Tras dos años de pandemia de coronavirus, tenemos una nueva preocupación sanitaria: la hepatitis infantil. Ya son 169 los casos en todo el mundo, 13 de ellos en España y la mayoría (114) en Reino Unido. También ha habido un fallecido en este último país y aproximadamente el 10% de los niños diagnosticados ha requerido un trasplante de hígado. No obstante, se cree que puede haber muchos más casos que hayan cursado de forma leve y, por lo tanto, no hayan llegado a detectarse. Se ha dado solo en niños con edades comprendidas entre 1 mes y 16 años, aunque la mayoría se encuentran por debajo de los 10 y muchos tienen 5 o menos. La situación es especialmente dramática por la población a la que afecta, pero también porque su origen es desconocido.

Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como las autoridades sanitarias de todos los países afectados están intentando dar con una explicación para esta hepatitis infantil. La enfermedad se ha bautizado así porque su síntoma principal es la inflamación del hígado. Sin embargo, ninguno de los niños afectados tenía en su organismo algunos de los virus de la hepatitis conocidos (A, B, C, D o E). Por eso, la causa debe ser otra.

Se sospecha que podría tratarse de un adenovirus. De hecho, casi la mitad de los niños afectados tenían alguno de estos virus en su organismo. Especialmente el adenovirus 41. No obstante, ni este ni ningún otro adenovirus conocido suelen causar hepatitis. Se han dado algunos casos en niños inmunodeprimidos, pero nada que ver con lo que está pasando. Generalmente suelen provocar resfriados o enfermedades gastrointestinales, que no suelen cursar con gravedad. Por eso, los científicos piensan que debe haber algo más. U otro virus o algo que está haciendo que los adenovirus, normalmente poco peligrosos, generen efectos más graves.

Ni vacunas ni mascarillas

Como era de esperar, dado el nivel de alarmismo con la inmunización contra la COVID-19, muchas personas se han lanzado a opinar que todo esto podría ser un grave efecto de las vacunas del coronavirus. Sin embargo, la hipótesis se cae por su propio peso, básicamente porque la mayoría de los niños afectados estaban sin vacunar. Recordemos que buena parte de los enfermos tiene menos de 5 años. En España, así como en otros de los países afectados, aún no se ha empezado a vacunar a los niños de esa edad, por lo que no tiene sentido.

La mayoría de los niños afectados estaban sin vacunar contra la COVID-19, por lo que no puede ser un efecto de las vacunas

También hay quien afirma que puede deberse a las mascarillas. De hecho, algunos medios de comunicación han lanzado titulares de lo más preocupantes, asegurando incluso que la OMS está estudiando si estas podrían tener relación con los casos de hepatitis infantil. Sin embargo, de nuevo ocurre lo mismo. Los niños menores de 6 años no están obligados a llevar mascarilla, de modo que tampoco tiene mucho sentido. Además, el uso de mascarilla no tiene nada que ver con el estado del hígado.

Sin embargo, esta hipótesis, aunque equivocada, sí que tiene una base muy sacada de contexto. Y es que los expertos están estudiando si los niños podrían tener su sistema inmunitario menos preparado para enfrentarse a los adenovirus a causa de todo este tiempo de protección. No hemos estado en contacto con el coronavirus, pero tampoco con otros patógenos. No hay más que ver la gran cantidad de casos de gripe que se han dado esta temporada, a medida que se han ido retirando las mascarillas. Lo mismo para los adenovirus. Esto podría tener algo de sentido, pero sigue sin parecer lo más probable. Básicamente por lo que ya hemos visto: a esas edades muchos niños no usan mascarilla. Además, ha habido bastantes casos en bebés, que en su corta vida no han tenido mucha oportunidad de exponerse a adenovirus, ni con mascarilla ni sin ella.

Modelo estructural de un adenovirus. Crédito: Víctor Padilla-Sánchez (Wikimedia Commons)

Hepatitis infantil y coronavirus

Aunque los expertos no piensan que las mascarillas o las vacunas sean las culpables, todo esto sí que podría tener relación con la pandemia. 

Según declaraciones a Agence France-Presse recogida por Science Alert de la directora del departamento de infecciones clínicas y emergentes de la Agencia de Seguridad Sanitaria de Reino Unido, Meera Chand, podría tratarse de una coinfección entre un adenovirus y el SARS-CoV-2, causante de la COVID-19.

Veinte de los niños con hepatitis infantil dieron positivo en COVID-19 y 19 de ellos en COVID-19 y adenovirus

Han llegado a esta hipótesis porque 19 de los niños afectados dieron positivo tanto en COVID-19 como en adenovirus en el momento del diagnóstico. Además, otros 20 tenían solo COVID-19. Podría ser que los que no tenían el virus en ese momento lo hubiesen pasado previamente y hubiese sido la coinfección la que desembocó en la hepatitis infantil.

O también podría ser algún factor ambiental el que interaccionó con el adenovirus haciéndolo más virulento. O simplemente otra variante del SARS-CoV-2 o algún nuevo virus aún por descubrir. Son muchas las hipótesis y por desgracia aún no hay nada seguro. De momento, se pide a los padres que presten especial atención a la posibilidad de ictericia en sus hijos. Es decir, la coloración amarillenta de la piel y las mucosas. Este, junto a la diarrea, los vómitos y el dolor abdominal son los síntomas principales de esta hepatitis infantil que, además, suele cursar sin fiebre. En caso de que sospechen de estos síntomas, deben acudir inmediatamente a un médico. 

Los científicos están trabajando a marchas forzadas para intentar encontrar respuestas. Ojalá que sea pronto y que este virus no llegue a expandirse más de lo que ya lo ha hecho.

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