En Ambulance, de Michael Bay, todo ocurre muy deprisa. En el film protagonizado por Jake Gyllenhaal y Yahya Abdul-Mateen II, cada situación es el detonante para algo mayor. Y de hecho, uno de los puntos más altos de la película,es la capacidad del movimiento — de cámara, y de sus personajes — para narrar la historia–. Michael Bay, que regresa al cine después de un hiatus de tres años, lo hace en plena forma. Para bien o para mal, el director parece haber depurado su estilo frenético. También su exagerada, absurda y cursi forma de narrar el género de acción. Pero con todo, y pese a sus   múltiples  fallos, Ambulance es un entretenimiento de alto calibre que resulta, por momentos, deslumbrante. 

Y lo es no precisamente por las bondades de su simplísimo guion o de su mirada estrambótica sobre el género. En esta ocasión, Bay toma lo mejor de su versión sobre la acción y la redimensiona en un escenario nuevo. En una película en que el título es el mayor de los spoilers, el director juega con las piezas a su disposición para sorprender. Lo hace a la medida que Ambulance aumenta la apuesta y se vuelve trepidante hasta la confusión. Extravagante por el mero hecho de desafiar cualquier expectativa, el film de Bay es una rudimentaria pero efectiva pieza de relojería. 

El guion de Chris Fedak convierte a una circunstancia inverosímil en la excusa para explotar la idea sobre lo imposible. Con la cámara convertida en un observador intrusivo y dinámico, el vaivén visual busca volverse subjetivo. Pero en realidad, Bay carece de los recursos de discurso para lograrlo. En lugar de eso convierte a múltiples en una combinación desconcertante de movimiento y urgencia. Desde sus primeros minutos  — en los que Bay hace un encomiable y poco efectivo esfuerzo por presentar a sus personajes — hasta su final melodramático y efectista. Ambulance va de un lado a otro en busca de rebasar los límites, de ser más ruidosa y visualmente impactante. Lo logra, pero a costa de su solidez y, en especial, de la tensión interna del argumento.

Un desfile estrafalario de explosiones y lágrimas en Ambulance

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No obstante, en un mastodóntico ejercicio de estilo, Michael Bay crea un film a su medida. El despliegue de recursos cinematográficos sorprende por su ambición y desvergüenza. En varios puntos del film, hay la evidente sensación que el argumento va de un lado a otro en medio de piruetas técnicas injustificables, en favor del asombro. La mayoría de las veces funciona gracias a la experiencia de Bay para crear una especie de versión de la acción consumible. 

Esta vez, la decisión del director de comprender el film como un todo que debe deslumbrar es obvia. No hay el más mínimo disimulo en su exageradisima forma de plantear el cine de acción. Pero entre el desfile de explosiones, disparos, gritos, llantos y cursilerías, hay algo bueno. Bay encuentra la fórmula de establecer una línea parcialmente sólida. 

Ambulance funciona como una heist movie al uso, pero después se transforma en algo más amplio y por momentos inclasificable

La historia de dos hermanos que intentan un robo en condiciones imposibles para luego intentar escapar es tópica hasta lo decepcionante. Pero gracias al carisma de sus actores, Bay logra que sea creíble. O al menos lo suficientemente entrañable para mantener la tensión. Cuando Danny (Jake Gyllenhaal) y su hermano Will (Yahya Abdul-Mateen II) se unen para un robo formidable, Ambulance asume su condición de escenario desconcertante. También sorprende la actuación de Eiza González, en cuyos hombros descansa la mayor parte de la premisa. La actriz abandona su inexpresividad habitual para lograr una actuación sobria y por momentos emocional.

La primera hora demuestra la capacidad de Bay para crear grandes secuencias alucinantes. De hecho, sorprende que el director pudiera condensar su propuesta en una narración que funciona con una fluidez inesperada. En principio, Ambulance funciona como una heist movie al uso, pero después se transforma en algo más amplio y por momentos inclasificable. Una vez que el film abandona los límites de un género definido, se convierte en un recorrido (y en más de una forma) por espacios azarosos. El guion avanza como puede para rellenar espacios, justificar blancos sin sentido pero su objetivo final, es mostrar todo lo que Bay puede hacer. O en todo caso, pretende mostrar. 

Y al final, todo se trata de una ambulancia

Ambulance es quizás el intento más elocuente de Bay por demostrar su conocimiento acerca del entretenimiento frenético. De la forma en que todo el argumento de su película es de hecho, una puesta en escena gigantesca. La ciudad de Los Ángeles brilla como un contexto radiante y vivaz. Sus calles, avenidas y autopistas se convierten en protagonistas visuales de una persecución sin freno. Un homenaje de Bay que por momentos sorprende por su extraño sentido de la belleza. 

Sin duda, Ambulance tiene más ambiciones que pretensiones de calidad. Pero no desmerece que sea entretenimiento en estado puro y en especial, en un punto más sofisticado de lo esperado. Con banderas ondeando, la inevitable sucesión de explosiones y balas por doquier, Ambulance cumple lo que promete. Deslumbrar a fuerza de golpes de impacto.

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