Se suele decir que alguien muy cariñoso o muy pegajoso es un pulpo. Es una forma de decir que abraza o toca demasiado a otras personas. No es que estos cefalópodos sean especialmente sobones, pero sí que tienen muchas manos. O tentáculos, en su caso. Pero no son los animales marinos con más tentáculos. De hecho, tanto las sepias como los calamares tienen dos más. Todos ellos son cefalópodos y deben tener algún antepasado común. Sin embargo, el momento en el que los pulpos perdieron dos tentáculos es todo un misterio. Muchos expertos consideran que otro cefalópodo, el calamar vampiro, podría ser el eslabón perdido, ya que tiene ocho tentáculos y dos filamentos que, quizás, pudieron ser brazos en el pasado. Y ahora esa teoría cobra mucho más sentido, pues se ha analizado el fósil de un calamar vampiro que sí que tenía diez tentáculos.

El hallazgo, que se acaba de publicar en Nature Communications, ha llegado de la mano de un equipo de científicos del Museo Americano de Historia Natural. Con él demuestran que la historia de estos animales marinos es mucho más compleja de lo que pensábamos.

Y bueno, de paso han aprovechado para homenajear al actual presidente del gobierno estadounidense, Joe Biden, pues la especie ha sido bautizada como Syllipsimopodi bideni. Quizás al presidente no le haga demasiada ilusión dar nombre a un fósil de 328 millones de años. Pero bueno, no por ello deja de ser un homenaje. 

Un calamar vampiro con muchos tentáculos

Antes de empezar a hablar sobre el fósil recién descubierto, veamos qué sabemos del calamar vampiro. Lo primero es que, a pesar de su nombre, estos animales marinos no se alimentan de la sangre de sus presas. Y tampoco son calamares, en realidad. Sí, tienen un nombre bastante engañoso.

Están emparentados con los calamares, pero tienen su propio orden, el Vampyromorphida. Precisamente, el hecho de que se hayan sacado del cajón de los calamares se debe a que hay algunos rasgos, como el número de tentáculos, que los diferencian de ellos. Solo tienen ocho, aunque también cuentan con dos filamentos que, en base a lo descubierto con este nuevo fósil, podrían ser vestigios de tentáculos en el pasado.

En cuanto al nombre de vampiro, se debe simplemente a que tienen los ojos rojos. Ni colmillos ni chupar sangre. Puede parecer un poco decepcionante, pero lo cierto es que son animales marinos fascinantes. Por ejemplo, llama la atención en ellos la presencia de fotóforos, que son unos órganos productores de luz que les permiten emitir destellos para desorientar tanto a sus depredadores como a sus presas.

Un lejano ancestro de los cefalópodos actuales

El fósil en cuestión no ha sido descubierto recientemente. De hecho, fue descubierto en Montana y donado al Museo Real de Ontario en 1988. Desde entonces había permanecido expuesto, pero nadie se había parado a investigarlo en profundidad. Se sabía que era un vampípodo o, lo que es lo mismo, “un cefalópodo de cuerpo blando caracterizado por ocho brazos y una concha quitinosa internalizada”. 

Era un fósil muy especial; ya que, al carecer de estructuras duras, estos cefalópodos no fosilizan muy bien. Por eso, los autores de este estudio decidieron analizarlo más exhaustivamente, con el fin de aprender más sobre la historia de estos animales marinos. 

El fósil está datado en 328 millones de años, 82 millones más que los vampípodos más antiguos conocidos

Para empezar, el fósil se dató con unos 328 millones de años, lo que significa 82 millones de años más de los que se suponían para vampípodos más antiguos.

Otro dato que llama la atención es que el animal contaba con diez tentáculos, todos ellos con ventosas. Eso sí, dos de ellos eran algo más largos, como ocurre hoy en día con la sepia y el calamar. Por lo tanto, debía tratarse de una nueva especie. Algo así como un eslabón perdido que indicaría cuándo se pasó de los 10 tentáculos que aún conservan las sepias y los calamares hasta los ocho de otros animales marinos como el pulpo o el calamar vampiro.

Al tratarse de una nueva especie, era necesario nombrarla. Por eso, se le bautizó como Syllipsimopodi bideni. La primera parte procede del griego syllípsimos, que significa prensil, y pódi, que se traduce como pie. Se eligieron estos vocablos porque es el cefalópodo más antiguo con brazos con ventosas. Dichos brazos son una modificación de una estructura característica de los moluscos, llamada pie, pero con la capacidad de agarrar objetos.

Y bueno, la segunda parte del nombre ya hemos visto de donde viene. Del mismísimo Joe Biden. No han dado el motivo para la elección de este nombre. Quizás sea admiración. El caso es que, independientemente de a quién admiren estos científicos, su hallazgo sí que es digno de admirar.