El escándalo rodeaba a la pareja desde el mismo momento en que ambos contrajeron matrimonio en el ’95, menos de 100 horas después de conocerse. Pamela Anderson era una estrella televisiva que formaba parte del imaginario estadounidense gracias a su papel como C. J. Parker. Ataviada con un bañador rojo, se había convertido en uno de los rostros más reconocidos de los Vigilantes de la Playa.

Por su parte, Tommy Lee llevaba la escandalosa vida de una estrella de rock. Para el momento en que ambos se conocieron, la colisión fue casi inevitable. Anderson diría después que contraería matrimonio con Tommy “nada más verlo”. Lee, con una larga sucesión de parejas y escándalos por motivos de adicción a cuestas, consideró el matrimonio “una locura más”. Antes, ya había estado casado durante siete años con Heather Locklear, también una estrella televisiva. Ahora son los protagonistas de Pam & Tommy, que sigue los pasos de los sucesos de los años 90.

Pamela Anderson y Tommy Lee: puertas abiertas al desastre

La relación entre Anderson y Lee causó conmoción. Se convirtieron en los favoritos de los tabloides y también de la naciente cultura de los paparazzi. En especial cuando juntos se convirtieron en el primer matrimonio célebre cuya fama consistía en acumular escándalos. En 1995, todavía era una novedad la condición de la celebridad por el solo hecho de los excesos. La pareja capitalizó la premisa y la convirtió virtualmente en una marca. La prensa amarillista los perseguía a todas partes mientras la sucesión de peleas, borracheras e incluso, sobredosis saltaban a los titulares.

YouTube video

Entonces, ocurrió la circunstancia que cambió para siempre la relación entre los famosos y la recién nacida internet. Un video casero — que incluía escenas sexuales — entre Anderson y Lee comenzó a venderse online. No se trataba de la primera vez que algo semejante había ocurrido, pero sí la ocasión en la que demostró lo tortuoso de un escándalo incontrolable. Uno que abrió las puertas a la idea de los peligros de la democratización de medios de internet. También que mostró el vacío legal alrededor de la difusión de material privado. 

El escándalo de todos los escándalos, la base de Pam & Tommy

En 1996, el electricista Rand Gauthier después haber sido maltratado por Lee en diferentes formas robó la caja fuerte de la pareja. Pero además de joyas, dinero en metálico y armas, encontró una cinta de video que mostraba la vida sexual de la pareja. 

Gaultier de inmediato compartió el contenido por internet. Para cuando Anderson y Lee trataron de frenar el escándalo, cientos de copias del video se vendían en todo tipo de webs. Desbordados, con la actriz embarazada de 7 meses y en mitad de discusiones públicas, la pareja trató llegar a un acuerdo con Internet Entertainment Group. La compañía había comprado los derechos del video y su distribución.

Pam & Tommy

Corría el año 1997 y el célebre matrimonio atravesaba su peor momento. Hubo discusiones públicas, separaciones y también denuncias sobre malos tratos. Mientras tanto, el video de ambos se convirtió en el más vendido de la historia. Para entonces, Lee insistía en que merecía “ganar al menos algo de lo generado”. Logró llegar a un acuerdo con la compañía de distribución, pero esta se las arregló para vender copias sin brindar ganancias a la pareja. 

El final de un escándalo vergonzoso

Pero la historia de Pam & Tommy continúa. Para 1998, y con el matrimonio disuelto, la batalla legal siguió en cortes. Ese año, el juez de distrito de los EE.UU. Dean Pregerson declaró que la pareja debía cobrar $ 740.000 cada uno. El motivo: las ganancias no declaradas y el juicio del ex matrimonio contra la IEG. Al final, con el escándalo de nuevo en mitad del ojo público, el video volvió a convertirse en un éxito de ventas. Después de varias demandas desestimadas y el reconocimiento de los derechos de autor, Anderson y Lee lograron detener el escándalo.

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En 2001, un tercer juicio brindó a las celebridades un cheque con una cifra no revelada y que permitió evitar cualquier venta sin su autorización. No obstante, en una última jugada, IEG abrió una página web con una versión reducida del video, del que aún puede comprarse copias no autorizadas. 

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