Meses después de su lanzamiento en Estados Unidos, Microsoft ha decidido lanzar en España el Surface Laptop Studio, el portátil más peculiar de toda la gama de productos que la empresa comercializa en la actualidad.
Espiritualmente, esta máquina reemplaza al Surface Book 2, el ordenador más potente que Microsoft ha comercializado durante cierto tiempo. Pero este Surface Laptop Studio va más allá con su fórmula incorporando, además, una pantalla capaz de adoptar tres posiciones diferentes. Es decir: no solo es el nuevo equipo portátil más potente de Microsoft; también propone un concepto distinto con esa pantalla polifacética.
El público objetivo de este ordenador, como Microsoft trata de dejar claro desde el primer momento, son profesionales que requieran una máquina potente a la par que versátil. Especialmente aquellos que se encuentran en ámbitos creativos, donde la flexibilidad de su pantalla, que también es compatible con el Surface Pen, tiene especial sentido.
Entonces, ¿es este el ordenador que dicho tipo de usuario debería comprar?
Microsoft siempre cuida los detalles, y el Surface Laptop Studio no es excepción
Siempre he tenido claro que, si tuviera que comprar un nuevo portátil con Windows, los equipos de Microsoft estarían entre mis principales opciones. La empresa norteamericana es una de las pocas que presta ese extra de atención a los detalles que tanta importancia tienen en una máquina con la que pasas decenas de horas cada semana. Y el nuevo Surface Laptop Studio no es una excepción a esa norma.
En este portátil se pueden ver fácilmente muchos ejemplos de detalles cuidados. Por ejemplo: la firmeza con la que los imanes unen la pantalla con el resto del chasis, el comportamiento de la bisagra cuando se abre o cierra, la ubicación de los conectores, la estética del equipo, la inclusión de un cargador magnético que protege al equipo en caso de que alguien tire por accidente del cable, el feeling del trackpad, la experiencia de uso del teclado… Todos ellos son detalles que muchos fabricantes de PCs dejan en segundo plano o, simplemente, no saben cuidar. Pero todos ellos marcan la diferencia entre una buena máquina, y una que, además de ser poderosa, es placentera de usar.
Otro ejemplo de esto que menciono es lo bien que el Surface Laptop Studio se integra con Windows 11. Tras encender la máquina por primera vez no tenemos bloatware, el firmware de la máquina se actualiza con regularidad, tienes disponibles todas las opciones de seguridad de Windows (como el cifrado) sin tener que preocuparte… Nuevamente, detalles que no siempre cuidan otras marcas de PC pero que, en realidad, tienen un impacto directo en la experiencia de uso.
Lo mismo ocurre con la pantalla. Es relativamente fácil encontrar PCs con pantallas de alta resolución o con muchos hercios. Pero la calidad de una pantalla está determinada por muchos más factores que no siempre se cuentan en la tabla de especificaciones. Hablo de cosas como el nivel de brillo máximo, la precisión de la calibración de color, el comportamiento del sistema táctil, etc.
Y, nuevamente, Microsoft aquí ha hecho un buen trabajo. La pantalla del Surface Laptop Studio no es la más vanguardista a nivel técnico –ese galardón se lo queda, en este segmento de producto, el MacBook Pro–, pero sí cuida esos matices que son especialmente importantes en una máquina que apunta al sector creativo –como la precisión de color–. Además, su densidad de píxeles es de alrededor de 200, el nivel de brillo máximo es 500 nits, tiene una tasa de refresco de 120 Hz…
Lo que más me gusta de ella, no obstante, es su formato 3:2. Es decir: es un poco más alta de lo habitual. Y, sinceramente, creo que todo el mundo debería seguir los pasos de Microsoft en este sentido. Ese extra de superficie resulta realmente útil cuando usas la máquina como una máquina de productividad.
Este portátil, por cierto, tiene uno de sus principales rasgos en su pantalla, que puede adoptar tres posiciones diferentes: modo convencional, modo presentación y tableta.
