La mantis religiosa es conocida por devorar a los machos después de tener relaciones sexuales. Pero no es el único artrópodo que recurre al canibalismo sexual. Por ejemplo, también lo hacen algunas arañas. En algunas especies, de hecho, lo hacen con tanta frecuencia que los machos han desarrollado un método para huir despavoridos nada más acabar la cópula, usando sus patas delanteras a modo de catapulta.

Lo hace tan deprisa que hasta ahora ningún científico se había percatado. Sin embargo, cuando un grupo de investigadores de la Universidad de Hubei se encontraba estudiando la selección sexual en arañas de la especie Philoponella prominens lograron primero detectar esos saltos  de catapulta y después grabarlos y analizarlos de forma muy precisa. 

Observaron que el macho se aleja de la hembra a una velocidad de hasta 88 centímetros por segundo, con aceleraciones que alcanzan los 200 m/s2 y bucles de unos 175 giros por segundo de media. Además, usan el propio cuerpo de las hembras para impulsarse en cuanto su misión está culminada. Es un mecanismo de lo más interesante que, sin duda, haría las delicias del macho de mantis religiosa. 

La catapulta de las arañas

Philoponella prominens es una araña originaria de Japón, que también puede encontrarse en Corea, Taiwán y China.

Es conocida por vivir en grupos comunales, de unos 300 individuos, que fabrican redes de telarañas, unas unidas con otras. En cuanto a su apareamiento, apenas se habían observado comportamientos de canibalismo sexual. No obstante, cuando los autores del estudio que se acaba de publicar en Current Biology vieron el salto de catapulta de estas arañas comprendieron todo. 

De 155 apareamientos observados, los 3 machos que no usaron la catapulta de sus patas murieron devorados por las hembras

Observaron una población en la que tuvieron lugar 155 apareamientos. De todos ellos, hubo 152 machos que sobrevivieron y 3 que fueron canibalizados por la hembra. Y, curiosamente, los que sobrevivieron lo hicieron porque se alejaron de ella en apenas una fracción de segundo, una vez finalizada la cópula.

Para comprobar si este era realmente el motivo, los investigadores realizaron una nueva observación, esta vez en condiciones controladas. Se impidió que 30 machos pudieran saltar y todos ellos fueron devorados inmediatamente. Estaba claro que ese curioso salto era su único método para salvar la vida.

Por eso, decidieron analizarlo en mayor profundidad. Para ello, usaron cámaras de alta resolución, con las que vieron que los saltos se producían a velocidades que iban desde los 30 cm/s hasta los 88 cm/s. Para ello, empleaban como catapulta la articulación tibia-metatarso de su par de patas delanteras. No disponen de músculos extensores, pero no los necesitan, pues usan el cuerpo de la propia hembra para impulsarse. De este modo, pueden alejarse justo en el momento en el que ha finalizado su trabajo y esquivar el canibalismo sexual. O bien se catapultan ellos, o bien catapultan a la hembra.

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No hay persecuciones

Viendo el amplio rango de velocidades del salto de catapulta, podríamos pensar que los machos más lentos sucumben a la persecución de las hembras.

No obstante, no parece que haya tal persecución. De hecho, los autores de este nuevo estudio sospechan que este comportamiento sirve como método de selección del macho para las arañas. Si uno es capaz de saltar, vale la pena dejarlo con vida y reproducirse con él en futuras ocasiones. En cambio, si no lo hace optan por acabar con su vida, ya encontrarán mejores espermatozoides. Tan sádico como apasionante. 

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