El Herogasm de The Boys ya está aquí y no ha sido tan exagerado, extravagante o polémico como su versión en cómic. El capítulo dedicado a la orgía de superhéroes más famosa del mundo de las historietas, se hizo esperar. Y Prime Video agrandó la expectación con una campaña de promoción que anunció un escándalo en ciernes. Como si eso no fuera suficiente, el capítulo fue el primero en tener una larga lista de recomendaciones sobre violencia y sexo explícito. No parecían precauciones en vano. Después de todo, el Herogasm es una mirada al poder desde su lado más turbio. Un festival de absurdos y excesos destinado a mostrar los verdaderos límites del mundo de los superhéroes imaginados por Garth Ennis. 

Su versión para la televisión es, como cabría de esperarse, menos brutal y crudo que la original. No obstante, y a pesar de que perdió buena parte de su impacto visual, hizo algo más. Demostró la necesidad que el género de superhéroes se tome en serio y de una vez por todas la humanidad de sus personajes. Y eso incluye, lo excesivo, vulgar, extravagante y en ocasiones repugnante de cualquiera de sus personajes. El Herogasm, con sus piruetas sexuales, dildos voladores, penes de hielo y diferentes colores, se burló del impoluto mundo de superhéroes actual. A la vez, dejó claro que The Boys, en su macabra visión del poder, deja claro lo que el género requiere para ser tomado en serio. Y no, no solo se trata de frenéticas hazañas sexuales, sino la osadía suficiente para hacerse preguntas acerca del bien y el mal de forma convincente. 

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La tercera temporada de The Boys refunda la idea del poder y las capacidades extraordinarias desde otro estrato al usual. Y si en las dos anteriores entregas profundizó sobre el mal sin fronteras, esta vez profundiza en el absurdo de la ausencia de moral. Una visión del héroe como un enemigo oculto, que desafía a las grandes franquicias actuales. Al mismo tiempo, permite a la serie recorrer caminos desconocidos acerca de lo que hace de interés analizar el comportamiento de personajes con dones formidables. ¿Representan una idea colectiva sobre lo prohibido? ¿Un concepto más complicado sobre el bien común? The Boys no plantea preguntas sencillas y para responder recurre a nuevos hilos narrativos de enorme interés. 

Sexo, escándalo y un pulpo en The Boys

El año pasado, el estreno de Eternos de Chloe Zao trajo a Marvel su primera escena de sexo. Por supuesto, se trató de una secuencia corta, impoluta y coreografiada hasta el mínimo detalle sin mayor interés en la trama. Tampoco la tuvo la polémica historia de amor de Steve Trevor y Diana Prince en Wonder Woman 1984. En el film, el personaje de interpretado con Chris Pine regresa en el cuerpo de otro hombre, lo que abrió la polémica sobre el consentimiento y la arbitrariedad. 

Pero la serie The Boys ha construido en tres temporadas efectivos arcos narrativos con sexo de por medio. No solo al mostrar la sexualidad de sus personajes — perversiones, lujuria, secretos oscuros — sino también la forma en cómo impacta en sus capacidades. Desde la retorcida relación entre Madelyn Stillwell (Elisabeth Shue) y Homelander (Antony Starr) hasta la zoofilia de Deep (Chace Crawford). La provocación en el ámbito de lo sexual ha sido una moneda común en la serie. 

Pero no de forma gratuita, o no tanto, como podría suponerse. En realidad, la sexualidad en todos los personajes de The Boys es un reflejo de sus pulsiones y terrores. De la misma manera que sus personajes más elaborados en cine y literatura, los superhéroes de la serie se muestran a través de su relación con sus cuerpos. Un punto más enrevesado que solo definirles a través de sus poderes o sus puntos morales. La salvedad enriquece a la historia y le brinda un considerable trasfondo de madurez que lleva a la serie a lugares poco recorridos en narraciones parecidas.

En su versión en papel, el Herogasm es una orgía a gran escala en que la que se complacen todos los deseos sexuales de los héroes del cómic. En la serie, se convirtió en una combinación de burla y acento a los temas principales del argumento. Desde la pérdida del control hasta la noción de la perversión como ausencia de límites. The Boys llevó todas sus premisas a un nuevo nivel y reconstruyó la idea general sobre sus personajes como esclavos de sus impulsos primarios. Toda una novedad en un género que apuesta a los superhéroes como agentes para mantener el status quo y no destructores del sistema.

El herogasm y una nueva frontera en el mundo de los héroes

En el capítulo número seis de The Boys hay tentáculos con forma de penes monumentales. Penes flameantes, dildos de hielo. Una sorpresiva ráfaga de semen a un nivel demencial y grotesco. Pero bajo toda la provocación, Eric Kripke logró crear un análisis complicado acerca de la personalidad de sus personajes. También, usarla de contexto para sus motivaciones, dolores y traumas. Todo, mientras lo que parecía la escena más salvaje imaginable, se convertía en un ruido de fondo para otras versiones sobre los límites de la humanidad.

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¿Decepcionó el anunciado Herogasm? Probablemente, sí, a los que esperaban una adaptación cuadro a cuadro de uno de los puntos más polémicos del cómic de Ennis. Pero en la serie, la escena tuvo la capacidad de reconstruir la idea de lo heróico y llevarlo a sus puntos más bajos, los más desagradables y complicados. Todo un mérito en una época de superhéroes sin matices, la bondad dulcificada y la maldad sin sentido. 

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