El 4 de julio de 1947, el ranchero William W. "Mack" Brazel fue con su mujer e hijos a ver más de cerca una serie de escombros situados a unos 50 kilómetros al norte de Roswell, en el estado de Nuevo México. Estos restos estaban situados cerca de un tanque de agua en el que las ovejas iban a beber, por lo que toda la familia acudió a recoger esos restos formados por "tiras de gomas, papel de aluminio, palillos y papel duro", como describió a posteriori el propio Brazel. Tras oír diversos relatos explicando haber visto unos "platillos volantes" en las inmediaciones, Brazel comenzó a preguntarse si era eso lo que había encontrado, por lo que contactó con el Sheriff local Wilcox explicando qué había encontrado.
Al día siguiente llegaron a la granja de Brazel varios militares norteamericanos bajo la orden del comandante Jesse Marcel de la RAAF (Roswell Army Air Field) buscando estos restos para requisarlos y llevarlos de vuelta a la base militar de Roswell para una investigación. Esto es el inicio de lo que se conoce como el Incidente Roswell, supuestamente uno de los mayores encubrimientos de encuentros con alienígenas de la historia, y que convirtió a Roswell en lugar de peregrinación para los millones de partidarios de la conspiración de los ovnis.
Lástima que todo eso fuera un gran mentira.
Para comenzar a entender este engaño, debemos recordar el contexto histórico de este hecho: año 1947, dos años después de terminar la II Guerra Mundial y con los EEUU y la Unión Soviética en los principios de la Guerra Fría, basada en la desconfianza y la paranoia entre las dos superpotencias. En esos momentos, EEUU contaba con mayor ventaja táctica debido a su posesión de armas nucleares creadas durante el Proyecto Manhattan, pero el equivalente soviético (Operación Borodino) estaba cerca de lograr resultados, y los norteamericanos necesitaban saber cuándo dispondría la URSS de armas atómicas.
Debido a esta necesidad de conocer el arsenal nuclear soviético, el Proyecto Mogul fue aprobado en 1947. El Proyecto Mogul era en teoría elegantemente simple y efectivo: los norteamericanos desplegarían una serie de globos espías no tripulados que serían capaces de alcanzar alturas impresionantes para así poder captar mediante sonidos explosiones atómicas en territorio soviético. Así, los norteamericanos podrían conocer en secreto la primera prueba atómica sin arriesgar vidas de pilotos ni arriesgarse a tener un incidente internacional.
El Proyecto Mogul no es una excepción: el proyecto U-2 fue descubierto tras el derribo de uno de esos aviones en la Unión Soviética.
El problema llegó cuando el prototipo Nº4 que estaban probando se salió del perímetro de prueba establecido y acabo estrellándose, y posteriormente sus restos fueron encontrados antes por William Brazel antes que por los militares norteamericanos. El alto mando del ejército estaba muy inquieto: la prensa se había hecho eco de la historia con los extraños escombros de neopreno y metales ligeros, y como siguieran investigando acabaría desvelando todo sobre el Proyecto Mogul, por lo que desde primera hora tuvieron que negar su implicación directa en el incidente.
Y justo cuando todo parecía que iba acabar terriblemente mal para la administración de Harry S. Truman, un milagro ocurrió en forma de conclusión absurda e inesperada: la prensa dedujo que aquellos restos provenían de una fuente extraterrestre mucho más avanzada tecnológicamente que la raza humana, y los militares negaban cualquier implicación sobre los restos porque estaban encubriendo a la población general el contacto con alienígenas e investigando los materiales del platillo volante en el Área 51, un área secreta de desarrollo militar situada en la Base Edwards.
La Fuerza Aérea de los Estados Unidos aprovechó este devenir de los acontecimientos y rápidamente tomó el control de la historia de los hombrecillos verdes, ya que le interesaba más que el mundo creyera que OVNIs habían aterrizado en el desierto de Nuevo México, en lugar de poner en conocimiento de todos un proyecto secreto cuyo propósito era espiar a un antiguo aliado. Así, los servicios de inteligencia fueron haciendo filtraciones falsas en los que se detallaban contactos alienígenas, naves espaciales recuperadas e incluso un misterioso Hangar 18 en la base aérea Wright-Patterson dónde el gobierno conservaba cuerpos de alienígenas en hielo.
No obstante, el proyecto fue abandonado antes de que la URSS detonase su primera bomba atómica en agosto de 1949. Sin embargo, el Proyecto Mogul permaneció clasificado hasta la década de 1990, cuando el congresista Steven Schiff inició una campaña para conseguir desclasificar toda la información relativa al incidente. Finalmente, fue la SecAF (Secretaría de las Fuerzas Aéreas) Sheila Widnall, quién desclasificó la totalidad de la información sobre el incidente OVNI de Roswell en 1994 y autorizaba a hablar a cualquiera que supiera algo. El mito acerca del Incidente Roswell dejaba paso finalmente a la realidad.
Sin embargo, a pesar de conocerse ya la verdad, muchos consideran que esto es simplemente una excusa prefabricada y que los EEUU tienen verdaderamente aliens escondidos por sus bases aéreas. En mi opinión, es demasiada casualidad que los avistamientos de platillos volantes se produzcan siempre al lado de bases militares como en Área 51, el Incidente de Aztec al lado del Laboratorio de Los Álamos o el Incidente en Rendlesham en Inglaterra. Así que la próxima vez que veas algo similar a un OVNI, busca primero si hay alguna base militar cercana: puede que estén probando un avión militar de próxima generación.