Rusia lleva meses haciendo (y mostrando) un asombroso despliegue de armas durante las invasión a Ucrania. Pero parece que aún le quedan muchas herramientas por sacar de la chistera. La última, según el Instituto Naval de Estados Unidos (USNI), ha consistido en el despliegue de delfines militares.
Esto puede parecer algo rocambolesco, pero es bastante habitual. Tanto Estados Unidos como Rusia llevan décadas entrenando animales marinos con fines militares. No solo delfines. También se han llegado a usar focas, leones marinos y belugas. Hacía tiempo que no los ponían en uso; pero, en base a la publicación del instituto estadounidense, parece ser que esta vez el gobierno de Putin ha recurrido a los delfines militares para proteger su base naval del Mar Negro.
Y no es algo reciente. Según relatan en un comunicado, fue en febrero cuando se tomaron dos corrales de delfines militares y se trasladaron a la entrada del puerto de Sebastopol, ubicado en la península de Crimea. En USNI los saben porque los han detectado a travé sde imágenes de satélite. Ahora bien, ¿para qué existen estos cetáceos soldado y desde cuándo están en posesión de Rusia?
La historia de los delfines militares de Rusia
En tiempos de la Unión Soviética (URSS), su Armada contaba con unas instalaciones de investigación en las que los científicos exploraban posibles usos militares de algunos animales marinos. Era la base de Kazachya Bukhta y se encontraba cerca de Sebastopol.
Estos científicos comprobaron que los más adecuados eran los delfines, las belugas, las focas y los leones marinos.
Estos dos últimos resultaron muy útiles tanto para transportar herramientas a los buceadores de la Armada como para detectar minas y torpedos submarinos. Las focas, además, soportan temperaturas muy bajas, por lo que podrían usarse en los lugares más fríos. Precisamente con esa intención se entrenan también las belugas. No obstante, se ha visto que las focas son más hábiles reteniendo órdenes y llevándolas a cabo.
Pero, sin duda, los más útiles son los delfines militares. Estos pueden hacer lo mismo que belugas, focas y leones marinos, pero además son capaces de rescatar soldados accidentados en el mar, ayudar a recuperar materiales perdidos y, sobre todo, su mayor diferencia es que pueden proteger barcos o puertos de los buceadores enemigos. Además, tanto estos como otros animales marinos pueden actuar como espías, transportando cámaras.
Por eso, si bien el programa militar de la Armada soviética perdió fuerza con la caída de la Unión, Rusia no se olvidó de la utilidad de estos cetáceos. Inicialmente, al descomponerse la URSS, los delfines militares quedaron a disposición de Ucrania, que decidió volver a usarlos en 2012. No obstante, Rusia los recuperó en 2014, después de anexionarse Crimea. Pero lo curioso es que poco después aseguraron que se habían desecho de ellos. Supuestamente, unos animales habían muerto por causas naturales y otros habían sido vendidos. Incluso se llegó a decir que los cetáceos habían muerto tras ponerse en huelga de hambre como queja por el cambio de país. Los delfines son animales muy inteligentes. Es extremadamente improbable que se enfrentasen voluntariamente a la muerte por un patriotismo ajeno.
Todo eso es lo que se dijo en su momento. No obstante, según una publicación de The Guardian de 2019, existen registros de que en 2016 el Ministerio de Defensa de Rusia compró varios delfines mulares a un zoológico de dicho país. Podrían ser esos los que asegura Estados Unidos que ha puesto en uso ahora. De momento no hay mucha más información al respecto. Lo que está claro es que, si los seres humanos no merecen ir a combatir en una guerra que no pidieron, los delfines militares tampoco.
Una beluga perdida
En 2019, una beluga se acercó con curiosidad a un barco pesquero en los mares de Noruega. Sus tripulantes comprobaron que llevaba un arnés en el que ponía “Equipo de San Petersburgo”. Por ese motivo, se sospechó que podía formar parte de las tropas de animales marinos militares de Rusia. Concretamente, podría ser una beluga espía y haber llevado una cámara unida al arnés. No obstante, en este país negaron conocerla.
Por eso, el animal, al que bautizaron como Hvaldimir, siguió pululando por la zona, acercándose cada vez más a menudo a todo tipo de embarcaciones. Estaba claro que los humanos no le preocupaban. Incluso circuló un vídeo en el que jugaba al rugby con un marinero. No obstante, precisamente por estar tan acostumbrada a los seres humanos corría un serio peligro. Por un lado porque podría sufrir heridas por las hélices de los barcos. Por otro, porque no sabía alimentarse por sí misma, de modo que empezó a perder peso peligrosamente. A día de hoy, según relatan en IFLScience, se encuentra bajo el cuidado de la Dirección de Pesca Noruega, por lo que su estado de salud ha mejorado.
Aun así, es un ejemplo más del daño que puede hacer la liberación de animales marinos que no conocen nada más que el cautiverio. Tanto esta beluga como los delfines militares, las focas o los leones marinos podrían acabar corriendo esa suerte. O incluso una peor. No vale la pena el riesgo, pero es difícil hacer entender algo así a quienes no se lo piensan dos veces antes de comenzar una guerra. Así somos los seres humanos.