Deborah Vance fue famosa por su sentido del humor, pero ya no lo es. O al menos, no tanto como solía serlo en el cada vez más complejo ecosistema de los espectáculos en Las Vegas. Ava sabe que puede ayudarla y lo intentará con toda la arrogancia juguetona de un millennial despreocupado. Pero en el trayecto, ambas mujeres deberán comprender que hay algo más complicado en hacer reír. O más duro aún que la vida que las rodea, las expectativas y los miedos de ambas, son más complejos que el fracaso y el triunfo. La segunda temporada de Hacks de HBO Max conserva su premisa intacta.

En una jugada interesante y brillante, la lleva a una dimensión que roza el drama y que compete no solo a sus personajes. A la vez, envuelve la idea de la atmósfera que las rodea y ese mundo interior turbulento que las rodea. 

La primera temporada de Hacks fue una de las grandes sorpresas del 2021. No solo se convirtió en la revelación de la temporada de premios. También, en uno de los programas más curiosos del catálogo de HBO Max. Con su combinación de humor, drama, sátira y al final, una reflexión dolorosa sobre la soledad contemporánea, Hacks asombró. La gran pregunta fue entonces si su segunda temporada tendría toda la sensibilidad de los primeros capítulos. O en todo caso, si podría mantener el ritmo entre chistes burlones y reflexiones existencialistas de alto calibre que la hizo famosa. 

La rutina de la risa y la lágrima, Hacks en estado puro 

Con dos capítulos estrenados, Hacks demuestra que regresó en plena forma. A la vez que el peculiar retrato sobre Deborah Vance se hace más complicado, poderoso y entrañable. Esta historia sobre la vejez, la búsqueda de propósito, pero en especial el muy contemporáneo temor al anonimato, crece sus personajes. Y lo hace, a medida que el argumento engloba varios puntos de interés sobre su trama principal. El diálogo burlón entre Vance y Ava, una guionista de comedia que busca su lugar en el mundo que se ha vuelto más rico y oscuro. 

Lo que podría parecer una de las tantas historias que basan su efectividad en la química de sus personajes, es algo más curioso. En esta ocasión, Hacks no intenta relatar los pesares del aislamiento y la derrota espiritual. Más bien, enfoca sus mejores armas narrativas y sus rápidos diálogos en dejar algo claro. La serie quiere profundizar en su extraño paisaje sobre la juventud y la vejez, el triunfo y el fracaso. 

Hacerlo además, entre dos personajes irritantes, complejas y que sostienen un poderoso vínculo casi emocional. Y “casi” porque en Hacks nada es lo que parece, lo que se intenta comprender y mucho menos lo que podría parecer bajo sus chistes malintencionados. La serie se toma con paciencia establecer sus ideas y deja a los personajes mostrarlas, en una rara percepción de piezas ingeniosas. Deborah necesita renovar su repertorio y sabe que debe hacerlo. Ava está segura que podrá ayudarla. Pero hay algo de humillante y doloroso en ese pase de testigo. La evolución tardía y complicada sobre lo que Deborah ha sido la mayor parte de su vida. Y sin duda, lo que deberá dejar atrás para su nueva gira. 

Pero lo que puede parecer un argumento sencillo es en realidad, una vuelta de tuerca a lo simbólico del humor de Deborah como hilo conductor de su vida. Fuera y en el escenario, el personaje es extraordinario. El personaje es un recorrido a través de la derrota adulta, a la incertidumbre y la preocupación por el futuro. Ava, por otra parte, vuelve a ser el elemento que sostiene la idea más amplia sobre lo que espera a Deborah. ¿Se atreverá esta última a afrontarlo? La serie plantea la pregunta desde el dolor y el humor. Una mezcla ingeniosa que la serie maneja con una habilidad deslumbrante. 

De vuelta a los caminos

La segunda temporada de Hacks explora los preparativos para la gira nacional de Deborah, los pormenores del luto de Ava por su padre. Y entre ambas cosas, la condición que ambos personajes necesitan un salto al vacío. Lo darán, en la forma de una decisión súbita y extravagante. ¿Qué tanto puede aprender una de la otra en una situación inexplicable? Tal vez subirse a un autobús y atravesar el país, sea la respuesta.

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De modo que la segunda temporada de Hacks es un viaje interior y exterior. Uno entre baches, la noción del país en tránsito, la condición de ir y venir a través de los viejos y nuevos problemas. Como la serie inclasificable que es este viaje a lo desconocido de Hacks, también es un recorrido de sus personajes por sus espacios heridos. Y uno de especial belleza y poder. Hay risas —Hacks es una perfecta estructura humorística — pero esta vez, el drama es algo más profundo. Y entre ambas cosas, hay toda una nueva historia — inesperada y singular — que relatar. Tal vez su mayor cualidad como continuación de una historia sorprendente. 

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