- El segundo modo lo encuentro especialmente útil en dos situaciones. La primera de ellas es cuando viajas en, por ejemplo, un avión y quieres ver una película sin que la pantalla golpee con el asiento de delante. Más allá de eso, no termino de verle una clara utilidad respecto al modo convencional.
- El tercer modo, por otra parte, resulta bastante práctico si quieres dibujar sobre la pantalla táctil usando el stylus. La experiencia es relativamente similar a la de una Wacom Cintiq, pantalla táctil usada a menudo en entornos creativos.
Y alguno quizá se pregunte: ¿este tercer modo no permite también usar el Surface Laptop Studio como si de una tablet se tratase? Y la respuesta es tan fácil como un “no”. La clave está tanto en el grosor como en el peso del equipo. Sostenerlo con las manos mientras te desplazas no es precisamente cómodo –como sí podríamos decir de un iPad o un Surface Pro X–. Por lo tanto, aunque técnicamente es posible usarlo en modo tablet, no creo que ese sea el caso de uso que Microsoft pensó para este producto.
Y si te preocupa la robustez del mecanismo que habilita estas tres posiciones, no te preocupes. Todo está en orden. No sé cómo envejecerá, pero, en los días que he podido utilizarlo, la sensación ha sido siempre de firmeza.
Una máquina capaz
La combinación de GPU Nvidia 3050 Ti + CPU Intel Core i7 hace que la experiencia realizando trabajos creativos sea bastante buena. Especialmente si las aplicaciones –como la suite de Adobe– saben sacar partido al componente de Nvidia para acelerar procesos. El portátil se desenvuelve con soltura en tareas como la edición de decenas de imágenes RAW en Lightroom o la exportación de vídeo en 4K usando Premiere Pro.
También es posible disfrutar de videojuegos con una calidad bastante buena considerando el tipo de producto del que hablamos. Obviamente no puede equipara a portátiles gaming de última generación o equipos de escritorio desarrollados con este específico propósito, pero para esas personas que buscan ejecutar títulos sin que todo se mueva en calidad Ultra a 120 FPS con el ray-tracing activado, es más que suficiente.
El ventilador que refrigeran el interior he de decir que entra en funcionamiento con relativa facilidad cuando trabajas con la máquina. De hecho, puedes sentir cómo se calienta la superficie alrededor del trackpad –aunque en ningún momento llega a un punto molesto–. Eso sí: hace un buen trabajo oxigenando el interior para evitar el temido thermal throttling que tan a menudo ocurre cuando sometes a la máquina a procesos prolongados como la exportación de un vídeo en Premiere Pro.
Los ventiladores, por cierto, obtienen y expulsan el aire gracias a unas rejillas situadas en la parte inferior del chasis, que tiene un peculiar escalón. Es una solución curiosa por parte de Microsoft que, por cierto, la marca aprovecha para resguardar el stylus, el cual se adhiere magnéticamente.
Un contexto adverso
Hasta aquí, todo en orden. La Surface Laptop Studio cumple en general con lo que se espera de un producto de Microsoft, tiene potencia suficiente para dar la talla en todo tipo de tareas creativas –e incluso jugar ocasionalmente– y, además, tiene esa flexibilidad extra que aporta su pantalla.
Sin embargo, el juicio de la Surface Laptop Studio no termina ahí. El portátil de Microsoft aterriza en España en un contexto complicado. Y no lo digo por la escasez de chips. La clave, en este caso, es el cambio de statu quo que atraviesa la industria de los semiconductores en estos momentos.
En 2020, Apple lanzó al mercado los primeros equipos con procesadores Apple Silicon, basados en la tecnología de ARM. Un movimiento que, indudablemente, revolvió las aguas desde el primer momento. Los chips de Apple no solo resultaron ser sorprendentes en términos de rendimiento; también eran mucho más eficientes energéticamente que las propuestas de Intel o AMD. Y el Surface Laptop Studio de Microsoft, que usa este tipo de componentes, adolece esta realidad.
