Trece años después de que James Cameron rompiese la taquilla con Avatar (2009) y de que aniquilara su propio récord de Titanic (1997), los cines podrán acoger el estreno de la continuación de la primera (2022), la cual ha sido lo más duro que Sam Worthington ha hecho nunca. Y es que el director canadiense, desde que salió triunfante con la película sobre la tragedia del famoso transatlántico, se toma su tiempo para producir sus nuevas propuestas fílmicas y colmar sus ambiciones.

Si el desarrollo de la la tecnología necesaria para ofrecernos el fabuloso espectáculo de imágenes tridimiensionales, generadas por computadora a partir de la captura de movimiento, demoró la puesta de largo de la aventura original sobre los na’vi en el planeta Pandora, el reto de lo mismo pero bajo el agua es, en parte, por lo que hemos esperado tanto para Avatar 2. Y el motivo de que el actor australiano sudara la gota gorda en determinadas escenas de su rodaje.

Es lo más difícil que he tenido que hacer”, ha declarado Sam Worthington, que ha vuelto a asumir el rol de Jake Sully —veterano de la Marina estadounidense, sexto Toruk Makto y olo’eyktan o líder del Clan Omaticaya—, en una entrevista para Empire. “Estás lidiando con las restricciones del buceo libre, las limitaciones de la captura de movimiento bajo el agua, y estás tratando de mantener un viaje emocional mientras, naturalmente, luchas con el miedo a morir”.

Conteniendo la respiración en el rodaje de ‘Avatar 2’

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20th Century

Según James Cameron, “estaba innegablemente claro que [Avatar 2] solo se podía hacer en el agua”. Porque, “además, la película se llama The Way of Water [El sentido del agua], no se llama The Way of Dry for Wet [El camino de lo seco por lo mojado]”. Así que, durante la grabación, los intérpretes debieron meterse en un tanque de unos tres millones y medio de litros con un generador de olas para simular las corrientes del océano del mundo alienígena.

“No podíamos dejar que la luz de arriba cayera directamente en el agua, o nos quitaría la capacidad de capturar [las imágenes en movimiento]. Y tampoco podíamos poner una lona sobre el tanque porque no sería seguro”, explica Richard Baneham, supervisor creativo de efectos visuales de la compañía Lightstorm en Avatar 2. “Entonces, pusimos cientos de pequeñas bolas blancas de polímero en el agua que difundían la luz pero [a la vez] permitían a los actores salir a respirar”.

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Para ello, Sam Worthington y su compañeros fueron a Hawái, las islas del Pacífico, para entrenarse y bucear un buen rato conteniendo la respiración. “Conocimos a una mantarraya y me convertí en un niño de cinco años”, asegura Cliff Curtis. Y la que más aguantó de todos ellos en apnea fue Kate Winslet. “¡Siete minutos y catorce segundos, baby!”, anuncia. “Pero lo más asombroso para mí, como mujer de mediana edad, fue aprender algo, no solo nuevo, ¡sino sobrehumano!”

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