La película The Black Phone de Scott Derrickson, pertenece formalmente al género de terror. Pero es mucho más que una historia terrorífica. También, podría decirse que enlaza con el suspense. Pero también, desborda sus códigos usuales.

Entre ambas cosas, el film es una historia que navega en la oscuridad de asesinatos, fantasmas y un urgente deseo de venganza. Sin embargo, el guion de Scott Derrickson, C. Robert Cargill y el autor Joe Hill, tiene más ambiciones que asustar o incomodar. De hecho, lo que desea es crear una instantánea del núcleo en el cual converge la oscuridad y lo desconocido. También, la percepción del miedo como algo más que una reacción. 

The Black Phone está construida para narrar las percepciones del bien y el mal desde la oscuridad de los hombres. A la vez, relatar de manera pulcra la condición de lo terrorífico, a medio camino entre la fantasía y la brutalidad realista del asesinato. Si algo sorprende del film, es la capacidad dúctil para avanzar entre terrenos disparejos y encontrar un equilibrio.

Es la historia de Grabber, un asesino en serie terrorífico (Ethan Hawke), pero a la vez, es el relato acerca de sus víctimas. Por si eso no fuera suficiente, la compulsión de la venganza toma un sentido motor hacia algo más lóbrego. Derrickson toma el relato original de Joe Hill y lo transforma en oscuridad pura. También, en preguntas sobre la incertidumbre, la ausencia y la pérdida. Pero sobre todo, la violencia. Una descarnada, inusitada y que se manifiesta desde percepciones distintas. 

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En The Black Phone, el terror se expresa en varios estratos y grados de profundidad. Y ese es su principal fortaleza. Desde el Grabber de Hawke, con su máscara extrañísima, globos negros y sentidos de la amenaza, hasta el teléfono negro titular. La película va de un lado a otro en un argumento tramposo en la que nada es lo que parece. Bien podría parecer solo una escalofriante conexión entre lo sobrenatural y la violencia brutal. Pero el guion es más astuto que eso e invade espacios novedosos con facilidad. De modo, que la premisa del asesino en serie, que tendrá que enfrentarse a lo inimaginable, sorprende por su buen hacer. En especial, cuando se ensancha y abarca con ambición, la mirada consciente sobre lo que el miedo contemporáneo puede ser. 

'The Black Phone', cuando el miedo es una pieza en una gran mecanismo 

El film de Derrickson se aleja de los tópicos habituales acerca del género de terror como escenario de lo inimaginable. Y aunque en cierto punto rinde tributos a una larga selección de cuidadas referencias del cine más sangriento, es más que eso. La cámara sigue a Grabber, un asesino que secuestra adolescentes y cuenta su historia desde la conciencia de lo que hace y no se muestra. Este despiadado depredador tiene un método, una firma y conserva trofeos. Y también, le acecha una posibilidad que Grabber, desde toda su arrogancia violenta, jamás podría contemplar. Es ese punto el que explora el director y al que el guion, saca el mejor provecho. 

En especial, porque Derrickson encuentra el punto esencial en esta narración con un argumento que maneja varios hilos narrativos a la vez. El de concebir lo paranormal y lo sangriento como un todo único que se sostiene en una historia firme. En el Denver de 1978, el horror se manifiesta como asesinatos. Una ola de ellos, en realidad, que la película utiliza como contexto. Por supuesto, la tenebrosa cultura que rodea a los asesinatos violentos, permite al director brindar una atmósfera convincente. Es el mismo país que vio asesinar a Ted Bundy, Sam Berkovich y estaba aterrorizado por Zodiac. El mismo que asistió con asombro a los detalles sobre crímenes brutales en televisión.

Uno de los tantos puntos a favor de The Black Phone, es usar la atmósfera de miedo y angustia colectiva, para crear un escenario preciso. Uno que el director recrea a través de largas tomas contemplativas y la sensación incesante que el mal está al acecho. También lo hace al dotar a Finney (Mason Thames), la víctima propiciatoria de un criminal desalmado, de la condición de puerta hacia algo más inquietante. Toda la estructura de la película funciona en su capacidad para dialogar con los espacios aterradores. El método de Grabber y sus dominios, compuestos por un sótano preparado para el crimen. Y la lucha de Finney por sobrevivir. Por enfrentarse a Grabber y a la posibilidad de lo que sufrirá en sus manos. También, de la oscuridad al acecho en el centro mismo de las tinieblas. 

Las puertas cerradas en 'The Black Phone' 

Es entonces cuando The Black Phone, encuentra sus mejores momentos. Grabber tendrá que enfrentarse a un elemento inesperado. Que pondrá a prueba su fiereza, violencia y crueldad. Pero a la vez, mostrará que dentro de cada historia de horror, hay monstruos intangibles, mucho peores que los visibles. Derrickson toma los mejores momentos de la premisa del cuento de Hill y compone una brutal concepción sobre el agobio, la supervivencia y al final, el mal. Uno retorcido, venenoso y a punto de arrasar con todos los personajes de la película. 

Por supuesto, el viejo teléfono negro en la pared del sótano, es el centro fundamental del juego sobrenatural de la película. Pero Derrickson no cae en la trampa de crear la percepción que es el elemento más importante y, por tanto, indispensable. The Black Phone es mucho más que anuncios de un tipo de terror profundo y psicológico. Es el mundo que genera, a través de sus matices y lo más inquietante, la belleza tenebrosa que resulta de la combinación. Quizás, su mayor mérito. 

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