Los escritores deben de divertirse mucho cuando exploran las posibilidades narrativas de los relatos ucrónicos, es decir, de aquellos que plantean variaciones de nuestra historia. Entre las series de televisión, tenemos El hombre en el castillo (2015-2019), Para toda la humanidad (desde 2019) o La conjura contra América (2020), por ejemplo, y la segunda, sobre una carrera espacial muy diferente a la que se conoce de la Guerra Fría, ha estrenado su tercera temporada en Apple TV+.
La secuencia vigorosa con la que se inició en la primera, durante la que nos engañan justificada y sutilmente para que pensemos que han recreado el alunizaje del Apolo 11 en julio de 1969, logró varias cosas: presentar a los personajes principales con un adecuado montaje alterno, sorprender a los espectadores, que vieron obligados a reinterpretar de pronto lo que estaban contemplando, y establecer el propósito alternativo de estos episodios con un gran evento divergente.
Al contrario de lo que suponen otras series como Elegidos para la gloria (2020), que uno se zampa pudiendo saber lo que va a ocurrir en líneas generales por las crónicas de los historiadores, el material de archivo e incluso recreaciones cinematográficas previas —ahí resopla la de Philip Kaufman (1983)—, el suspense y la inquietud que uno experimenta en los momentos de mayor incertidumbre de Para toda la humanidad son genuinos porque parten de la absoluta ignorancia.
Una ucronía que sigue siendo intrigante
Sin embargo, el hecho de que el público esté en la inopia sucede en cualquier ficción que no se propone adaptar una novela o algún cómic ni hacer uno de tantos remakes, claro. Aunque esa ignorancia no se puede considerar tan categórica, tal vez, pues hay un interés añadido, idéntico al que nos ofrece cada entrega de ¿Qué pasaría si…? (desde 2021) con el multiverso de Marvel Studios: el juego sabroso de la ucronía despierta más nuestra curiosidad irreprimible e impenitente.
Porque arrancamos de unos acontecimientos con la firmeza de lo histórico y van Ronald D. Moore, Ben Nedivi y Matt Wolpert, los creadores de Para toda la humanidad, y nos los subvierten. Así que ahora necesitamos descubrir el desarrollo de la expandida carrera espacial, que proviene de guionistas curtidos en el entorno de Star Trek: La nueva generación (1987-1994), Galáctica, estrella de combate (2004-2009), Outlander (desde 2014), Fargo (desde 2014) o The Umbrella Academy (desde 2019).
No obstante, puede que lo que nos cuenta la serie de Apple TV+ se desvíe del curso verdadero de las circunstancias en la lucha por la supremacía tecnológica en el espacio, pero es imposible dudar de que cumple con la típica narración de las vicisitudes familiares de los astronautas estadounidenses mientras la libran. Lo que quizá no debería extrañarnos porque se trata de aquello en lo que se metió la prensa del país con el empeño unánime de convertirles en héroes famosos.
‘Para toda la humanidad’ engancha sin ser extraordinaria
La tercera temporada de Para toda la humanidad, como las anteriores, comienza insistiendo en las alteraciones ucrónicas, por lo que consigue nuestra atención muy rápido, y en la premisa de que una apuesta más enérgica por la exploración espacial con astronautas habría acelerado los avances tecnológicos, no solamente en este terreno, sino también en sus aplicaciones para las tareas cotidianas de las personas en la Tierra. Seguro que al novelista Isaac Asimov le hubiese encantado esto.
Además, continúan los tejemanejes políticos, la tensión en las misiones espaciales, los discursos elocuentes e inspiradores que tanto gustan a los yanquis, giros dramáticos con los que uno a veces contiene el aliento y cierto grado de emotividad franca. Jamás se sube en la montura del ingenio extraordinario en sus planteamientos y en ninguna secuencia brilla su planificación audiovisual; conque, como Elegidos para la gloria, no puede meterse en las grandes ligas televisivas.
Pero tampoco la caga, con perdón, ni decepciona, y se agradece con absoluta sinceridad que Ronald D. Moore, Ben Nedivi y Matt Wolpert no caigan en lo lacrimógeno como Away (2020). Los dramas siguen mostrándose muy dignos en su exposición; aunque en esta etapa no hay ninguna escena del calibre de la bronca familiar en el episodio “Rules of Engagement” (2x03). Y, en definitiva, persiste su capacidad para engancharnos a las aventuras de los protagonistas estelares.
Las aventuras aeroespaciales más decentes de la televisión
Aquí y desde el principio de Para toda la humanidad y aprovechando que su trama abarca décadas, ciertas tribulaciones de los personajes se vinculan con la evolución de la sociedad occidental, enfrentándolos, a las mujeres, especialmente, con aquellos que representan las perspectivas conservadoras y reaccionarias de la gentecilla cuyas sinapsis huelen a cerrado. Y no solo eso; hasta deciden atizarle a los espectadores prejuiciosos en este sentido con revelaciones de contrapunto.
El tiempo y las experiencias vitales les pesan, lo que vuelve a constituir el foco dramático en la mejor ficción actual sobre astronautas. A sus responsables, como corresponde en las historias decentes, lo que les importa son sus criaturas y lo que sufren. Pero sin descuidar las peripecias, claro. Y en esta temporada no pierden ripio, y las mismas nos recuerdan al cine catastrófico al estilo de La aventura del Poseidón (1972) en ocasiones. Otro buen trabajo de Ronald D. Moore y compañía para Apple TV+.