Furioza, nueva película de Netflix, es mucho más que un film sobre la violencia callejera, aunque varias de sus escenas más impactantes ocurren entre peleas y enfrentamientos. No obstante, el film polaco está más interesado en explorar ideas novedosas debajo de lo que parece ser un drama policial oscuro. Un recurso que le permite mostrar que detrás de los tiroteos, peleas a manos desnudas y su tono tenebroso, hay algunas premisas complejas. ¿Qué es la traición cuando en realidad enfrentas a tu propia naturaleza? Furioza se cuestiona una y otra vez la percepción sobre la moral y lo hace a través de un recurso curioso. La relación entre dos hermanos y la forma en cómo ese vinculo debe sostener una trama densa y cada vez más compleja. 

De hecho, el director Cyprian T. Olencki es muy consciente de esos pequeños espacios grises que sostienen el guion, que también escribe. La película insiste en la percepción que el dilema que enfrentan sus personajes les supera y les pone a prueba. Pero no se trata solo de una tensión abrumadora que les une y les separa. 

También, hay un énfasis en el entorno que hace inevitable el enfrentamiento. Cuando David (Mateusz Banasiuk) debe aceptar un trato policial que le devolverá a los peores momentos de su pasado, también debe afrontar su propia oscuridad. Médico y con una larga historia de violencia a cuestas, el personaje es un equilibrio entre dos mundos. 

Por un lado, la percepción sobre el miedo y el deber moral: David acepta el trato policial para salvar a su hermano. A la vez, esa parte suya — descarnada, brutal e incontrolable — que sigue siendo parte de su naturaleza. El director juega con la idea que a pesar que David acepta el trato policial porque no tiene otra opción, en realidad es un recorrido hacia algo más salvaje.

Furioza es consciente de su condición de film a mitad de dos versiones de lo moral y lo emocional. Y juega con ambas concepciones, en medio de un cambio minado de ultra violencia que sorprende por su ritmo y tono oscuro. ¿Quiénes somos cuando el pasado nos recuerda nuestros peores momentos? P5arece preguntarse el argumento en sus mejores y más duros tramos.

La calle como escenario de Furioza

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Al otro extremo, Furioza es también un argumento policiaco a toda regla. Uno que además elabora una concepción sobre las calles como escenario de excesos, horrores y una rara hermandad. Furioza es un combinación de hilos narrativos que confluyen en sus momentos más inquietantes y poderosos. La cámara sigue a David a través de espacios cada vez más impactantes y desconcertantes. 

Poco a poco, el ritmo de la película se hace cada vez más frenético y sus escenas más duras

Poco a poco, el ritmo de la película se hace cada vez más frenético y sus escenas más duras. Furioza no disimula el hecho que su argumento depende en mayor o menor medida, en lo impactante que pueda resultar sus escenas de peleas. Enfrentamientos a mano desnuda que convierten la tensión en una serie de imágenes aterradoras filmadas con especial cuidado. Rostros deformados por palizas, el fuego nocturno que se eleva para mostrar el paso devastador de las bandas. Los espacios claustrofóbicos que muestran las entrañas del crimen. Gradualmente, Furioza se convierte en una mirada detallada sobre lo que se oculta bajo las ciudades. Los espacios cerrados y temibles, que esconden al mal contemporáneo. La violencia real y, al final, lo peor de la naturaleza humana. 

Para el film, infiltrarse en el crimen organizado implica la deshumanización y convertirse en una criatura brutal. También tener la insistente consciencia que está siendo observado por quienes le rodean. David, en toda su cualidad de mapa de ruta hacia lugares intrincados de la urbe moderna convertida en un escenario casi apocalípticos, es un observador pesaroso. También uno que encuentra en los viejos lugares que puede recordar y que en cierto modo le reflejan, una vuelta de tuerca a sus convicciones. 

La pelea callejera y el miedo al futuro 

El personaje de David evoluciona poco a poco en mitad de una película cada vez más tramposa. ¿Es un infiltrado debido al trato policial? ¿Al hecho que debe salvar a su hermano de la violencia que ya conoce? ¿Quizás se trata de una parte suya que terminó por despertar en medio de un contexto ultraviolento? En Furioza nada es evidente. O al menos, no lo que podría esperarse de un film que sostiene su mayor peso en su puesta en escena brutal.

Furioza sorprende por desafiar las expectativas. Con su convicción que la violencia es un mal humano primitivo, pero también e inevitable, el film construye su propio estrato de la realidad. Es esa versión de los horrores callejeros sublimados a algo más complejo, lo que la hace poderosa. Y quizás, una rareza en medio de la violencia cinematográfica tan común en la actualidad. 

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