Lightyear es muchas cosas. Un homenaje a los clásicos de la ciencia ficción y otro mucho más sensible a la generación de espectadores que convirtió a Toy Story en un éxito generacional. Pero, en especial, es el primer intento concreto de Pixar por llevar su política de inclusión a un público más amplio. El estudio luchó y triunfó en la intención de incluir en la película una escena en la que se muestra un beso fugaz entre una pareja del mismo sexo. La decisión ha causado controversia inmediata y una polémica considerable alrededor de la película. 

Para la fecha de su estreno, Lightyear había sido prohibida en catorce mercados distintos. La lista incluyó desde países de Oriente Próximo como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y también, algunos asiáticos, como Malasia. No obstante, tanto Pixar como Disney se negaron a censurar la película. El resultado ha sido una discusión a gran escala sobre el propósito y la forma de mostrar personajes de la comunidad LGBTQ+ en el mundo animado.

Se trata de una polémica que reaviva una de las discusiones cruciales no solo en lo que respecta a la producción, sino también a Pixar como estudio. Todavía más allá, la discusión incluye los proyectos destinados a un público infantil como género. ¿De qué forma se debería manejar el lenguaje y los símbolos en medio de la presión por censurar ciertos contenidos? 

En Lightyear, la decisión de incluir narrativas queer en proyectos mainstream es más clara que nunca. No sólo por el hecho de mostrar un beso entre una pareja del mismo sexo. La película reafirma el hecho de su existencia y se le brinda un lugar preponderante en el trama. Esto, aunque no lo parezca, es un hecho inédito en producciones semejantes. Podríamos estar hablando de una nueva etapa que quizás muestre una nueva dirección en la manera de comprender y profundizar la inclusión. Una que, a pesar de la polémica, se sostenga sobre la necesidad de nuevas narrativas. Este es el objetivo a largo plazo que Pixar parece haberse planteado desde hace años y del cual Lighyear es el mejor ejemplo. 

Una larga batalla para 'Lightyear'

Lightyear

El 9 de marzo de este año, los empleados de la comunidad LGBTQ+ que forman parte de Pixar enviaron una declaración a Walt Disney Company. En el documento se afirmaba que los ejecutivos censuraron durante años cualquier tipo de inclusión del colectivo en las películas del estudio. Aunque no se mencionaron a qué proyectos se referían ni dieron detalles, una cosa quedó clara. Pixar debía lidiar con la obligatoriedad de depurar cualquiera de sus producciones de contenido inclusivo. Un hecho que al parecer ejerció una presión considerable y cada vez más incómoda sobre los trabajadores del estudio.

Según Variety, una de las producciones que estuvo a punto de sufrir el peso considerable de la restricción de tópicos dentro del estudio fue Lightyear. La película, cuyo guion muestra la relación de un personaje femenino central con otra mujer, se convirtió en un punto incómodo para Disney. De hecho, hubo una considerable controversia en Pixar por la decisión de cortar la escena de un fugaz beso entre la pareja. Al final y luego del comunicado, la escena se restableció. Pero, mucho más importante aún, el estudio dejó claro que su narrativa incluiría la idea central de un tipo de familia nueva en el mundo de la animación. 

Hasta ahora, la representación de familias LGBTQ+ se limitó a películas animadas destinadas en su mayor parte al público adulto. Tanto el éxito de 1999 South Park: Bigger, Longer & Uncut como Persepolis de 2007 mostraron a personajes de la comunidad. El año pasado, la nominada al Oscar Flee mostró también un romance gay. No obstante, el género parece tener especial cuidado cuando las películas están destinadas a un público mucho más joven. Eso pareció el año pasado cuando The Mitchells vs. the Machines dejó claro que Katie (Abbi Jacobson), uno de sus personajes centrales, era lesbiana. Se trató de un paso de considerable interés, aunque también tímido, en relación al manejo del tema. 

El largo trayecto de Pixar hacia un beso

Pixar luchó de manera consecuente durante los últimos 27 años para lograr una inclusión efectiva en sus películas. Sin embargo, los resultados, apenas comienzan a notarse en el último lustro.

En Onward, estrenada en 2020, el personaje de Lena Waithe menciona que tiene una novia. También hay una breve visión de un abrazo entre una pareja de dos mujeres En Toy Story 4 de 2019. Seguramente el corto Out, disponible en Disney+, sea el intento más directo en profundizar en la temática. El argumento cuenta la historia de un hombre gay que intenta contar a sus padres su relación en medio de todo tipo de divertidos inconvenientes. 

Ligthyear finalmente cristalizó lo que parece ser años de esfuerzo y dedicación. La escena, tan fugaz que apenas resalta en medio de la extravagante colección de referencias a la ciencia ficción, es a pesar de eso un hito. Uno que deja claro las intenciones del estudio de abarcar una narrativa por completo nueva en su análisis acerca del amor y el romance. ¿Logrará Pixar su propósito sin sufrir las sombras de la censura o, como el en caso de Lightyear, una reacción pública adversa? Solo podemos esperar para conocer la respuesta.