¿Eres de esas personas que solo se ponen protección solar en la cara para ir a la playa o la piscina en verano? Estás cometiendo un gran error. Hay que proteger la piel del sol durante todo el año y la cara es una zona especialmente expuesta. Por eso, no podemos olvidarnos de añadir la crema solar a nuestra rutina de mañana. Pero el hecho de hacerlo solo en verano no es el único error que cometemos. Incluso cuando interiorizamos la importancia de protegernos todos los días, podemos seguir equivocándonos en algunos pasos.
De hecho, son fallos que cometemos también con la protección solar en el cuerpo. La cantidad de crema empleada, la reposición una vez pasadas unas horas o las zonas olvidadas son algunos de los puntos clave.
Debemos recordar que la crema de protección solar es una barrera que se interpone entre las radiaciones UV y nuestra piel. Si ponemos un muro entre nosotros y algo peligroso, lo lógico es que queramos que sea un muro sólido y resistente. Con la protección solar de la cara pasa exactamente lo mismo.
¿Cómo funciona la protección solar?
Las cremas de protección solar actúan como una barrera que evita que las peligrosas radiaciones UV lleguen hasta las células de la piel y puedan dañar el ADN. Pero no todas lo hacen del mismo modo, pues depende del tipo de filtro que contengan. Estos pueden ser físicos o químicos y cada uno tiene sus propias ventajas.
Los filtros físicos actúan literalmente como una pared que refleja la luz, para que no penetre en las células. En cambio, los químicos hacen todo lo contrario. En vez de desviar la luz la absorben ellos mismos, para que tampoco llegue hasta el ADN.
Los primeros son los más recomendables para niños menores de dos años, porque no son absorbidos por la piel, aunque hay que tener cuidado, porque no resisten bien el agua. El hecho de que los químicos sí se absorban no significa que sean peligrosos, pues los compuestos que se utilizan han pasado muchos controles y se encuentran a dosis seguras para la salud. No obstante, sí que pueden causar alergias, de ahí que no sean recomendables en niños muy pequeños.
Pero los filtros físicos presentan un problema y es que, cosméticamente, son poco agradables. Se sienten pesados en la piel e incluso dejan un residuo blanco, que quizás nos dé un poco igual en la playa, pero no en la cara durante el día a día. Por eso, las cremas de protección solar faciales suelen contener filtros químicos, como el octocrileno o el avobenzone. En cuanto a las que se usan en el cuerpo, las más completas son las que traen mezclas de ambos tipos de filtros. Por lo tanto, a los antes mencionados se les pueden añadir filtros físicos, como el dióxido de zinc o el dióxido de titanio.
¿Qué debemos tener en cuenta para proteger la cara del Sol?
La crema de protección solar debe formar parte de nuestra rutina de cuidado facial de mañana. Esta rutina puede tener más o menos pasos, dependiendo del interés en la cosmética o la pereza de cada uno. Las más minimalistas suelen constar de limpieza facial (lavarse la cara, básicamente) y una crema hidratante. También se pueden usar mascarillas, tónicos, sérums, contorno de ojos y todo tipo de productos. Pero lo importante es que no nos olvidemos de la protección solar. Esta debe ser el último paso. Es decir, debemos ponerla encima de la crema hidratante. Y es que, si vamos a colocar un muro entre nosotros y el Sol, lo lógico es no ocultar el muro con más capas.
Ahora bien, ¿qué pasa si queremos maquillarnos? Ahí, como es lógico, la crema de protección solar no puede ser el último paso, ya que emborronaría todo. Solo en ese caso podemos dejarla debajo. Es decir, colocaríamos los productos de maquillaje encima. Pero surge un nuevo problema. Y es que la protección solar no se pone una vez en la cara y nos olvidamos.
Al igual que cuando vamos a la playa, si vamos a seguir expuestos al Sol debemos reponerla cada dos o tres horas. Para eso, existen polvos o sticks que se pueden poner encima del maquillaje sin arrastrarlo.
¿Cuánta crema es suficiente?
Según explicó en 2021 a Hipertextual la dermatóloga Monserrat Fernández Guarino, la cantidad adecuada de protección solar es de 1 gramo por centímetro cúbico. Esto, cuando nos ponemos protección en el cuerpo, supone cubrir la piel con una capa gruesa de crema. No vale con solo un poco.
En el caso de la cara, existe un truco, conocido como la regla de los dos dedos, que consiste en cubrir dos dedos, generalmente el índice y el corazón, con crema. Esa es la cantidad que debe aplicarse en la cara. Pero lo importante, como ya hemos visto, es reaplicarla.
Otro detalle a tener en cuenta es que las cremas de protección solar con color para la cara pueden ser contraproducentes. Es cierto que existen algunas que podrían concebirse como una forma de ahorrar en maquillaje. Pero hay un problema y es que podemos ponernos una cantidad inadecuada para que el tono no se suba demasiado. En ese caso, es mejor evitarlas o ponerlas encima de una crema sin color.
Finalmente, no debemos olvidar las orejas, el cuello y el escote, ya que son zonas igualmente expuestas y que nos olvidamos de proteger. De este modo, ayudaremos a prevenir arrugas y otros signos del envejecimiento de la piel de la cara, pero sobre todo pondremos todo de nuestra parte para prevenir el cáncer de piel. Y es que, aunque forme parte de nuestra rutina facial, la protección solar es mucho más que cosmética.