El anime contemporáneo parece estar luchando entre su tradición, las nuevas propuestas, y el interés por dar vida a franquicias que ya dieron lo mejor de sí. Ocurre con Dragón Ball, por ejemplo, también con otros relatos como Los Caballeros del Zodiaco. Son narrativas que, por intereses comerciales, han mutado hasta producciones que las ridiculizan o pervierten su legado. Ghost in the Shell: SAC_2045, disponible en Netflix, corre ese riesgo. 

Los ejemplos mencionados no son los únicos. Desde una perspectiva comercial hasta el sentido más adictivo de los lectores y seguidores, se entiende que los relatos que marcaron una época perduren. Hay una base de seguidores cautiva, otra que puede ser atraída y algo de material para explotar nuevos aspectos o darle largas a los que ya fueron tratados. Lo que en apariencia es un win-win termina saturando a esas franquicias, presas de su pasado y sin la capacidad de poder reinventarse de forma digna.

Ghost in the Shell es una de esas franquicias que durante muchos años han logrado componer un universo propio, expandido a distintos formatos, con éxito comercial y en algunos casos el reconocimiento de la crítica. En ese contexto, revisitarla es una tentación que, al menos en la serie de Netflix, no resulta del todo exitosa; incluso, no se descarta que los seguidores más fieles se animen a cuestionarla con dureza, hasta llegar a un final de temporada conmovedor y rico en clave filosófica.

La profundidad de Ghost in the Shell

Luego de Ghost in the Shell: Guerra sostenible, una compilación de la primera temporada, incluyendo mejoras en la animación, la segunda temporada de Ghost in the Shell: SAC_2045 vuelve a ofrecer una evolución en cuanto a su puesta en escena. El anime continúa evocando la estética de distintos juegos de consola, incluso se apoya en recursos narrativos de esos formatos para meter al espectador dentro de la historia durante los momentos de acción. 

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El acierto hace posible la composición de un relato dinámica, con saltos entre las distintas realidades, algo clave en la historia. Ghost in the Shell: SAC_2045 describe una realidad en la que los seres humanos dialogan de forma constante con la inteligencia artificial, hasta el punto de poder fundirse con ella. La existencia de los posthumanos puede interpretarse como un guiño al futuro: dentro de unos años, las emociones estarán controladas hasta tal punto que solo habrá seres capaces de ejecutar y razonar sin reparar en distintas cuestiones. 

¿Esta es la esencia de este anime? ¿Puede entenderse como una crítica velada a una realidad digital que cada vez es más latente dentro de los hábitos de consumo y de relaciones que sostiene la humanidad? Vista desde esa perspectiva, Ghost in the Shell: SAC_2045 se conserva fiel al potencial de sus primeros contenidos. Al sostener a personajes femeninos como los ejes de su discurso también puede entenderse como un guiño al presente; cuando se recuerda que desde su esencia fue así, hay que mirarlo desde otro punto de vista, uno en el que pudo haber encabezado una vanguardia en cuanto a género y representación se trata. 

Ghost in the Shell: SAC_2045

Ghost in the Shell: SAC_2045 no hace justicia a la tradición que tiene este anime, desde el manga hasta otras adaptaciones del pasado. Su complejidad no es del todo explotada y sus escenas de acción tampoco resultan del todo convincentes. Sin embargo, la segunda temporada de esta historia ofrece un final con una potencia filosófica y poética que alivia varias cuestiones. El diseño y animación, en relación con la primera temporada, sigue mejorando. Como continuación, funciona.

Puntuación: 3 de 5.

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La tensión entre realidades
y el cierre poético

A través de doce capítulos, Ghost in the Shell: SAC_2045 avanza de forma estable hacia su descubrimiento final: la explotación de la doble realidad, esa salida del argumento anterior: la humanidad lucha entre dos planos, aquel que se tiene dentro del móvil y aquél que está en la vereda. Motoko Kusanagi, la Mayor, protagonista del relato, lucha con los distintos pulsos que se producen entre uno y otro elemento. 

Ghost in the Shell, segunda temporada, en Netflix. La critica

Un detalle clave dentro de la segunda temporada del anime es que se lanza una crítica a los Estados Unidos, como amo y señor de los datos y la recopilación de información. A su manera, el relato lo plantea como un enemigo dentro de este contexto dual. También lo es Purin Ezaki, un personaje que se presenta como alguien tierno y noble y termina pervertida en el camino, como parte de ese choque entre realidades que plantea el relato. Su final, reconociendo emociones y abriéndose a llorar, conjura parte del relato de la serie: detrás de toda máquina y realidad, hay una mente que sintió. 

Como si este grado de poética no fuera suficiente, está el último diálogo de Motoko Kusanagi, quien dice: “Nunca te olvides de que existimos en esta época”. Se lo dice a Batou, mientras ella se lanza al vacío. Los amigos de la historia se separan, sin resentimientos, temiendo no reconocerse en otra realidad. Pero dejando claro el mensaje: lo importante no es lo pasado ni lo que vendrá, sino ser consciente del momento presente. 

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