El Lockheed F-117 Nighthaw ha sido uno de los aviones cazabombarderos más avanzados del mundo. Con un diseño tremendamente particular y reconocible, se trata de uno de los aviones que más veces se ha colado en el cine y la televisión por su aspecto futurista y avanzado. El F-117 ya no está en activo, y los pocos que quedan se utilizan para tareas de entrenamiento o han acabado relegados a ser parte de los museos de la historia de la aviación.
Todavía hoy, casi 40 años después de que alzase el vuelo, pocos aviones son tan increíbles en tecnología y diseño, por lo que siempre será un icono de aire y de la guerra moderna. El F-117 se convirtió, cuando entró en activo, en un caza furtivo de la primera generación. Porque sí, el Nighthaw era un cazabombardero invisible, con tecnología furtiva que permitiría traspasar las líneas enemigas sin ser visto.
Además, era un bombardero táctico con capacidad nuclear, y aunque este nunca fue usado para un ataque nuclear, fue ampliamente usado en la Guerra del Golfo para realizar bombardeos precisos.
La historia tras el F-117 está llena de misterio. Se diseñó como un avión secreto, y tanto el Nighthaw como el B-2 Spirit, durante su desarrollo, fueron considerados como avistamientos OVNI, no solo por su forma de volar, también por su diseño espectacular. Y porque despegaban, se probaron en la base de Groom Lake, popularmente conocida como el Área 51, aunque su primer vuelo oficial al público se hizo desde la base de Nellis.
F-117: el caza furtivo confundido con un OVNI
El F-117 Nighthawk fue diseñado y probado en secreto durante la década de los años setenta, aunque no fue hasta los años ochenta cuando se reveló su existencia como un avión de ataque de diseño furtivo, con capacidad de transportar bombas guiadas por láser y GPS. Todo un caza avanzado a su época.
Hay que tener en cuenta que, aunque el F-117 estaba considerado como un caza con capacidad de bombardeo, no estaba destinado para la interceptación de otros aviones ni para combate aéreo. Su arma principal de defensa es que era un caza furtivo, invisible. Creado y diseñado para penetrar fronteras aéreas, ser invisible a los sistemas de radar y SAM, y, precisamente, ser la punta de lanza para destruir los sistemas defensivos y detección del enemigo. Invisible a los radares para destruir radares. Casi nada.
Esta forma de operar implicaba que el F-117 volaba sin escolta, a diferencia de otros cazabombarderos, y que, por lo tanto, no tenía sistemas defensivos. Por ello, podía ser derribado si otro avión "lo veía", pero por suerte su velocidad y sistemas furtivos lo hacían invisible.
De los 64 modelos de F-117 Nighthawk fabricados y construidos (repartido entre 5 YF-117A, 59 F-117A), solo uno fue derribado por la acción directa del enemigo. Uno. Y esta es su historia.
El 27 de marzo de 1999, un F-117A Nighthawk, nombre en clave Vega 31, fue derribado por las fuerzas serbias durante la guerra de Kosovo usando un misil tierra aire estándar V-600 en una plataforma S-125 Neva M, diseñada en los años 60. Un misil de defensa estándar para sistemas SAM, baratos y muy comunes, fue capaz de derribar el cazabombardero más avanzado del momento. ¿Cómo fue posible? Chris Morehouse, ingeniero aeroespacial de la Fuerza Aérea de EE. UU., lo explica en un ya célebre post en Quora: "A través de una combinación de complacencia, estrategia y suerte".
La suerte de ver un avión invisible
El F-117A Nighthawk era invisible, pero fue derribado por un sistema portátil de defensa aérea contra el que, supuestamente, era capaz de atacar sin ser visto. Y en primer lugar, como apuntó Morehouse, la complacencia fue el primer error. Las rutas utilizadas por los F-117 se había repetido en varias ocasiones durante las operaciones en Kosovo. Una estrategia muy diferente a la de los F-117 durante la Guerra del Golfo, que nunca repitieron la misma. Era invisible, sí, pero en Kosovo las fuerzas aliadas le hicieron predecible
En segundo lugar, la estrategia. Los serbios no eran especialmente buenos en derribar aviones avanzados aliados, pero ese era su objetivo. Y lo hicieron bien: aprovecharon todas las herramientas a su alcance para derribar un avión americano, y en especial, un avión furtivo. Se organizaron especialmente bien para crear emboscadas antiaéreas para los aviones de la OTAN, particularmente en busca de los F-117A. Pero, de nuevo, era invisible.
Para ello, se sacaron de la manga una forma de detectar la señal furtiva del F-117A usando varios sistemas de radar: el de alerta temprana P-18 “Spoon Rest D” y los integrados en el S-125 tenía, incluyendo los sistemas P-15 Flat Face, SNR-125 Low Blow y PRV-11 Side Net.
La clave fue utilizar el sistema de alerta temprana P-18 “Spoon Rest D” pero de una manera diferente a la que estaba diseñada. Este sistema soviético empleaba la frecuencia VHF y era capaz de detectar un avión de combate hasta 200 millas náuticas, pero no al F-117. No obstante, los serbios descubrieron que al configurarlo en su frecuencia más baja y, por lo tanto, en la longitud de onda más grande, podían detectar los F-117A. Sin embargo, solo podría hacerlo dentro de 15 millas, una distancia muy reducida para la defensa aérea. Eso, unido a que sabían la ruta de los cazas porque siempre volaron igual, les puso las cosas muy fáciles para tenderle una emboscada:
"Con el P-18 detectando que había un F-117 en el área, se tomarían el tiempo necesario para una posible intercepción y cuando creyeron que estaba lo suficientemente cerca, activaban el radar SNR-125 en la dirección estimada del F-117. Limitaron el tiempo que mantuvieron activos los SNR-125 debido al riesgo de ser detectados por el avión y para no ser atacados con misiles sus anti-Radar".
Explicación de Chris Morehouse, ingeniero de la Fuerza Aérea.
El resto lo hizo la suerte.
El día del derribo, los serbios tenían información de que los F-117 estarían volando en una misión de ataque sin el apoyo de los Prowlers, que solían ser su escolta para la guerra electrónica. Al estar bien entrenados para preparar estas emboscadas, los serbios colocaron su sistema de misiles S-125 en posición del F-117, pero no detectaron nada. Aunque la suerte estuvo de su lado.
A bordo del F-117A, el piloto abrió la compuerta de sistema de armas para llevar a cabo su misión. Y al abrir las compuertas, se puso al descubierto el propio interior del avión que sí reflejaba el radar. El radar SNR-125 detectó el F-117A a cinco millas de distancia. Por pura suerte:
Dispararon al menos 2 misiles contra Vega-31. El primer misil voló justo al lado del avión, pasándolo por encima, pero falló. El segundo misil que se acercó tampoco alcanzó el F-117, pero sí detonó muy cerca. El F-117 sufrió daños por explosión y fragmentos. Se perdió el control de vuelo y el piloto se vio obligado a saltar.
Los serbios habían derribado un cazabombardero furtivo tentando a la suerte.