanos miran a la cultura que les rodea. Y lo hizo con tanta elegancia como para sorprender por su pulcritud. 

Dark Winds trata de hacer lo mismo y lo logra al tomar lo que podría ser un thriller de suspense al uso y transformarlo en una lección de estilo. Con su ritmo meditado y su concienzudo análisis de la culpa y el miedo, la serie de Prime Video encuentra su equilibrio en su discreción.

La producción de AMC no es un producto llamativo y violento como Better Call Saul. O un espectáculo lento y paciente como The Walking Dead. En realidad, el show está profundamente comprometido en construir una idea brillante acerca de la ley y sus límites. Pero a la vez, la importancia del entorno y el contexto, como un espacio digno de ser contemplado como algo más que una idea. En Dark Winds, la época de la década de los 70 en que transcurre la historia es mucho más que un sentido del tiempo. Es una serie de ideas entrecruzadas que meditan sobre los prejuicios, la discriminación y los espacios neutros en lo legal.

Dark Winds

Dark Winds

Dark Winds no intenta reinventar el género del thriller de suspense basado en asesinatos sin resolver. En su lugar, hace algo mejor y es construir una narrativa sólida, meticulosa e inteligente que sorprende por su solidez. En una época en que los argumentos tradicionales tienden a la experimentación y la búsqueda de romper lugares comunes, la serie de AMC refuerza el esquema. Pero lo hace desde una elegancia y sofisticación sorprendente. Con su aire discreto, podría parecer que se trata de una mirada sin muchos riesgos, pero en realidad su argumento es más ambicioso de lo que parece.

Puntuación: 3.5 de 5.

Los lugares dolorosos en Dark Winds

Por supuesto, concede una especial relevancia al hecho que la reserva Navajo de Monument Valley (Utah) es un escenario complicado. No solo por las leyes que rigen, las costumbres que atraviesa y la percepción sobre el individuo que sostiene sus límites. También por el hecho que pone hincapié en una visión poco frecuente en la cultura pop sobre la raza, la etnia, la cultura y sus límites.

Si bien el racismo hacia los afroamericanos es un tema frecuente en el debate público norteamericano, el que padecen los nativos del país, no lo es tanto. Dark Winds lo deja claro y de la misma manera que el libro del cual proviene lo lleva a un primer plano. ¿Qué ocurre cuando un crimen une a dos partes de un país roto? ¿Qué pasa cuando un hecho delictivo tiene la capacidad incómoda de forzar una discusión minuciosa? 

Estratos extraños de una versión del bien y del mal

La serie, además, tiene un pulso práctico, lento y tradicional que beneficia su narración. Cuando la investigación de un robo formidable en Nuevo México se enlaza con dos asesinatos en la tribu Navajo, habrá una inevitable intersección de fuerzas. Por un lado, se encuentra Joe Leaphorn (Zahn McClarnon), Jim Chee (Kiowa Gordon) y la sólida Bernadette Manuelito (Jessica Matten).

Como enlace entre el mundo fuera de la reserva y el misterioso más allá del mundo del hombre blanco, los tres personajes gravitan alrededor del deber. Pero también, de la condición dolorosa, complicada y a menudo incómoda, de comprender que la ley no es igual para todos. Y mucho más complicado aún que no aplica de la misma manera para los ciudadanos norteamericanos. 

Dark Winds juega con cuidado con la connotación sobre las líneas que separan a grupos específicos y lo logra, con un pulso sofisticado. Este año, la serie Por mandato del cielo, protagonizada por Andrew Garfield, profundizó en planteamientos semejantes. ¿Cómo lidiar con líneas invisibles que dividen comunidades, costumbres y culturas?

Raza, pertenencia y miedo en Dark Winds

Dark Winds

Pero mientras la serie de Garfield exploró un crimen abominable en el ámbito de lo religioso, Dark Winds se pregunta sobre la pertenencia. La comunidad Navajo es un mundo aparte. También, sus habitantes y lo que ocurre entre ellos. Pero la percepción constante de esa diferencia es una forma de violencia que hace que la serie se haga más complicada y dura. 

A través de los capítulos, las historias personales de los policías — tanto blancos como miembros de la Reserva — se entremezclan. El guion utiliza el recurso para analizar el racismo y la discriminación, pero sin entrar en líneas habituales. ¿Qué ocurre cuando un hombre Navajo muere y el peso de su muerte implica un crimen en el mundo más allá de la Reserva?

La connotación no es sencilla y se hace más dura a medida que la serie se centra en el hecho de la raza. ¿Qué ocurre con la condición de lo étnico que separa? ¿O el desconocimiento cultural que agrede? Dark Winds se atreve con ambas cuestiones y avanza con pie firme hacia regiones muy poco comunes en thriller de esta naturaleza. En particular, cuando la investigación se hace más dura, más extraña, más violenta y al final, un punto oscuro en medio de la connotación sobre el miedo y la exclusión.

Esos lugares incómodos en Dark Winds

Uno de los puntos mejor desarrollados en Dark Winds es la forma en que analiza la exclusión. Sin convertir el punto en eminentemente político, hay mucho de comentario social en esta historia incómoda en la que la muerte es un puente entre culturas. También, un reconocimiento a la forma en que se analiza el hecho del otro en medio de un país atravesado por todo tipo de preguntas sobre la identidad.

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Dark Winds es elegante en la medida en que sabe diferenciar una problemática al fondo de la historia de algo más general. Poderosa, elocuente, pero en específico, más profunda que otras series al estilo, la serie de seis capítulos está consciente de su peso. Como el libro del que proviene, es una aproximación por completo intuitiva al hecho de la raza, la ley y la identidad. Pero a la vez, es también un thriller preciso que medita de manera sofisticada sobre el crimen como elemento inevitable de la cultura. Entre ambas cosas, Dark Winds sabe qué hacer para narrar una historia impecable y singular. Su punto más alto en medio de un género, en ocasiones más interesado en la espectacularidad que en la calidad. 

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