El MacBook Pro de 14 pulgadas con procesador M1 Pro –que cuesta a efectos prácticos lo mismo que la unidad que he probado durante estas semanas–, supera en múltiples pruebas de rendimiento al Surface Laptop Studio. Y, además, ofrece una mejor autonomía –donde el portátil de Microsoft no brilla– o una pantalla de aún más calidad –y sí, la del Surface Laptop Studio es buena, pero la del MacBook Pro es, simplemente, la mejor de su segmento–.
Por otra parte, el portátil de Microsoft llega un poco tarde a España. Cuando se presentó a finales de 2021, el chip Intel que albergaba en su interior era una de las mejores opciones que el fabricante tenía en su catálogo. Sin embargo, en estos primeros meses de 2022, muchas otras marcas –como Dell o HP– ya venden, por un precio similar al del Surface Laptop Studio, ordenadores con procesadores Intel de duodécima generación que mejoran significativamente a los de la previa. Y los que sí tienen un procesador similar al del portátil de Microsoft, suelen ser más económicos.
¿Merece la pena el Surface Laptop Studio?
El regusto que me deja el Surface Laptop Studio ha sido, en general, bastante bueno. Es una máquina bien diseñada y con la que me he sentido bastante cómodo trabajando. Parte de la razón de que el regusto final haya sido positivo es, como decía líneas más atrás, esa atención a los detalles que Microsoft presta y que, para mí, es claramente diferencial.
Por otra parte, el curioso mecanismo de la pantalla, aunque en mi caso no le encuentre demasiada utilidad, reconozco que está bien resuelto. Y, para las personas del mundo creativo, tener la flexibilidad de convertir tu portátil en una Cintiq es una gran virtud.
No obstante, si juzgo a esta máquina con una perspectiva un poco más global, es fácil darse cuenta de que pide a gritos una actualización de procesador. El Intel Core i7 que monta la unidad que he probado no supera en tests de rendimiento como Cinebench o Geekbench a un MacBook Air con procesador M1 (que cuesta la mitad). Y la situación es aún más desfavorable si lo comparamos con el MacBook Pro con M1 Pro, que es el equipo con el que realmente compite.
Una simple actualización con los chips de duodécima generación de Intel podría mejorar significativamente esta situación. Y sí, dichos componentes siguen por detrás de los de Apple en cuanto a rendimiento por vatio (eficiencia); pero, al menos, son capaces de dar la talla en potencia bruta –aunque sea consumiendo más energía–.
Por otro lado, un aspecto en el que también creo que Microsoft podría ir un paso más allá es en la pantalla. El panel del Surface Laptop Studio, insisto, es de buena calidad, pero Apple, con su tecnología miniLED, está claramente por delante. Y en otro tipo de portátil este factor quizá sería un poco menos relevante. Pero en un ordenador que claramente apunta al sector creativo, tener la mejor tecnología de pantalla es fundamental.
Teniendo en cuenta lo anterior, y a pesar de que el regusto que la máquina me ha dejado ha sido bueno, he de admitir que se me hace complicado recomendar el Surface Laptop Studio a gran escala. Al menos mientras monte los citados procesadores de undécima generación, un componente que, en mi opinión, es su principal lastre respecto a la competencia.
Si valoras especialmente esos factores diferenciales que tiene esta máquina (como el refinamiento de ciertos detalles o la flexibilidad de su pantalla) y no te importa renunciar a una fracción de potencia, puede que el Surface Laptop Studio sí sea sea una opción a considerar.
Sin embargo, para ese grueso de personas que lo que quieren es, simplemente, el portátil más completo con el que trabajar, lo más inteligente ahora mismo no es optar por este Surface Laptop Studio, sino por el MacBook Pro con procesador M1 Pro.