Web3 fue uno de los términos de 2021 y de lo que llevamos de 2022. Del blockchain y las criptomonedas se pasó a los NFTs, DeFi, DAOs, dApps, metaversos… La web parece estar en un momento de ebullición, aunque parece complicado saber muy bien hacia dónde. Sin embargo, a pesar de los recientes del término, se achaca su primera introducción a Gavin Wood en 2014. Wood, científico informático británico, fue uno de los cofundadores de Ethereum y posterior desarrollador de Polkadot y de la denominada Web3 Foundation, el brazo institucional que intenta impulsar lo que puede ser la Web3 en una especie de analogía similar a lo que el World Wide Web Consortium (W3C) supuso para los albores de la web en los 90.
En Hipertextual hemos podido hablar con Úrsula O’Kuinghttons, Directora de comunicación y asociaciones de la Fundación Web3 para ahondar en este perfil oficial de uno de los vocablos tecnológicos en alza. Lo hacemos en unos días en los que la caída de todas las criptodivisas y en especial el colapso de la plataforma Terra-Luna ha vuelto a dejar sacar muchas banderas sobre las promesas de descentralización y las trampas y cartones que puedan darse en pos de alcanzar un supuesto nuevo estadio bajo internet.
Aunque Web3 no es solo cripto, ambos comparten la blockchain como uno de sus pilares fundamentales, así que es inevitables empezar preguntando a O’Kuinghttons por el colapso del UST y el token Luna. “No acostumbramos a hacer valoraciones desde la fundación, al menos de fenómenos o eventos tan recientes—en el momento de la conversación, acababa de colapsar Luna esa misma mañana—, pero sin lugar a dudas es un golpe para todo el ecosistema. Lo peor es que [Luna y el UST] se había visto como un buen mecanismo en el que sostenerse en países que estaban viviendo momentos de altísima inflación y problemas para cambiar sus monedas con el dólar, como Argentina, donde ha podido dejar a mucha gente muy expuesta”, comenta. Argentina y México es precisamente donde la Fundación Web3 llevará a cabo su próximo evento Decoded, donde presentará novedades.
Con O’Kuinghttons recorremos parte de la propuesta de la fundación y de Polkadot, el protocolo creado por Wood que sirve a la vez como proyecto propio de la institución, con fundada en 2016 y con sede en Zug (Suiza).
Qué hace la Fundación Web3
Empecemos por el comienzo. Web3 o Web 3.0 se propone como una evolución la Web 1.0 y la Web 2.0, entendidos como periodos de la historia de la web; desde su versión más inicial (1.0) a la etapa social donde los usuarios podíamos generar contenido (2.0) al futuro descentralizado en el que se pretende que se pueda colaborar de forma mucho más profunda y segura: la Web3, un nuevo estándar en el que los usuarios tienen garantías sólidas y verificables en cuanto a la información que reciben, entregan y cobran en la web, además de proponer formas de luchar contra la censura o la opacidad.
Según el propio Wood, “la adopción de la Web 3.0 no será ni rápida ni limpia. Con los intereses arraigados que controlan gran parte de nuestro estilo de vida digital y los intereses a menudo alineados entre los legisladores, el gobierno y los monopolios tecnológicos”.
Pero, ¿qué papel juega o quiere jugar la Fundación Web3 en estos cambios que se proponen? “Desde la Fundación, por ejemplo, se trabaja y apoya el desarrollo de Polkadot o de Kusama, una red de pruebas de distintos protocolos blockchain. El fin, en definitiva, es impulsar esta tecnología que genere seguridad e interoperabilidad apoyando equipos de desarrolladores”, comenta O’Kuinghttons.
Polkadot es conocida por su token, pero se podría decir que es un protocolo que quiere posicionarse como una especie de símil del correo electrónico entre blokchains. Se entiende sencillo con un ejemplo: “Si yo compro un NFT en Ethereum pero quiero venderlo en Solana, no puedo. Y esto yo lo comparo con internet, que es una enorme suma de puertas cerradas”, dice la representante de la Fundación. Ahí es donde entra Polkadot como vehículo de trasmisión que, además, tecnológicamente permite que se creen blockchains parachains derivadas sobre su base.
En otro símil, Polkadot es también como una especie de framework sobre el que pueden partir distintas aplicaciones partiendo de su kit de desarrollo Substrate.
El token Polkadot (DOT) cumple dos funciones principales dentro de la red Polkadot: es un token de gobernanza, que permite a sus poseedores opinar sobre el futuro del protocolo, y se utiliza para el staking, que es la forma en que la red Polkadot verifica las transacciones y emite nuevos DOT. Esta manera de creación es la conocida transición y debate que está afrontando todo el mundo cripto para pasar del proof of work (relacionado con minado) al proof of stake y que, en el mundo real, se derivaría en una menor cantidad de uso de energía por parte de todas estas propuestas.
Del desarrollo tecnológico de Polkadot se encarga en gran medida Parity, empresa perteneciente a Gavin Wood, en una especie de círculo donde nada sale de las mismas personas. “La Fundación es el custodio de Polkadot, que encarga a Parity el desarrollo tecnológico”, explica O’Kuinghttons.
Un término del que “se ha abusado” y en el que se han amparado estafas
Preguntamos a Úrsula O’Kuinghttons como se vive desde dentro el uso del término Web3, tan asociado en ocasiones a estafas o a vender cosas que tienen poco de nuevo.
“Es cierto que del término se ha abusado, y muchas veces sin que fuera positivo, pero también ha ayudado a que se conozca y avivar el debate”.
Úrsula O’Kuinghttons, Directora de comunicación y asociaciones de la Fundación Web3
Sobre las estafas recurrentes asociadas a NFTs, DAOs que nunca son DAOs, etcétera, opina que “estafas siempre van a existir. Quiero pensar que estamos mejor que en 2017 a nivel de conocimiento general, pero por desgracia me temo que siempre habrá hueco para los que prometan mucho bajo la promesa de comprar o invertir en algo, como ha pasado en el mundo cripto. Entre todos, y ese es uno de nuestros objetivos, tenemos que hacer un entorno más seguro”.
También, parece, que colaborando con las instituciones. Recientemente, la fundación ha incorporado a Daniel Schoenberger como jefe legal, ex de Google, con la intención de elevar las conversaciones que tienen con organismos internacionales, desde bancos centrales a Unión Europea. “La regulación llegará en distintas formas y ayudará a equilibrar. Ahí la labor estará en que sea una regulación provechosa y que acerque a una web mejor”, sostiene Úrsula O’Kuinghttons.