La eficacia de la homeopatía como tratamiento frente a cualquier enfermedad suele basarse en el “amimefuncionismo”. Si a alguien le ha funcionado o cree que lo ha hecho, lo proclamará a los cuatro vientos. Si no le ha hecho efecto, no dirá nada y eso nunca lo sabremos. Con los ensayos clínicos pasa lo mismo. Si solo se publican los que tienen los resultados más positivos, se dará una idea equivocada de lo que supone este tratamiento. Y eso es lo que parece que ocurre en realidad, según un estudio recién publicado en BMJ Evidence Based Medicine en el que se demuestra que solo se registran los ensayos clínicos que más convienen por sus resultados.
Aunque aún hay farmacias que la venden y muchas personas lo consideran un producto sanitario, los tratamientos homeopáticos no son fármacos. Por eso, no requieren pasar por muchos de los estrictos requisitos que deben superar los medicamentos. Puede parecer un castigo hacia la homeopatía, pero en realidad es todo un regalo, ya que quienes investigan sobre ella pueden registrar o publicar sus ensayos clínicos solo cuando obtienen los datos deseados.
Este es un fenómeno conocido como sesgo de informe y puede estar haciendo que se sobrevaloren los resultados de la homeopatía. ¿Pero hasta qué punto se sesgan los resultados? Veremos qué es lo que se concluye en este estudio, pero no sin recordar brevemente la historia de la homeopatía.
Los falsos superpoderes de la homeopatía
La homeopatía fue desarrollada en el siglo XIX por el médico alemán Samuel Hahnemann, quien se basó en la premisa de que lo similar cura lo similar. El galeno llegó a esta conclusión tras probar un poco de quina, una corteza de árbol que se usaba por aquel entonces para tratar la malaria.
Inmediatamente experimentó síntomas típicos de la malaria, como fiebre, escalofríos o dolor articular. Simplemente estaba sufriendo una reacción adversa a aquel remedio natural, pero él pensó que, en realidad, lo que ocurría es que la quina curaba la malaria por producir síntomas parecidos. Creyó que para evitar esos síntomas lo ideal sería diluir mucho el compuesto en cuestión. Tanto que finalmente solo quedaría agua. Pero le quedaba un supuesto as en la manga: la memoria del agua. Según él, este preciado líquido es capaz de recordar los efectos de aquello que se ha diluido en él. Para ello solo se necesitaba un poco de vibración, que conseguía golpeando la disolución con una Biblia.
Si pensamos en todo eso fríamente, no tenía ningún sentido. Y continúa sin tenerlo, de hecho. Sin embargo, dos siglos después la homeopatía sigue teniendo muchos adeptos, a pesar de todos los avances científicos que se han dado en estos tiempos. En farmacología, dichos avances se han presentado a base de estudios y ensayos clínicos. La homeopatía no ha sido menos. También hay muchos estudios publicados sobre ella. De hecho, sus defensores se aferran a ellos para defender su fundamento a capa y espada, a pesar de la multitud de evidencias que niegan su eficacia. Pero no basta con leer unos pocos estudios. En ciencia no debemos centrarnos solo en un árbol. Para entender un concepto hay que echar un vistazo a todo el bosque. Y en el bosque de la homeopatía se han talado más árboles de la cuenta.
Las ventajas de registrar y publicar solo lo que conviene
Para la realización de este estudio, sus autores, procedentes de la Universidad del Danubio (Austria), analizaron los registros de ensayos clínicos sobre homeopatía hasta abril de 2019.
Su objetivo era comprobar cuántos de los que se habían empezado se habían registrado ya acabados y también cuántos de todos esos se habían llegado a publicar. No olvidemos que no es lo mismo registrar un ensayo clínico que publicar sus resultados. Con los fármacos está todo muy regulado, pero con la homeopatía se puede perfectamente publicar sin registrar el ensayo clínico, o registrarlo pero no publicar ningún estudio.
Al analizar la situación de los ensayos clínicos sobre homeopatía, vieron que desde 2002 “casi el 38% de los ensayos de homeopatía registrados permanecen sin publicar, mientras que más de la mitad (53%) de los ensayos controlados aleatorizados publicados no se han registrado”. En total, “casi un tercio (30%) de los ensayos controlados aleatorizados publicados durante los últimos 5 años no se han registrado”.
Un ensayo controlado aleatorizado es aquel en el que el tratamiento en cuestión se ofrece solo a la mitad de los participantes, mientras que la otra mitad no recibe nada o se le da un placebo. Así, se puede controlar si realmente hay un beneficio con respecto a alguien que no toma nada. Se considera uno de los diseños experimentales más fiables en ciencia y por eso llaman la atención las cifras de este estudio.
Además, según ha explicado a Hipertextual su autor principal, Gerald Gartlehner, “los ensayos no registrados informaron más resultados positivos que los ensayos registrados”. Por lo tanto, parece ser que “muchos ensayos no registrados probablemente nunca se publicaron porque no mostraron los efectos deseados”. Es decir, algunos ensayos no se registraron, quizás por no estar diseñados correctamente, pero sus resultados sí que se publicaron porque eran positivos y convenían a los investigadores.
Para terminar, llama la atención que “los ensayos de homeopatía tenían más probabilidades de registrarse después de haber comenzado (retrospectivamente) que antes de que hubieran comenzado (registro prospectivo)”. Y por si eso fuera poco, “una cuarta parte de los resultados primarios publicados no fueron los mismos que los registrados originalmente”.
Todo esto conduce a una sobreestimación de la eficacia de la homeopatía. Y también a una falta de ética por parte de las revistas que publican este tipo de estudios. Para muchas personas no es sorprendente, pero para otras quizás este estudio sirva para abrirles los ojos.