Acercarse a Ghost in the Shell: Guerra sostenible es sumergirse en una franquicia exitosa dentro de la industria del manga. No solo eso: también en el anime, con distintas adaptaciones orientadas a reflejar la acción y, en algunos casos, los aspectos distópicos del relato. La más reciente película de Netflix, en particular, describe un mundo que no parece inmediato pero tampoco muy lejano.
Esta película recopila la historia adaptada en el anime Ghost in the Shell: SAC_2045 y ofrece distintas mejoras en cuanto a color y adaptación. Un film de dos horas en el que un grupo élite debe atender una amenaza robótica. En este universo se encuentran guiños a franquicias de ciencia ficción como The Matrix (1999), Neon Genesis Evangelion (1995) y RoboCop (1987).
Eso explica parte del tono, a medio camino entre lo fantástico, lo científico y lo policial. Una distopía en la que el mundo ha asumido con naturalidad la guerra. Hasta el punto de llevar su comercialización hasta niveles distorsionados del capitalismo. ¿El resultado? Un contexto en el que se mueven distintas fuerzas y los aliados se cuentan con los dedos de una mano.
El potencial de Ghost in the Shell:
Guerra sostenible
Durante los primeros minutos de la película, se insiste en el contexto en el que se desarrolla. Una guerra global naturalizada, ante la que no parece haber un poder político capacitado para contenerla. En oposición, las máquinas y la fuerza científica movida por distintas élites sostiene la realidad e, incluso, la vida: puede haber un sujeto con la mitad de la cabeza desprendida y, aún así, lanzar un avión de papel.
La dirección de Michihito Fujii, con guion de Kenji Kamiyama, ofrece un relato que comprende sus ritmos narrativos: cuando quiere ser violento, lo es; si desea reposar para aportar información al espectador, también lo logra. Sin embargo, la premisa en la que más se insiste al comienzo del film, este contexto en el que la guerra es el pan de cada día, se difumina. Entonces, se resumen al personaje de Motoko Kusanagi, la relación con sus compañeros y sus habilidades de combate.
Aunque para la historia no favorece que el foco se reduzca demasiado, sí contribuye a la presentación (o representación, teniendo en cuenta las distintas adaptaciones) que se hace de Motoko, mejor conocida como “Mayor”, referente de la Sección 9, especializada en abordar distintas amenazas. Una personaje femenino en un rol de liderazgo. En este tipo de detalles hay mangas, historias originales, que sí corresponden el futurismo de su contexto con las dinámicas sociales que se producen en él.
A partir de acá, se comparten comentarios que pueden ser entendidos como spoilers. Ghost in the Shell: Guerra sostenible tiene un primer acto violento y uno más reflexivo. En este último, quizá se descubra el fin del título: esas guerras a la que hace referencia no son tanto físicos y geopolíticas como sí emocionales, con el pasado martillando a unos y a otros.
El guiño hacia los videojuegos
Algo llamativo de Ghost in the Shell: Guerra sostenible son los tramos en los que la perspectiva es idéntica a juegos como Counter Strike o Call of Duty. Eso se corresponde con la estética, una que a ratos deja la sensación de estar viendo un videojuego antes que una película. Puede que esto no sea para todo público; mucho menos en tiempos donde las consolas ofrecen adaptaciones poderosas en ese apartado. Tampoco la trama, a ratos sobrecargada de tensiones y conspiraciones. El primer aspecto, la estética, evoluciona en el segundo acto.
La principal amenaza de Mayor y su equipo es la existencia de los posthumanos. Una serie de individuos con habilidades especiales para distintos contextos junto con un nivel de realidad virtual que parece a muchos años luz del presente. A través de esos recursos, Ghost in the Shell: Guerra sostenible muestra su lado más violento, haciendo que los villanos arranquen cabezas con facilidad. Esta especie va a por distintos refugiados e inmigrantes.
Este detalle la ubico en otro registro: no solo es una película entretenida, para quienes gusten del género anime, sino también una producción que dialoga con su contexto. No son pocas las voces que se oponen a los migrantes y refugiados en la actualidad. Ghost in the Shell: Guerra sostenible es una película pensada para los seguidores de la historia, en formato manga, videojuego o que vengan de otras adaptaciones. Para quien no esté familiarizado con este registro, incluso aunque le guste el anime, puede ser una producción densa que sugiere un nivel de profundidad al que se acerca pero no logra completar.
Algo a tener en cuenta: esta película sirve de antesala a la segunda temporada de Ghost in the Shell: SAC_2045. Por tanto, no hay una conclusión. El film ya se encuentra disponible en Netflix, mientras que la serie llegará el próximo 23 de mayo.